Disney no tiene la exclusiva. La fama infantil genera un alto porcentaje de adultos desgraciados. El reciente documental El chico más bello del mundo, sobre Björn Andrésen, el actor que dio vida a Tadzio en Muerte en Venecia, de Luchino Visconti, es un descorazonador ejemplo. Pero en el caso de Disney, la gran factoría del entretenimiento juvenil, la tasa de infelicidad adulta se dispara.

De esta mina artística han salido Britney Spears, Miley Cyrus, Ryan Reynolds o Zendaya, jovencísimos artistas que se convirtieron en ídolos de masas incluso antes de llegar a la adolescencia y que sufren las consecuencias del prematuro estrellato durante la edad adulta. Y ellos lo advierten. La última, Selena Gomez, que hace unos días admitió no saber lo que estaba haciendo cuando “renunció” a su infancia “en favor de Disney”.

Selena Gomez admitió no saber lo que estaba haciendo cuando “renunció” a su infancia “en favor de Disney”

La adultez de la cantera de jóvenes Disney es tan confusa como variopinta. Son muchas las maneras en que estos inexpertos artistas tratan de desvincularse de la imagen de niños perfectos.

“Cuando llegan a la adolescencia, los niños suelen hacer su primer balance y las estrellas juveniles comienzan a tener el sentimiento de haber sido utilizados”, explica José Ramón Ubieta, profesor de Estudios de Psicología en la Universidad Oberta de Catalunya. “Ya sea por las empresas o por sus propios padres, que desarrollan un discurso narcisista de que el éxito de su hijo es también suyo, estos jóvenes se sienten dejados por los adultos”.

Depresión y ansiedad

Entonces, como todo adolescente, pasan por su etapa rebelde, pero pasada de vueltas. Britney Spears y Lindsay Lohan comenzaron a protagonizar portadas por sus desenfrenadas fiestas junto a Paris Hilton, una irreconocible Miley Cyrus rapada se desnudaba sobre una bola de demolición, Bella Thorne se hacía de oro por colgar fotos subidas de tono en Onlyfans y, a sus 17 años, Demi Lovato probaba su primera raya de cocaína (y, con 26, una sobredosis casi le quita la vida). Aunque siempre se había mostrado muy reservada sobre este tema, Gomez, famosa gracias a su papel como Alex Russo en Los Magos de Waverly Place, se sinceró la semana pasada durante la rueda de prensa de su nueva serie para Hulu (Only murders in the building), donde explicó cómo había tenido que renunciar a su infancia a una edad muy temprana. “No sabía lo que estaba haciendo”, reconoció la actriz, que también relató que no llegó a aprender demasiado de la experiencia.

“Simplemente me limitaba a correr por el set de rodaje”, afirmó. Gomez, que en otras ocasiones ha hablado abiertamente de su “lucha diaria” contra la depresión, la ansiedad y el trastorno bipolar, se une así a la extensa lista de afectados por la empresa de los sueños.

"Hablamos de diferentes adicciones para tratar de olvidar su dolor y crearse un mundo alternativo"

José Ramón Ubieta - Profesor de Estudios de Psicología en la Universidad Oberta de Catalunya

“En situaciones de sobreexposición infantil, la fragilidad psíquica aparece en primer plano”, explica Ubieta. “Hablamos de diferentes adicciones para tratar de olvidar su dolor y crearse un mundo alternativo. De abusos de sustancias a problemas sexuales, ya que buscan ser queridos más allá de su éxito y para afrontar ese miedo al fracaso cuando ven que ya no son tan populares como antes”, concluye el psicólogo. Un cóctel explosivo que se convierte en campo de cultivo para enfermedades y trastornos mentales. Y aunque su lucha por la salud mental la llevó a ser ingresada en un centro psiquiátrico durante dos semanas en 2018, la caída a los avernos de Gomez parece ser más liviana que la de algunos de sus excompañeros.

Antes de convertirse en la princesa del pop, Britney Spears también tuvo su debut televisivo con Disney. Como presentadora del programa de talentos infantil The Mickey Mouse Club. Una imagen que la acompañó durante los primeros años de su carrera musical, en los que predominaba esa estética de colegiala inocente con cara de no haber roto nunca un plato. Eso pronto cambiaría. Spears se hizo adulta y quería salir de fiesta hasta las tantas. Quería beber. Quería cantar sobre sexo y vestir con tops escotados y esos pantalones de tiro bajo que se estilaban en los 2000. La prensa y la sociedad la lapidaron por ello. Y una serie de malas decisiones, abusos y crisis nerviosas terminarían con la polémica tutela a la que está sometida desde hace 13 años y que ha desarrollado todo un movimiento para liberarla.

"Spears se hizo adulta y quería salir de fiesta hasta las tantas. Quería beber. Quería cantar sobre sexo y vestir con tops escotados y esos pantalones de tiro bajo que se estilaban en los 2000"

Castidad y despertar sexual

Pero estas exigencias de pureza son algo común entre los jóvenes Disney. A la historia pasará el anillo de castidad que llevaban los Jonas Brothers, con el que prometían llegar vírgenes al matrimonio. Ninguno lo hizo. Joe Jonas dijo: “[Disney] Es una presión que ningún adolescente debería tener que soportar”. Algo similar vivió Miley Cyrus, o, como la conocíamos entonces, Hannah Montana, que con 18 años, tras su primera relación sexual, quiso dejar de interpretar el personaje. “Me di cuenta en un viaje a Disneyland: en el backstage vi a Peter Pan fumándose un cigarrillo. Pensé, esa soy yo. No soy una mascota Disney, soy una persona”, reflexionaría con los años Cyrus, cuyo último álbum con Disney, Can’t Be Tamed, se convertiría en un presagio para las polémicas que le seguirían: shows y videoclips con poca ropa, twerkeando y fumando marihuana.

Y la lista es extensa. Lindsay Lohan, la adorable gemela de Tú a Londres y yo a California, se pasó su juventud entrando en centros de rehabilitación, “como si fuera una broma, para pasar el tiempo”, Zac Efron se pasó años sin comer carbohidratos por miedo a dejar de tener un buen cuerpo y Hillary Duff ha batallado contra la anorexia.