Prácticamente todo el agua residual, que es tratada en las 77 depuradoras que dispone Baleares y que termina en el mar, cumple con todos los parámetros medio ambientales y no es contaminante, según han afirmado esta mañana el conseller de Medio Ambiente, Miquel Mir y el secretario general de la Agencia balear del Agua, Juan Calvo. Ambos responsables políticos han presentado esta mañana el informe anual de saneamiento y depuración, que detalla las cifras de hectómetros cúbicos de agua que se trataron el último año en las islas, que supone un incremento del 14,21% con respecto al año anterior.

De las 79 depuradoras, solo una de ellas incumple los parámetros mínimos que impone la directiva europea. Se trata de la depuradora de Vila, en Eivissa, que es la que recoge más agua residual de la isla, que se está construyendo una nueva instalación para que cumpla esta normativa para evitar agua contaminada al mar.

El conseller Mir quiso destacar esta mañana la importancia que supone para el medio ambiente la gestión total del ciclo del agua, para mejorar su eficacia. Detalló que desde la pasada legislatura se ha recuperado el dinero que se recaudaba a través del canon del agua, que antes se gastaba en otros proyectos y que ahora se utiliza para mejorar las instalaciones, como por ejemplo las depuradoras. Gracias al pacto del agua que se firmó en el año 2019, entre varias administraciones de Baleares, según recordó el conseller, se marcó la hoja de ruta que se debe seguir para un mejor tratamiento de las aguas residuales, para lograr que no contaminen. Este propósito ha supuesto una inversión de 420 millones, tanto para construir nuevas instalaciones, como para mejorar las depuradoras ya existentes.

Miquel Mir explicó que cuando asumió la dirección de la Conselleria, de las 79 depuradoras que gestiona el Govern, ocho de ellas no cumplían con los parámetros de la normativa europea. Para solucionar esta situación se han tenido que realizar fuertes inversiones y se ha logrado reparar siete de estas ocho instalaciones. La otra está en fase de solucionarse cuando se terminen las obras. Solo estas reparaciones de las siete instalaciones han supuesto un gasto de casi quince millones de euros.

El titular de Medio Ambiente advirtió que la mayor parte de estas infraestructuras de tratamiento de aguas residuales están al borde de su capacidad y ello se debe a la presión demográfica que están sufriendo las islas. Por ello, Mir aprovechó la explicación para apostar por un decrecimiento de esta presión demográfica, sobre todo de visitantes, en lugar de ampliar la capacidad de estas instalaciones.

Juan Calvo, responsable de la Agencia Balear del Agua, señaló que se trataba para evitar que las aguas residuales se mezclen con las aguas de las alcantarillas, lo que también ha obligado a realizar una fuerte inversión económica. Solo en mantenimiento ordinario y mejoras de estas instalaciones el Govern ha invertido cien millones de agua. Calvo también coincidió en que las instalaciones están al límite de su capacidad.

Sobre la depuradora de Palma, que pertenece al Estado y que gestiona directamente la empresa Emaya, el conseller explicó que necesita una fuerte inversión estatal para poner al día las instalaciones. La depuradora es antigua y fue construida con un cálculo de habitantes que está muy lejos de la población actual. Mir explicó que a través del canon de agua se ha construido un nuevo conector y un depósito de tempestades, y si bien estas instalaciones han mejorado la situación, se hace preciso construir una nueva depuradora acorde a la población actual. Esta obra no la puede asumir el Govern, sino que al ser propiedad del Estado es el que debe pagar el proyecto. Existe un compromiso de que estas obras se realicen el próximo año. Esta previsto que se inviertan fondos de Europa.

Miquel Mir quiso destacar el trabajo que realizó su compañera de partido, Neus Truyol, en su anterior cargo de presidenta de Emaya, afirmando que fue una gestora valiente porque afloró el problema de los vertidos de aguas residuales a la bahía de Palma debido a la insuficiente capacidad de la depuradora. Gracias a asumir este problema se trabajó para conseguir solucionar la situación, que pasa por construir una nueva depuradora.

Todas las aguas residuales que son tratadas en las depuradoras se vierten al mar, si bien debido al tratamiento que reciben no son contaminantes. También una parte de estas aguas se utilizan para el riego o para regar en terrenos agrícolas, ya que no son aptas para el consumo humano.