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Karl Fagerström: «Prohibir las alternativas a los cigarrillos sería una fiesta para las compañías tabaqueras»

«A veces me pregunto si las drogas culturales también nos traen algo bueno. ¿Nuestra sociedad sería mejor sin café, sin alcohol, sin tabaco?»

El psicólogo clínico sueco Karl Fagerström, en un momento de la entrevista. | B.RAMON

Karl Fagerström es conocido mundialmente por el test que lleva su apellido y sirve para medir a través de varias preguntas el nivel de adicción en los fumadores. El psicólogo clínico sueco (Rättvik, 1946) tiene amplia experiencia en políticas de reducción del daño aplicadas al tabaquismo. Ha participado en el 8º Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y 26º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) que reúne estos días en Mallorca a más de 2.000 expertos internacionales vinculados al ámbito de la salud mental.

En España, todavía un 20% de la población son fumadores. Si en un país el porcentaje desciende por debajo del 5%, se puede llamar libre de humo. ¿Suecia ya lo ha conseguido? 

Casi, el porcentaje de fumadores es del 5,6%. Pero el objetivo final no debería ser bajar sólo hasta el 5%. Uno de cada dos fumadores a largo plazo muere por el tabaco, eso todavía es muy grave a nivel personal y para el sistema público de salud. 

¿El 0% es posible?

No creo. Mi experiencia es que la lucha contra las drogas es complicada, también contra las legales. Eso lo hemos visto en la historia con la prohibición del alcohol o también con el café, no funcionó, y creo que tampoco funcionaría con el tabaco. Si alguien se siente muy ansioso, busca alivio. A algunos les basta el café, otros necesitan nicotina o alcohol, otros necesitan drogas más fuertes. No podemos extinguir la nicotina de nuestras vidas, también porque es tan fácil hacer su propia nicotina, plantar tabaco, como otros tienen plantas de tomate, y fumar las hojas secadas.

El éxito de Suecia en la lucha contra el humo también se explica por el snus, un estimulante sin humo que contiene nicotina y se consume por vía oral. ¿Podría funcionar también en España?

Es difícil de saber. Hay que tener en cuenta que snus ha estado en la cultura sueca durante cientos de años. Empezó a bajar el consumo de snus durante la Primera Guerra Mundial y a subir el consumo de cigarillos porque los soldados los consiguieron más o menos gratis y se hizo mucha publicidad. Snus casi se erradicó, pero luego durante los años 60 se hizo evidente que fumar cigarrillos es perjudicial y causa cáncer. También se enfocaba más el papel de los fumadores pasivos. Al principio, snus era una cosa desagradable y causaba mal olor, las mujeres no querían saber de él. A finales de los 70, se empezó a envasar para su consumo en pequeñas bolsas parecidas a las bolsitas de té. Hoy en día, existen productos cuyos ingredientes son muy similares a los de reemplazo de nicotina.

¿Este producto, sí podría funcionar en España?

Sí, porque es más limpio, la fuerza de la nicotina es diferente. 

El Gobierno español prepara nuevas restricciones para fumadores. Hay planes para ampliar los espacios sin humo y subir los impuestos. ¿Es el camino más recomendable, o se debería tener en cuenta una legalización de snus?

Es posible hacer las dos cosas. Hoy, hay varias alternativas al humo —los cigarillos eléctricos, el snus tradicional, las nuevas bolsitas—, y si esta oferta es atractiva respecto a los precios, la accesilibidad o los impuestos, los fumadores mismos dejarían los cigarillos, sin prohibiciones. Los gobiernos tienen que entender que el problema grave para la salud son los cigarrillos. Prohibir las alternativas sería una fiesta para las compañías de tabaco. 

Sin embargo, fumar también tiene un componente social, facilita la comunicación...

Claro que sí, pero también tenemos el café, los caramelos, o estás con el móvil en las manos. La mayoría de las personas adictas empezaron por las razones que usted menciona. Preguntando por un cigarillo, se puede conocer a alguien. Se puede disfrutar un descanso, haciendo aros con el humo. Eso complica dejar los cigarillos. 

Con las medidas que usted recomienda, ¿en qué medida podría bajar la cifra de muertes por tabaco?

Hemos calculado cuántas vidas en la Unión Europea se podrían salvar si en todos los países habría los mismos usos de tabaco como en el caso de los hombres en Suecia —el caso de las mujeres es distinto—. Hemos estimado una cifra de 360.000.

Pero no sería un efecto inmediato, ¿no?

No, necesita tiempo, 30 a 40 años. Uno no tiene cáncer justo después de empezar a fumar. 

¿Qué efectos adversarios se han observado en el uso de snus en Suecia?

Es un poco agresivo en la boca, los dentistas podrían observar cambios. Pero no hay un riesgo más alto de cáncer. Tenemos muy pocos casos de cáncer de boca en comparación con otros países. El snus sueco es el único producto de tabaco reconocido como menos dañino por la US Food and Drug Administration, FDA. Para cigarrillos eléctricos, todavía no hay estudios a largo plazo. 

¿Los usuarios de snus, en su mayoría, son exfumadores?

Era el caso hasta hace unos veinte años. Hoy en día, muchos chicos empiezan con snus. Pero si no, probarían cigarrillos u otras cosas. A veces me pregunto si las drogas culturales también nos traen algo bueno. ¿Nuestra sociedad sería mejor sin café, sin alcohol, sin tabaco? Y ya que no vivimos en un paraíso —aunque usted y yo podemos tener una vida bastante buena—, muchos luchan con problemas financieros, mentales, físicos. El café, el alcohol, el tabaco les ayudan un poco. Necesitamos más tolerancia. No seamos ingenuos, los problemas no se pueden solventar del todo. No podemos abolir las drogas, pero tenemos que minimizar el daño. 

Hoy en día, ¿hay que preocuparse más sobre adicciones relacionadas con las nuevas tecnologías que con el tabaco?

Tengo dos nietos que son buenos en el colegio, pero pasan demasiado tiempo delante de las pantallas. Hay nuevas dependencias. Por ejemplo, nos fijamos demasiado poco en el consumo de café por los jóvenes. Hoy vemos niños muy pequeños en la calle tomando Coca Cola. Contiene cafeína, igual que las bebidas energéticas. Y más pronto el consumo, más importante el efecto para el cerebro. Hay que ver que también se van a desarrollar nuevos productos químicos adictivos que en un principio no van a estar registrados

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