Diario de Mallorca

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Desde el sofá de mi casa

«Marruecos celebra en sus calles su fútbol, ser africana y árabe»

Regragui, manteado por sus jugadores tras eliminar a Portugal. Georgi Licovski

Es fácil de imaginar, pero deberíamos recordarlo para darnos cuenta de la auténtica dimensión de la gesta que está protagonizando, no solo la selección de Marruecos, su novato seleccionador, Walid Regragui, conocido por algunos como el ‘Guardiola marroquí’, sino todo el pueblo marroquí, no solo en su país, sino los millones de paisanos que están distribuidos por todo el mundo, por ejemplo, en España, Francia e Italia, los lugares más próximos y donde se encuentran, en efecto, millones de ellos celebrando las gestas de Sofyan Amrabat y compañía.

Francia está demasiado acostumbrada a estas cosas, no solo en el Mundial de fútbol, donde son los actuales campeones, sino en multitud de deportes. Argentina, bueno, Argentina es un país que no solo con Diego Armando Maradona, no solo con Lionel Messi, sino históricamente está demasiado abonada a la fiesta, por eso persigue ahora, empujada por casi 48 millones de locos fanáticos, su tercera estrella. E, incluso, sí, la pequeña Croacia, que luce el subcampeonato logrado (o perdido) hace cuatro años, en Rusia-2018, ante Francia (4-2), sabe lo que es provocar la algarabía de millones de compatriotas.

Directo desde Nador

«Pero Marruecos es distinto, muy diferente a todo. Este Marruecos sabe que está viviendo algo único, tal vez irrepetible, sí», me cuenta mi amigo Antonio Cañorroto, de 60 años, apasionado corredor de montaña, aficionado al fútbol y a todos los deportes y actual vicecanciller español en la coqueta ciudad marroquí de Nador, con 250.000 habitantes.

«Marruecos se para, totalmente, cada vez que juega su selección, cada vez que los ‘leones del Atlas’ aparecen sobre el césped. Si son capaces de llevarse el título, me temo que este país se va a parar durante un mes porque si de algo están orgullosos los marroquíes, un pueblo al que le gusta presumir, en el buen, en el buenísimo sentido de la palabra, es de su fútbol, de que representan a toda África y de que son árabes. Haber llevado, por vez primera, a un país africano y árabe a las semifinales de una Copa del Mundo les llena de orgullo, sí».

No hace mucho, después de que eliminasen a España («todos vimos el partido juntos y lo pasamos estupendamente, sin altercado alguno y con enorme educación aunque, claro, alguna bromita se les escapó»), Antonio me envió el vídeo que pueden ver ustedes en este texto. «Aquí está prohibido el alcohol, es más, aquí no hay bares o no los típicos bares nuestros. Aquí lo que hay son salones de té, restaurantes, hoteles, albergues, fondas. Pues bien, cada día de partido, sacan las televisiones a la calle, la gente se arremolina en las aceras e, incluso, muchos, muchísimos, sacan las sillas de sus casas y todos vemos el partido juntos. Es una delicia, de verdad».

Luego, claro, como Marruecos no ha parado de ganar y/o empatar, superar eliminatorias, la fiesta se prolonga hasta bien entrada la madrugada. Les encanta festejar por las calles, compartir, divertirse. «Es más, la policía es la primera que lo prepara todo, cerrando las vías más importantes de nuestra ciudad y permitiendo que la gente disfrute, insisto, con poquísimos o nulos altercados, pues todo el mundo se comporta muy educadamente», insiste Cañarroto.

Mi amigo asegura que es muy difícil, «mucho, mucho», saber más de fútbol que cualquier marroquí. «Y no estoy hablando, no, del fútbol marroquí, de su campeonato, no, que va, que va, estoy hablando del fútbol a nivel mundial. Aquí, vayas donde vayas, siempre tienen de fondo algún partido de alguna Liga europea, cualquiera, sean hoteles, restaurantes o salones de té». Y es que, como recuerda Cañarroto, todos sus futbolistas (o casi todos) juegan en Europa: Hakimi, en el PSG; Ziyech, en el Chelsea; Mazroui, en el Bayern; Aguerd, en el West Ham inglés y En-Nesiry y Bono, por citar parte de los más importantes, en el Sevilla.

El profesor Regragui

Cañarroto dice, simpáticamente, que los marroquíes son de los que no tienen abuela y, ahora, con más razón que nunca pues se han convertido en una referencia mundial en el fútbol, en África y en el mundo árabe, ya que su selección ha llegado más lejos que nunca en una Copa del Mundo. «Los hay que defienden y lo hacen muy apasionadamente, no creas que en broma, no, que la defensa que Marruecos y su seleccionador, Walid Regragui, ha impuesto en este Mundial (tan solo ha encajado un gol en cinco partidos y ha sido en propia puerta, ante Canadá), debería ser estudiada en las universidad o, como poco, en las escuelas de fútbol, en los cursos de entrenadores».

Mi amigo explica que de esta gran fiesta, insiste, siempre en un ambiente muy cordial, amable y educado, no solo participan los hombres sino multitud de mujeres y, por descontado, los niños, que lucen todos la camiseta de su selección, aunque algunos llevan camisetas de los equipos europeos donde militan los ídolos locales. «Eso sí, una de las características de estas celebraciones, supongo que también ocurre en el resto de ciudades del mundo, pero aquí más, es pasear por la calle en sus coches, haciendo sonar sus cláxones y sacando medio cuerpo, mientras cantan o gritan, por la ventanillas de sus coches». ¡Aaaah! y muchas motos, y muchas bicicletas, y muchas risas, alegrías y cánticos. 

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