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OPINIÓN

Bauzá no es mallorquín, por Matías Vallés

José Ramón Bauzá.

¿Cuál será la próxima acusación vertida sobre algún president balear del PP?, ¿circular en patinete por la acera?, ¿sustracción de golosinas a un niño? El Consolat no les sienta demasiado bien a sus sucesivos ocupantes populares y, cuando el filón parecía agotado por la desaparición de los titulares, se acuña una asombrosa denuncia por «acoso psicológico» en Bruselas, donde ni siquiera pueden culpar al «partido de Sánchez»..

El PP nunca dejará de sorprendernos y, ante el enmudecimiento de Patricia Guasp previo a la extinción definitiva de la broma de Ciudadanos, tal vez los populares deberían opinar sobre su exaltación de un José Ramón Bauzá que obtuvo unos resultados inigualables, 35 de 59 diputados. Y que seis años atrás seguía presidiendo al partido mayoritario de la derecha.

Bauzá vive al filo y siempre se ha salido con la suya, en una fenomenal huida hacia adelante. Seguro que el acoso psicológico es otra invención antiespañola, como Qatar, la farmacia millonaria, el pisito millonario y la vinoteca. Enhorabuena anticipada por saldar el nuevo escándalo sin un rasguño, pero cabe reclamar que se le despoje de su nacionalidad mallorquina, con la misma furia identitaria que despliega Andalucía para proteger a la Santísima Virgen del Rocío. El último president del Govern del PP nació en Madrid, gobernó Balears desde esa urbe y su madrileñismo es indubitable, superior incluso a la devoción de Ayuso por la capital. Allí se las compongan.

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