Diario de Mallorca

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Mundial de Qatar 2022

Hora de cerrar el debate sobre el ‘10’ de Argentina

Messi, con la Copa del Mundo. MOLLY DARLINGTON

Leo Messi no necesitaba este Mundial para ser el mejor de la historia. Era su torneo, su última oportunidad y Qatar le aguardaba con los brazos abiertos. El argentino, Dios en su tierra, ya tiene el título que le faltaba. Lo que perdió en Brasil 2014 se le devolvió ayer en una final para el recuerdo. La mejor de todos los tiempos posiblemente por su emoción, sus giros y su dramático desenlace. 

Seis goles, una tanda de penaltis, la leyenda y el sucesor cara a cara, un triplete envenenado, una parada memorable en el 123... Lo tuvo todo para quedar en el recuerdo de una generación que empieza y otra que acaba. Porque para Leo ha sido su último baile en un Mundial, ese maldito campeonato cuyos detractores –una secta cada vez más pequeña– le lanzaban a la cara en la eterna, cansina pero inevitable comparación con Diego Armando Maradona

A él se encomendó el diez mirando al cielo en el definitivo lanzamiento de Montiel. Leo ya tiene su estrella y nadie se la podrá arrebatar. Ahora puede relajarse, terminar su carrera europea en el PSG y poner rumbo, según dicen, a la soleada Miami y a un retiro dorado y tranquilo, alejado del fútbol de primer nivel y ayudando a potenciar una competición todavía en pañales. 

Pero que nadie se olvide de Mbappé. Sin Messi y sin Cristiano, suyo por derecho es el trono de rey del mundo para muchos años, con permiso de Haaland. Francia se sostuvo con sus tres goles en una exhibición individual memorable. Ganó en 2018 y perdió en 2022, pero el futuro es suyo. Con la bendición de Leo. 

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