En el informe hablan de una tendencia a la baja en la llegada de pasajeros por vía marítima y aérea, pero lo atribuyen al descenso del turismo por la pandemia. ¿Son cifras engañosas?
Sí, son cifras engañosas. Balears depende de un solo sector, y cuando el sector cayó por la pandemia se generó una tensión social. Así que todos los esfuerzos políticos se centraron en recuperar la situación de la que se partía, sin atender otras cuestiones. Fue un error recuperar el modelo anterior porque venía cargado de desequilibrios, pero se hizo a cualquier precio. Se ha aprobado la Ley de sostenibilidad hotelera, pero se ha enfocado a reforzar la rentabilidad de las plazas hoteleras mejorando la calidad y subiendo los precios. Nada de decrecimiento o reconversión de plazas hoteleras. Y en términos de pasajeros, la idea era que viniera todo el mundo, reactivando conexiones aéreas y promocionando turísticamente la isla. El discurso ha sido crecer, crecer y crecer.
La transición energética sí ha empezado de manera más decidida, pero a costa de consumir suelo rústico.
La transición a las energías renovables tiene que ser justa. Debe haber una planificación para saber dónde instalar estas infraestructuras y priorizar el autoconsumo y las comunidades energéticas. En este sentido se ha hecho un buen trabajo, pero no con el impulso necesario. ¿De dónde viene el impulso grande? No de las administraciones, si no del mercado. Y al mercado solo le interesa la rentabilidad. Pero como que no se ha hecho una planificación territorial previa, el mercado se mueve, y si nosotros no planificamos, planifican ellos. No hemos podido blindarnos para poder exigir a las empresas una serie de condiciones, y eso está generando una oposición a grandes proyectos fotovoltaicos.
En las ciudades no hay suficientes techos para generar la energía renovable necesaria. ¿La ocupación de fotovoltaicas en rústico es inevitable?
Efectivamente. Seguramente la superficie cubierta disponible no será suficiente, pero nadie ha hecho un estudio para cuantificarla y conocer su potencial. Detrás de las renovables hay inversión privada, muchas veces fondos de inversión que no sabemos dónde estarán dentro de 30 años. Tendremos que ir al suelo rústico, pero tenemos que decidir nosotros en qué condiciones. Y ahora la administración va a remolque. Como que no hemos planificado, el mercado ocupa grandes extensiones de rústico sin que hayamos podido evitar que sea en un suelo de alta fertilidad.
«El impulso a las renovables viene del mercado, que solo se interesa por la rentabilidad»
En el informe hablan de una transición no iniciada: la del crecimiento de la población por el aumento de la inmigración. En este caso no es que haya una transición, es que no hay debate.
Es un debate delicado, pero necesario. Generamos un modelo económico que requiere mucha mano de obra. La gente viene a vivir aquí, pero ¿en qué condiciones lo hacen? ¿Y qué capacidad tenemos nosotros de cubrir sus necesidades en términos de servicios o de acceso a la vivienda? Nuevamente vamos a remolque: las cosas pasan y después pensamos qué políticas hacer para amortiguar sus impactos negativos. El crecimiento poblacional también se relaciona con el mercado de lujo. No solo viene gente a buscar trabajo para sostener este modelo económico, en paralelo hay un sector inmobiliario muy enfocado al lujo y con una circulación de dinero sin límites que también implica un incremento de la población. Así como el Estado aborda los retos que plantea la España vaciada, nosotros tenemos que pensar en los retos que suponen unas islas superpobladas. Y no tenemos ni los recursos ni el espacio para el aumento de la población que se prevé en los próximos años.
El pasado verano se rozaron los récords de turistas y pernoctaciones de la prepandemia. ¿Este verano se pulverizarán?
Tal como van las cosas, es muy probable que ese sea el escenario.
«El debate del aumento de la población es delicado, pero necesario»
El Parlament aprobó en la última sesión de la legislatura la Ley de Bienestar para las futuras generaciones. ¿Qué cambios implicará?
Que las políticas que se hacen hoy tengan en cuenta su impacto sobre las generaciones futuras. Significa que a veinte o treinta años, cuando planifiquemos cuestiones estratégicas a nivel de territorio o de infraestructuras, pensemos no solo cómo resolvemos la situación hoy, sino que también nos adelantemos a unos escenarios que serán más complicados en términos climáticos o de disponibilidad de recursos energéticos. La planificación que hagamos hoy no puede condicionar el futuro de las generaciones que están por venir. En relación a parámetros ambientales y también a su acceso a la vivienda, la cultura o de su bienestar. Por ejemplo, cuando se planifique un crecimiento urbanístico hay que pensar qué disponibilidad de agua habrá no solo hoy, sino dentro de 30 años.
La Asamblea Ciudadana por el Clima ha aprobado limitar la entrada de visitantes y vehículos a las islas. ¿Realmente cree que Govern o Consell van a hacer algo por poner esos límites?
Lo hicieron en Formentera.
De Formentera a Mallorca hay un salto.
He querido hacer un ejercicio de positividad [risas]. Tenemos que ver qué capacidad tenemos para implementar esos límites en las otras islas porque los mismos argumentos que sirvieron para Formentera, sirven para el resto. Tenemos el precedente, pero hay cuestiones competenciales que resolver. No puedes decir que limitaremos pasajeros y vehículos cuando las competencias en puertos y aeropuerto no son tuyas , así que tendrás que lucharlas. Y para ser coherente no puedes abrir líneas aéreas a Nueva York. Lo positivo es que al menos ya hablamos de esto, hace cuatro años hubiera sido impensable.
La legislatura se acaba. ¿Cómo valora la gestión del Pacte?
Si hablamos estrictamente de la conselleria de Medio Ambiente se han hecho avances y se han abordado cuestiones pendientes desde hace mucho tiempo. Pero el crecimiento territorial no se ha detenido, se han impulsado nuevas construcciones, ha habido posicionamientos muy débiles ante el crecimiento turístico, y no ha habido una política de protección del suelo rústico. En este sentido no nos hemos sentido acompañados porque hemos puesto infinitas propuestas sobre la mesa.
Plantea muchos retos para los próximos años. ¿Un hipotético Govern de derechas a partir de junio implicaría retrocesos?
En un escenario de derechas los retrocesos son evidentes. Sabemos cuál es su posicionamiento, su talante y las políticas que han hecho siempre. No pintará bien si tenemos un cambio de Govern. Es evidente que a todos nos conviene más un Govern que afronte esos retos y que plantee espacios de diálogo y escucha, a un Govern que se cierre a reconocer la realidad y que pretenda continuar con un modelo ignorando o negando los retos que hay.
