Margalida Gili, catedrática de Psicología Social en la UIB, fue la primera decana, y ahora vicedecana, de la Facultad de Medicina, que «pronto cogerá velocidad de crucero». Se ha entregado por igual a la docencia, a la investigación y a la gestión.

¿Qué supone recibir este premio Diario de Mallorca a la ciencia y la investigación?

Ya sé que es un tópico, pero ha sido una sorpresa. Pero sobre todo supone agradecimiento a quien me ha propuesto, al Diario, y también a mi grupo de investigación, porque la investigación es una cuestión de grupo, de red, nunca se hace individual, especialmente en salud, y por tanto, mi agradecimiento es al grupo de investigación.

Su especialidad es la salud mental. ¿Considera que debemos hablar ya de una era poscovid?

Hemos vivido una situación que no nos imaginábamos nunca, por tanto es muy difícil en tan poco tiempo hacer un análisis riguroso y científico de lo que ha pasado y lo que está pasando. Sabemos, porque se han publicado muchos estudios, que ha afectado de manera muy negativa a la salud mental y lo sabemos también porque los profesionales lo comentan. La ciencia va muy lenta, ha sido muy rápida para las vacunas, pero ha sido la excepción, y creo que veremos en los próximos años los resultados de los estudios que se han hecho ahora. Pero los inputs son que ha sido una situación especialmente estresante y que ha afectado a la salud mental, sobre todo en ansiedad y depresión.

¿La covid ha arrinconado otras patologías?

No, creo que los profesionales han cumplido, han hecho su trabajo y es de agradecer que hayan atendido a más enfermos. Aunque todavía nos queda por analizar los estudios, los profesionales dicen que para determinadas enfermedades, la situación de confinamiento fue buena, porque en un momento determinado se les dio apoyo social y familiar a los enfermos. Y en algunas patologías, mejoraron, sobre todo por el apoyo familiar. Durante la pandemia no hubo esa demanda de servicios de salud mental, ha sido después. Y esta demanda se produce también por agotamiento, fatiga... Las situaciones que implican incertidumbre no gustan al ser humano y la incertidumbre es muy difícil de manejar: si podré ir a trabajar, si no podré, si mis hijos van a estar bien, si yo cogeré el virus... Toda esta incertidumbre, que todos hemos tenido que manejar, ha provocado esta fatiga.

¿Por qué han aumentado las cifras de suicidio en Balears?

Se produce un fenómeno llamado evolución sierra dentada, a veces subimos, otras bajamos. Es un tema complejo de analizar y, probablemente, entre los muchos factores que tienen que ver, uno es que sigue siendo un tema tabú y la prevención se hace muy difícil. Si lo comparamos con los accidentes de tráfico, que no son tabú y de los que se puede hablar, entonces se pueden hacer campañas de prevención, todos las vemos, nos impactan y vamos cambiando nuestra actitud. Si las personas que tienen ideación suicida, en el momento que la tengan, la pudiesen identificar, ellos, sus familiares o quienes les rodean, y pudiesen ir a pedir ayuda, muchas de estas personas no acabarían suicidándose.

¿Es necesario hablar más de ello?

Sí, se ha discutido mucho. En los medios de comunicación no se hablaba porque decían que se producía efecto contagio y esto no es cierto. Solo sería cierto si se tratara de una manera especialmente morbosa o dura.

La terapia ‘online’, efectiva en casos de depresión y ansiedad, ¿en qué punto está? ¿Es factible su implantación en Atención Primaria?

Este proyecto está asignado en un convenio con el IB-Salut, es un programa basado en la evidencia, demostrado científicamente que funciona en ensayos clínicos, y ahora el IB-Salut lo está poniendo a disposición de Atención Primaria, de los médicos, para que lo puedan ofrecer como una herramienta más. Las listas de espera para tratamiento psicológico, en ansiedad o depresión, son muy elevadas y este es un programa que puede ayudar.

Fue la primera decana, y ahora vicedecana, de la Facultad de Medicina, que inicia su sexto curso. ¿Cómo recuerda su puesta en marcha?

Aquel comienzo fue complicado y recuerdo que había gente que hubiera podido entrar y me decían que no se matriculaban porque pensaban que estos estudios desaparecerían al año siguiente. Había mucho miedo a que eso pasase. Ahora ya no, los que se quedan no dudan de que aquí hay una docencia de calidad en Medicina.

El número de solicitudes se ha incrementado.

Medicina siempre ha tenido muchas solicitudes, han sido unas 2.000 para 60 plazas. Se ha incrementado la demanda en carreras de salud, supongo que por el efecto de la pandemia. Yo creo que la confianza en esta Facultad de Medicina ha ido creciendo en estos años, se ha estabilizado y pronto cogeremos velocidad de crucero.

Usted fue secretaria general de la UIB. ¿Cree que un rector de universidad debe ser catedrático?

La figura de catedrático ha ido perdiendo valor de autoridad académica, es sencillamente un reconocimiento a un trabajo hecho, a una docencia y a una investigación. Es un camino lógico. En este sentido, no creo que sea necesario ser catedrático. Lo que sí es necesario es estar muy implicado, tener muchas ganas y conocer muy bien la universidad. Y yo creo que en las universidades españolas, hay profesores titulares que conocen perfectamente cómo funciona la universidad.