MUNDIAL CATAR
El exmallorquinista Hassan Fadil apuesta por Marruecos en los octavos del Mundial
El controvertido futbolista, que militó en el conjunto bermellón de 1985 a 1988, reconoce que le "duele" elegir entre ambas selecciones
María Traspaderne
En Marruecos, los temas de conversación giran desde hace días en torno al partido histórico que este martes enfrentará a los Leones del Atlas con La Roja en el Mundial de Catar. Hay unanimidad respecto al deseo de que ganen los primeros, pero unos pocos marroquíes están divididos.
Los lazos históricos y culturales con el vecino del norte se traducen en que Marruecos es el tercer país del mundo -por detrás de EE.UU. y Suiza- con más peñas de la Liga española, un total de 29: trece del Barça, otras tres del Real Madrid, dos del Atlético de Madrid y una del Sevilla.
Uno de esos marroquíes divididos es Hassan Fadil, quien jugara en el Real Mallorca entre 1985 y 1988 y que ahora vive en Rabat. Estando en el equipo isleño, recuerda, subió a Primera División.
España, dice, le ha dado mucho y por eso le "duele" tener que elegir en el partido de octavos. Y aunque a España la tiene "en el corazón, como a Marruecos", le gustaría que ganara su país. Preguntado por el resultado, apuesta por un 2-1 a favor de Marruecos, y acto seguido, entre risas, se disculpa.
Fadil, forjado en el equipo marroquí del Raja de Beni Mellal, con 20 años hizo las maletas hacia Francia para jugar dos temporadas en el Valenciennes de la Ligue 2. Allí, en su segunda temporada, anotó 15 goles y llamó la atención del Mallorca. Tras disputar un amistoso frente al CD Murense, firmó un contrato por tres temporadas.
Fue el primer jugador africano que fichó por el Mallorca y pronto se ganó el calor y la aprobación de la parroquia del Lluís Sitjar. Tanto ardor ponía en cada partido, que raro era el día que se escaba sin una tarjeta.
Con la llegada de Serra Ferrer, en la temporada 85/86, se hizo con la titularidad y fue uno de los jugadores más importantes en el ascenso del equipo a la máxima categoría. Ya en Primera, acabó siendo uno de los extranjeros más destacados de la competición, llegando a anotar cinco tantos.
Gran jugador, pero siempre polémico e imposible de callar, en la temporada 87/88 es relegado a un segundo plano y el ambiente se enrarece. El marroquí convierte el vestuario mallorquinista en un polvorín y, tras un encuentro frente al Valencia, es expulsado y se le abre un expediente por sus reiterados actos de indisciplina. Después de abandonar el Mallorca jugó dos temporadas en el Málaga.
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