No hace mucho publicamos en Neomotor la prueba del Tesla Model Y, el SUV ‘asequible’ de la marca de coches eléctricos, un vehículo con una carga tecnológica sin igual en el mercado, pero con camino por recorrer en cuanto a materiales y dinamismo. Ahora, probamos la versión Performance -en una de las primeras unidades llegadas desde la fábrica de Berlín- llamada a resolver parte de esos problemas y a situar al modelo en el mismo escalón que algunos de sus rivales más duros, como el Kia EV6 o el Ford Mustang Mach-e.

En ese sentido, el trabajo realizado por Tesla es muy bueno, ya que mantiene sus puntos fuertes y solventa gran parte de los problemas que presenta el estándar. De hecho, hasta mejora la calidad con algunos materiales más agradables al tacto, aunque sigue siendo su asignatura pendiente, con los plásticos dominando el entorno en un coche que cuesta 70.000 euros.

El interior mantiene el mismo diseño, minimalista al máximo, y configuración, con una enorme pantalla horizontal en el centro dominando el entorno y el control del coche. De nuevo, todo pasa por la pantalla y por un sistema operativo intuitivo y fácil de usar que puede abrumar al principio. Seguimos echando en falta controles físicos que faciliten algunas acciones y nos obliguen a desviar menos la vista de la carretera. Tecnológicamente, mantiene una propuesta superlativa, sobre todo en parado, con Netflix, videojuegos, Spotify y hasta karaoke. Es imposible aburrirse mientras cargamos. En marcha, el navegador con información del tiempo real y el Autopilot, que sigue mejorando pero que ya está por detrás de sistemas de otros fabricantes, serán las estrellas.

Propuesta sólida

Estéticamente, en el exterior hay pocos cambios, más allá de un pequeño alerón trasero y de unas llantas específicas de 21 pulgadas. Los cambios importantes están en sus prestaciones y su chasis, con unos frenos más poderosos, que le permiten mejorar significativamente en el apartado dinámico. Su potencia sube hasta los 480 CV y su par hasta los 639 Nm, que entrega desde cero para una aceleración descomunal a la altura de la de los superdeportivos más prestigiosos y caros. Siempre tiene fuerza y recupera velocidades de crucero de maravilla. Es una sensación impactante pero muy satisfactoria.

Ya en marcha, mientras el estándar pecaba de cierto balanceo encadenando curvas, esta versión Performance muestra más estabilidad y aplomo, pero no pierde comodidad, con lo que no solo es más divertido, sino que mejora la sensación de seguridad. Pese a disponer de frenos más capaces, siguen pecando de falta de contundencia para frenar sus 2.141 kilos de peso, sobre todo si queremos aprovechar todo el potencial de sus motores eléctricos. En cuanto a la autonomía, en la prueba hicimos 269 kilómetros y restaban otros 170 según la pantalla central, lo que sumarían 439 kilómetros, una cifra cercana a los 480 anunciados por Tesla.

Lo mejor: aceleración, tecnología y espacio interior.

Lo peor: todo se controla por la pantalla, frenos y materiales.

El Tesla Model Y Performance cuesta 6.000 euros más que el estándar, un desembolso recomendable para obtener un buen equilibrio entre tecnología, rendimiento y dinamismo, aunque sigue faltando un extra de calidad en los materiales que justifique la cifra.