CONDUCCIÓN

La DGT lanza un serio aviso a los conductores noveles

La inexperiencia de los novatos hace que sea más fácil vivir este inconveniente al volante

La fatiga se relaciona con alrededor del 20 y el 30% de los accidentes de tráfico. La principal causa es conducir sin descanso durante demasiado tiempo, algo que provoca que el rendimiento del conductor disminuya reduciendo las capacidades para circular.

Conducir durante muchas horas se relaciona de forma inequívoca con la aparición de la fatiga y por consiguiente con la siniestralidad en el tráfico. Son muchos los factores que influyen en este proceso, sobre todo la dificultad de la conducción, el tipo de carretera o las condiciones climatológicas.

Saber cuáles son los factores más frecuentes que provocan la fatiga al volante te ayudará a entender cómo actúan y a prevenirlos. La Dirección General de Tráfico define como factores de riesgo externo las siguientes condiciones:

  • Conducir por una vía con mucho tráfico en la que te ves sometido a retenciones frecuentes y paradas, ya que requiere aumentar la atención y la concentración necesaria para circular.
  • Circular por una vía que no conoces hace que estés más pendiente de todo lo que te rodea en el trayecto.
  • Algunos tipos de suelos, sobre todo si están mal conservados, hacen vibrar el vehículo en exceso, por lo que la conducción será más incómoda, difícil y cansada.
  • Las condiciones climatológicas adversas como la niela, la lluvia o las luces del amanecer y el atardecer hacen que la circulación será más difícil y te obligan a mantenerte más atento.

Las condiciones anteriores no pueden controlarse, pero hay algunos factores que el conductor sí puede dominar:

  • No se deben conducir largos periodos de tiempo. Hay que parar a descansar lo suficiente y de forma adecuada para evitar la fatiga.
  • Hay que evitar mantener una velocidad excesiva durante mucho tiempo, ya que exige más concentración en la conducción y puede alterar tu estado psicofísico.
  • Conducir fatigado por haber realizado otras actividades antes de coger el coche implica que no se ha descansado adecuadamente y las capacidades para conducir están alteradas.
  • Conducir con hambre o bajo los efectos de la somnolencia está totalmente contraindicado porque hacen que el conductor tenga que hacer un mayor esfuerzo al conducir.
  • Comer mucho, beber alcohol, estar enfermo o estar estrado alteran al conductor e incomodan la experiencia de conducción.
  • Conducir un coche al que no estás acostumbrado también exige un mayor esfuerzo en la conducción.
  • Las posturas inadecuadas en el asiento también hacen la conducción incómoda y difícil.
  • Los conductores noveles, al no tener aún los procesos automatizados, deben concentrarse más y se fatigan con mayor facilidad.

La mala ventilación, una elevada temperatura en el interior del vehículo, mala iluminación, que el vehículo esté en mal estado o que el diseño de los asientos u otros elementos sean poco ergonómicos, son algunos de los factores que atañen al vehículo y que empeoran el estado del conductor.

Comenzar a sentir los siguientes síntomas quiere decir que estamos sufriendo de fatiga y por nuestra propia seguridad y la de los demás, debemos dejar de conducir y descansar:

  • Visión borrosa con problemas para enfocar objetos en el campo visual y provocando una clara disminución de la agudeza visual.
  • Aumento del número y la duración de los parpadeos, los ojos permanecen cerrados durante más tiempo.
  • Tener los ojos parcialmente cerrados indica somnolencia.
  • Si la fatiga es muy elevada, pueden verse, incluso, brillos, luces, sombras o deformaciones en la carretera.
  • Puedes experimentar reacciones bruscas y exageradas ante sonidos repentinos.
  • La sensibilidad auditiva puede disminuir, llegando incluso a ignorar parte de la información sonora que llega del tráfico y de tu propio vehículo.
  • Pesadez en el cuerpo
  • Migrañas y sensaciones de presión, especialmente en las sienes.
  • Dolores en la nuca y espalda.
  • Hormigueos, picores y calambres en brazos y piernas.
  • Experimentar movimientos más lentos e imprecisos, menos eficaces.
  • Ver disminuidas el número de maniobras que se realizan.
  • Cambiar de postura con frecuencia
  • Estirarse
  • Bostezar
  • Acomodarse en el asiento
  • Mover las manos, rascarse o colocar una mano sobre la pierna.
  • Cantar, silbar o moverse de forma rítmica y repetitiva.
  • Empezar a sentir desgana al volante, de forma que se conduce de forma automática y menos activa
  • Ansiedad e irritabilidad e incluso agresividad.
  • Malinterpretar las situaciones de tráfico o los comportamientos de los demás.
  • El razonamiento se verá gravemente afectado.
  • El tiempo de reacción se verá incrementado, por lo que tardarás más en reaccionar.