Una de las ideas en las que con más insistencia incide el cine de Nuri Bilge Ceylan es que los seres humanos, y especialmente los hombres, somos lo peor. Los personajes de varias de sus películas, de hecho, son tipos arrogantes e increíblemente egoístas que se niegan en redondo a aceptar públicamente sus miserias aunque en lo más hondo de su ser son penamente de ellas. Sujetos, sin ir más lejos, como el protagonista de nuevo trabajo, ‘About Dry Grasses’, con el que aspira por séptima vez a la Palma de Oro. 

En concreto, aquí ese antihéroe arquetípico -modelado a partir de la veneración que el cineasta siente por la literatura de Dostoyevski- es maestro en una diminuta escuela de primaria de la Turquía rural que sueña con ser destinado a Estambul; se siente ahogado por el tradicionalismo del lugar, rodeado de paletos. Al principio de la película, descubre que ha sido acusado de tener comportamientos inadecuados en clase, pero esa trama no tarda en hacerse a un lado; funciona simplemente como desencadenante del viaje espiritual del personaje, y que Ceylan aprovecha para reflexionar sobre la importancia del compromiso social activo, nuestra tendencia a dar por buenas las habladurías -excepto cuando se refieren a nosotros-, los errores que cometemos cuando creemos merecer más de lo que tenemos y, en realidad, casi todo en esta vida; la película dura 197 minutos llenos de conversaciones largas, densas y suculentas, y ninguna de ellas da puntada sin hilo.

Y gracias a las extraordinarias habilidades de las que Ceylan vuelve a hacer gala como narrador, de su impecable manejo de la estructura, avanza ligera y sin perder en ningún momento la atención del espectador pese a su abultadísmo metraje. Es, en suma, una obra apabullante, monumental. Ceylan ya ganó la Palma en 2014 gracias a ‘Winter Sleep (Sueño de invierno)’ y, visto lo visto, no es descartable que vuelva a hacerlo este año.