Natalia Romero (Jaén, 1988) representa el ‘espíritu olímpico’ a la perfección. La atleta jienense, que lleva seis años afincada en la isla y ejerce de profesora en la UIB, veía casi inalcanzable poder acudir a Tokio este verano. Pero llegó y se sorprendió a sí misma firmando su «mejor marca personal en la competición más importante». Romero es sinónimo de esfuerzo, trabajo y sacrificio. Junto a ella, otros 19 representantes de la isla llevaron el nombre de Balears a lo más alto en la cita deportiva más importante del planeta.

En Tokio había una veintena de deportistas de las islas. ¿Le llama la atención siendo una comunidad tan pequeña?

Es increíble el gran nivel que hay y los deportistas que salen a pesar de ser tan pequeñita. Tiene que ver mucho con la cultura y con las instalaciones que hay. Si lo comparamos con otros lugares, la verdad es que está muy bien condicionada. Al final eso hace que se obtengan tan buenos resultados .

¿Por qué se decantó por un deporte tan sacrificado como el atletismo?

Hace 25 años que lo hago, como quien dice, toda la vida, porque tengo 32. Empecé por casualidad. Estaba en el colegio y tenía que escoger una extraescolar. Iba a empezar en balonmano, pero ese día la monitora estaba indispuesta. Esa misma tarde insistí a mi padre para que me bajara a la pista de atletismo de Jaén. Desde entonces toda mi vida ha sido eso.

Usted es profesora en la UIB. ¿El trabajo arrastró a la atleta a Mallorca o la atleta a la trabajadora?

El trabajo arrastró a la atleta. Llegué a la isla después de un duro año en Murcia. Esa temporada, la 2014/15, le pude dedicar poco tiempo a los entrenamientos, noté un pequeño bajón y pensé en orientar todos mis esfuerzos en mi oficio, que es profesora de Fisioterapia, fue entonces cuando salió una plaza en un departamento de la UIB y un compañero me animó.

¿Fue difícil la adaptación?

Se juntó un poco todo. Ese año tan duro en Murcia fue el que me hizo plantearme el cambio del 400 al 800. Iba a ser el cambio previo a mi retirada porque pensaba que había llegado el momento, pero no quería dejar el atletismo sin probar en esa distancia. Aquí el trabajo me permitió organizarme mucho mejor, encontrando un ratito siempre para poder ejercitarme. A partir de ese año empecé a mejorar mi marca y he ido bajándola hasta ahora.

Hace seis años pensaba en su retirada. Quién le iba a decir que este verano competiría en Tokio

Quién me lo iba a decir hace seis años y quién me lo iba a decir hace seis meses. Hace medio año venía de una lesión muy importante derivada del confinamiento y se me reflejó en una lesión que me hizo abandonar el último curso. Corríamos y no salían las marcas y para mí era impensable poder ir a Tokio. Al final es un sueño hecho realidad. Todavía aún lo pienso y no me entra en la cabeza. Se me siguen poniendo los pelos de punta.

¿Cómo fue esa experiencia en Tokio?

Todo fue alucinante, pero me quedo con dos momentos. El primero es justo después de correr mi primera eliminatoria. Recuerdo que miré la pantalla de tiempos y conseguí hacer marca personal por más de un segundo. Que te salga la mejor carrera de tu vida en la competición más importante del planeta es inimaginable. El segundo momento es cuando al día siguiente salí a la pista a correr por la noche. El día anterior yo había competido de día, pero en las semifinales, cuando salí del túnel subterráneo y me encontré con una pista tan iluminada fue un subidón.

Es de las pocas deportistas, al menos en el equipo español, que compagina un oficio con el deporte.

Cada uno tiene una historia diferente, pero es cierto que mi estilo de vida es un poco raro. Por desgracia el mundo del deporte, sobre todo el atletismo, no te permite vivir mucho más allá. Mi trabajo me permite organizarme muy bien, pero también tengo que sacrificar mi vida personal. Al final mi pareja es la que lo sufre, pero somos un equipo.

Si algo ha llamado la atención en estas Olimpiadas ha sido la decisión de Simone Biles de abandonar alguna de las pruebas. ¿Cómo valora la preparación psicológica del deportista?

Siempre he creído que el aspecto psicológico resulta fundamental. Yo tengo mi psicólogo deportivo, Carlos, al que le debo muchísimo. Es cierto que nunca había ido a uno hasta hace dos años y medio, pero te hace ver la competición de una manera más sana. Para mí fue un cambio de chip muy importante y un aspecto fundamental para poder afrontar cualquier reto vinculado al deporte. Lo que hizo Biles fue muy reivindicativo y que lo hiciera ella fue perfecto para darle la relevancia que se merece.

¿Y ahora qué?

Los Juegos me han dado tal chute de energía y motivación que no me planteo todavía abandonar. Si hace mes y medio hice mi mejor marca, creo que todavía hay Natalia que rascar. Este año viene lleno de competiciones para mantener esa llama encendida y por qué no intentar llegar a París. Es cierto que, aunque el ciclo olímpico es más corto, ya serían 35 los que tendría. Queremos ir año a año e ir viendo cómo responde el cuerpo.

¿Qué significado tiene el premio Diario de Mallorca para usted?

Ha sido un reconocimiento que me ha pillado por sorpresa. No era un premio que me esperara y que me lo den a mí tiene un significado muy especial. Esto hace que una se sienta querida y apoyada en estas islas. Siempre he dicho que he tenido la suerte de sentirme doblemente estimada, por mi lugar de origen, que es Jaén y también por Balears, donde resido.