Son las 10,30 de la mañana y Julia Raya está ya preparada en su habitación de la residencia La Bonanova de Palma, sentada con la ventana enfrente y las fotos de la familia (dos hijos, un nieto, un marido fallecido) en la mesa a su derecha. Camila Ros, la responsable residencial, le recuerda que hoy en Baleares hay elecciones. A sus 94 años, no está muy pendiente de la política, no le interesa, pero quiere ir a votar. Como la residencia es centro electoral desde 1996, lo tiene cerca. Antes de iniciar el camino y tras buscar el DNI en el espacio de almacenaje de su caminador, Julia se confiesa: "No sé a quién votaré, voy a ver cómo está el asunto y ya lo decidiré", cuenta: "A mí el que me gustaba era aquel que era tan guapo...". ¿Adolfo Suárez? "Sí". ¿Qué le pide a los políticos? "Que nos ayuden más". Después de votar, se va a pintar mandalas.

En la entrada de la residencia se han formado dos mesas donde votan los 350 usuarios que viven en la residencia (llegaron a ser casi el doble, pero la política del IMAS ha sido ir disminuyendo el tamaño y así hacer los centros residenciales más hogareños, humanos y asequibles de gestionar). Algunos usuarios están contentos con esta novedad en la rutina y con el trajín electoral; otros viven al margen, jugando tranquilamente al parchís o haciendo crucigramas en la cafetería, donde un gran televisor muestra un especial informativo electoral al que nadie hace mucho caso.

Con excepción de los que están en estancia temporal, en teoría todos los residentes de La Bonanova están empadronados en el centro y por tanto votan allí como el resto de gente de este barrio de grandes casas, aunque algún residente ha descubierto hoy que su familia no llegó a hacer el cambio: "Quería votar pero no estoy aquí apuntada", se lamentaba una señora mayor a la directora del centro, Maria Alemany, "me dicen que tengo que ir a Santa Catalina, pero no voy a ir, ¿le puedo dar mis sobres a mi amiga para que vote ella por mí?". La negativa frustra a la pobre mujer, que ya bajaba con los sobres en la mano. Otros llegan sin nada y sin saber muy bien qué tienen que hacer. Los únicos interventores allí presentes son los del PP y VOX, de los otros partidos no hay nadie. Algunos residentes no han podido votar porque la familia es la que tiene su DNI y no se lo han traído, pese a que desde la residencia se lo recordaron. Algunos sí se han acercado para acompañar a su padre o abuelo a votar.

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Elecciones en la residencia La Bonanova de Mallorca: "A mí el que me gustaba era aquel guapo, Adolfo Suárez" Guillem Bosch

Manuel Piqueras, de 86 años, está encantado con el movimiento de la jornada. Ha votado pronto, con su gorra de España bien calada. Socialista de toda la vida: "Estamos mal, pero estaríamos peor con los otros", dice riendo. Natural de Albacete, ha trabajado toda su vida como albañil y como camarero: "Voto al PSOE porque es el que más ayuda a los pobres", resume, sentado junto al punto de votación. El guarda de seguridad ayuda a llegar a las urnas a otro usuario que va en silla de ruedas y le pregunta a quién va a votar. "Al PP", le dice; y el otro hace la broma de llevárselo para atrás: "¡Ah! ¡Pues entonces no le llevo!". Ríen todos.

Encarna, la centenaria abstencionista

Encarna Vigas cumplió los cien años el pasado 15 de marzo. Se ha maquillado y puesto guapa porque le han dicho que le iban a entrevistar, pero no tiene ninguna intención de votar. Es una persona nacida en 1923, que ya las ha visto de todos los colores y ya no se cree nada: "Todos son iguales, mucho 'blablabla' y después no hacen nada, suben al poder, cogen el sillón y ya". Reconoce que en general no ha votado mucho en su vida. Solo una vez se lo planteó porque su nieto iba a ir en un partido, no recuerda cuál, pero al final no salió. "Me da igual quién salga, no me van a subir el sueldo", concluye resuelta.

Encarna Vigas, usuaria de la residencia La Bonanova de Palma

Isabel Retamar, de 81 años, ha desayunado primero, después ha ido a votar y luego se ha juntado con sus amigas de la residencia en la cafetería. Toda la vida ha votado lo mismo, no desvela a quién: "El voto es secreto". Pide a los políticos "que lo que han prometido lo hagan". Pensando en los jóvenes les demanda "que tengan trabajo y que se puedan independizar" y pensando en la gente mayor les pide "más residencias como ésta". Ella lleva cuatro meses viviendo allí y aunque llegó algo triste, hoy está encantada con sus nuevos compañeros de vida diaria. Por eso pide más residencias como La Bonanova. ¿No cambiaría nada? "Bueno, sí.... ¡queremos una piscina!". Sus amigas asienten:"¡Y un socorrista guapo!", añade una.

Isabel Retamar y sus amigas de La Bonanova

No se quedarán a esperar los resultados esta noche, esperarán a mañana a ver quién ha ganado y a quién tendrán que reclamarle esa anhelada piscina (y el socorrista guapo).