Vox negocia con el PP por la espalda, y apuñala a su socio del Acuerdo conjunto para el Gobierno de las Islas Baleares en su víscera más sensible, el catalán definido por el Estatut como «lengua propia». No es un asunto personal, ni siquiera lingüístico, se trata simplemente de que la ultraderecha moderada está presionada desde Madrid ante el escaso beneficio extraído a sus resultados autonómicos.
Recapitulemos. Vox dispara el 28M sus porcentajes en Balears, y sobre todo en Palma. Pese a ello, regala Cort a Jaime Martínez y en un desastroso acuerdo de Idoia Ribas, por lo menos para su partido, renuncia al Govern. La excusa de que al PP le bastaba con su abstención se derrumba en Murcia, donde la extrema derecha fuerza la entrada en un ejecutivo de Fernando López Miras que solo necesitaba dos votos para la mayoría absoluta. En el Parlament eran cuatro.
Las torpezas políticas tienen consecuencias. En las generales de noviembre de 2019, el marcador de la derecha balear fue PP (2) - Vox (2). El pasado julio, PP (3) - Vox (1). Por tanto, los tardofranquistas no se dirigen con el desafío a sus votantes anticatalanes, sino a la cúpula del PP. Prohens regaló la Oficina de la Supremacía Lingüística para no ceder una conselleria. Ahora paga el precio solidario de su famoso Govern «en solitario». Un conseller de Vox hubiera salido más barato.
