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Un mallorquín hace que Messi gane el Mundial

Scaloni, con la camiseta del Mundial 86 de Argentina. PAUL CHILDS

Mallorca tiene también su campeón mundial en Catar. Su papel no ha sido irrelevante. Este mallorquín, con residencia en Calvià, no es otro que Scaloni, que logra algo en lo que fracasaron sus antecesores, aprovechar el talento de Messi para ganar un Mundial y que sirve al crack para, de paso, demostrar que no le quedan asignaturas pendientes para ser uno de los mejores de la historia.

Títulos no le faltaban, pero las comparaciones con Maradona, Pelé o Cruyff -aunque este no ganó un Mundial tampoco- se zanjaban cuando se aludía a la inexistencia de un título en su palmarés. Hace cuatro años con Sampaoli de seleccionador, la albiceleste se enfrentaba, y perdía, contra la Francia de Deschamps, acabando el partido con reproches entre el técnico y el jugador, reproches que calaron en parte de la afición, que criticaba a Messi, por su supuesta falta de compromiso. Messi parecía acogotado por la responsabilidad con la camisa argentina. Todo ha cambiado con Scaloni, clave en devolver la confianza al astro.

Messi ha sido el que se espera en un Mundial, el que confía cuando se cae ante Arabia, el que toma la responsabilidad de tirar penaltis. La final se movió al ritmo que quiso Leo, apoyado en su socio Di María. Solo hubo un hombre que estuvo a la altura del crack, Mbappé, que empezó a jugar en el minuto 70, y que pese a sus tres goles no pudo hacer otra cosa que llevar la final a la prórroga. El futuro es suyo, pero ayer era la noche de Messi, al que la historia le debía este título. 

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