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La querella que relanza a Neus Truyol

Neus Truyol. MANU MIELNIEZUK

La Audiencia ha acometido, en cuatro autos brillantes y pedagógicos, la impugnación total de un despropósito, el procesamiento de Neus Truyol y compañía Emaya. La querella que implicaba la destrucción de la carrera política de la concejala de Més, unida a la intención de la fiscalía de meterla en la cárcel, se han traducido en el mayor impulso imaginable a la candidata ante el 28M. Quienes recordamos la herida infligida a Palma mediante la enajenación de doce solares de Son Vida, no podríamos respaldar en ningún caso a su autora. Sin embargo, al quedar desmontada su absurda vinculación con vertidos prolongados durante décadas, ha relanzado sus aspiraciones electorales. Sic transit la gloria de quienes se las prometían muy felices.

Nadie pedirá aquí centenares de años para los funcionarios implicados en el procesamiento erróneo, porque se han limitado a cumplir con su trabajo. Cabe atribuir a la pura coincidencia que la izquierda siempre sea culpable de antemano en Mallorca, al igual que la mafia es inocente por antonomasia. No conviene llorar en exceso la angustia de los políticos que han llevado a Palma a su misérrima situación actual, pero el «juicio innecesario» a un cargo votado por la ciudadanía adquiere una especial gravedad, en cuanto supone el desafío frívolo a un proceso democrático.

La justicia brilla especialmente cuando se limita a rescatar las evidencias, y nadie albergaba la mínima duda sobre la desvinculación de Truyol con residuos antediluvianos. Més debe celebrar la catapulta electoral laicamente, según corresponde a un partido ecosoberanista, y en consonancia con una teniente de alcalde que ha asumido estoicamente su ridículo calvario. La izquierda del confeti, o de los vertidos injustamente atribuidos, no logrará las lágrimas o la petición de perdón de los funcionarios postrados gimoteantes ante los dueños de Mallorca. Una isla tan fantástica, que en ella todavía asombran los triunfos de la razón.

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