El preacuerdo para subir los salarios del sector balear del metal un 14% en tres años, y que durante su reciente visita a Palma fue expuesto por el secretario general confederal de CCOO, Unai Sordo, como un ejemplo del buen hacer sindical en las islas, se ha disuelto como un azucarillo. La asamblea de trabajadores celebrada durante la noche del lunes, rechazó ese pacto inicial por 98 votos en contra y 78 a favor, lo que provoca que CCOO, UGT y USO se vean ahora obligados a volver a sentarse con la representación de los empresarios, con el riesgo de que éstos opten por reducir su oferta anterior, y preparar nuevas movilizaciones para el mes de junio. Los responsables de estas organizaciones reconocen que la situación que se ha generado es «muy complicada».

Un aspecto a señalar es que ni el secretario general de la federación balear del metal de CCOO, Daniel Cámara, ni el responsable de Política Sindical en esa misma rama de UGT, Roberto Serrano, recuerdan una situación similar, en la que un principio de acuerdo en un convenio sectorial haya sido tumbado posteriormente por la asamblea de trabajadores.

Causas del rechazo

El análisis que se hace de las causas que han llevado a esta desautorización del principio de acuerdo varían según el responsable consultado. En opinión de Cámara, la negociación del preacuerdo, una vez iniciada la huelga en el sector el pasado día 16, fue muy rápida, al cerrarse el día 17 por la tarde, lo que no ha dado tiempo a que el pacto fuera asumido por las bases. La explicación de Serrano es más simple: a la asamblea fueron los trabajadores más descontentos porque otros muchos pensaron que el pacto estaba cerrado y se quedaron en casa. El representante de UGT no oculta su decepción ante la baja participación en la votación del lunes (176 personas), sin que hubiera representantes de uno de los grupos con más peso en el sector, como es el del automóvil. En este sentido, se recuerda que el sector agrupa a unos 42.000 trabajadores, y que la asamblea estaba abierta a la participación de delegados y de afiliados a las tres organizaciones sindicales.

Cámara y Serrano no ocultan su sorpresa ante el resultado final, al insistir en que se trataba de un buen acuerdo que, como se dijo en su momento, fijaba mejoras en las retribuciones superiores a la media estatal y hacía que las tablas salariales de este sector balear dejaran de estar en la cola del país.

Los pasos a partir de ahora están claros, pero desde los sindicatos se reconoce que su resultado resulta muy difícil de prever. Estas organizaciones han comunicado ya a la patronal que hay que volver a sentarse para retomar la negociación del convenio colectivo, y ya se anuncia que se va a convocar una nueva huelga en el sector, con la estructura de la anterior. Es decir, los planes iniciales contemplan convocar paros para los días 6, 7, 8 y 10 de junio, con movilizaciones el primer día en el polígono de Son Castelló, el segundo en Can Valero, el tercero en el de Marratxí y el cuarto (sábado) en el aeropuerto de Palma.

Final incierto

Los responsables de CCOO y de UGT admiten que lo que se abre ahora es una evolución del conflicto muy complicada y de final incierto.

Para empezar, se reconoce que previsiblemente la parte empresarial retirará de la mesa la oferta que dio pie al preacuerdo, y que contemplaba un alza del 4% anual para 2023, 2024 y 2025, y una compensación adicional del 2% sobre los salarios brutos durante el presente ejercicio para compensar por la inflación. En palabras de Serrano, el riesgo es tener que volver a negociar «partiendo de cero».

Pero además, para que la patronal acepte mejorar todavía más el preacuerdo que ha sido rechazado, se asume que las movilizaciones y la huelga van a tener que alcanzar unos niveles de seguimiento superiores a los conseguidos durante la pasada semana, algo que se antoja difícil, según se admite. Hay que tener en cuenta que la protesta estuvo muy concentrada en el personal de telecomunicaciones, con apenas seguimiento en otras actividades.