Ni pimiento ‘bitxo’ de Girona, ni nabo negro de la Garrotxa, ni mongeta de l'ull ros. Después de comprar Can Batista, la casa del valle del Llémena donde había nacido su madre, entre las comarcas de la Garrotxa y el Gironès, los hermanos Roca intentaron agasajarla con una comida cocinada en el hogar que la vio crecer y con los productos que ella comía de pequeña. Fue titánico, cuando no imposible, dar con ellos. Habían desaparecido de la producción agrícola local o figuraban reducidos a la condición de reliquias que nadie solicitaba.

Este contratiempo culinario está en el origen de ‘Sembrando el futuro’, la película documental que los cocineros del Celler de Can Roca, con tres estrellas Michelín, acaban de presentar para reivindicar el consumo de productos agrícolas y semillas que o bien se encuentran en vías de extinción o, directamente, han desaparecido de los campos de cultivo y las alacenas. No les mueve la nostalgia, sino un compromiso con la gastronomía y el entorno que habitan que trasciende la alquimia de los fogones.

“Cada día se pierden diez semillas en todo el mundo. El 70% de los alimentos de origen vegetal que se consumían hace medio siglo ya no existen”, enumera alarmado Josep Roca, un convencido militante del poder que tiene la alta cocina para poner freno a la tendencia agrícola y comercial que nos está llevando de cabeza hacia un planeta insípido y monocorde. “La agricultura fue la primera cultura. Perder esos productos y semillas no solo significa perder biodiversidad en nuestros campos; también supone perder memoria gustativa y patrimonio cultural”, advierte el cocinero.

Agricultura tradicional

‘Sembrando el futuro’, la película que acaban de protagonizar, es una llamada de atención contra “la homogeneización del gusto que impone la industria alimentaria”, en palabras del mediano de los Roca, y un canto por la agricultura tradicional y de proximidad que languidece en la era de las grandes explotaciones extensivas. “Muchos cultivos autóctonos que no habían cambiado en siglos, de repente han desaparecido”, se lamenta Jordi Roca en la filmación a cuento de algunas cifras que invitan a la reflexión, como que solo nueve variedades representen actualmente el 66% de la producción agrícola mundial y que el 86% de las especies de todo el planeta estén en peligro de extinción.

Para argumentar esta voz de alarma, los hermanos Roca visitan en el documental varios lugares emblemáticos de la lucha por la biodiversidad, como el jardín botánico de Marimurtra, en Blanes, donde cultivan plantas amenazadas para devolverlas más tarde a sus hábitats naturales, y el banco mundial de semillas de Svalbard, un auténtico ‘arca de Noé’ de especies vegetales excavado en una montaña de Noruega. “Hasta ahora, los cocineros habíamos pensado en el producto, pero nunca en la desaparición de los productos. Es hora de poner sobre la mesa la cuestión de la biodiversidad porque nos va la vida en ello”, plantea Josep Roca, quien invita a otros chefs de renombre a sumarse a esta reflexión.

Mirada sostenible

En el documental también participan expertos en alimentación y botánica de entidades como FAO, Crop Trust, Slow Food o IFAD y cuenta con el patrocinio del BBVA, con el que los cocineros del Celler de Can Roca llevan una década colaborando para promover una mirada sostenible sobre la gastronomía y los recursos del planeta. “La biodiversidad y el cambio climático también preocupan al sector financiero. Si no cuidamos los ecosistemas, no podremos sostener nuestro sistema de vida”, razona Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA.

a madre de los Roca, Montserrat Fontané, es una de las principales protagonistas de la película, que puede verse en YouTube, en la web de BBVA y en las plataformas de streaming Prime Video y Movistar+. Al final del filme, de 28 minutos de duración, la matriarca del clan aparece degustando el menú que, tras una difícil búsqueda de productos autóctonos, le han cocinado sus hijos. El mensaje que lanza después comer unas patatas moras que llevaba 70 años sin haber probado, resume la intencionalidad del proyecto: “Ay, la memoria. Solo le pido a Dios que me dé memoria”.