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Lletra menuda

Lletra menuda: La alarma y amparo del teléfono

Al igual que la mayoría de las cosas, su utilidad o perjuicio depende del uso que se haga de él. El teléfono es ya una prolongación de nuestras extremidades y un usurpador de tiempo y mente, pero también ofrece recursos como elemento de auxilio y lugar de amparo, incluso en días oscuros y horas de desesperación. Ocurre así cuando la comunicación telefónica se presta a la confidencialidad anónima y sabe responder de forma adecuada. Hablamos del Teléfono de la Esperanza, más en concreto, de los datos preocupantes de su último balance de actividad, porque constituyen un claro reflejo de males personales con repercusión de inequívoca enfermedad social.

El incremento alarmante de llamadas de niños y jóvenes con consultas de tendencia suicida, con respeto a las cifras previas a la pandemia, es un síntoma que va mucho más allá del problema personal de cada uno y se convierte en una problemática que reclama intervenciones transversales con implicación familiar, profesional, social y administrativa. El Teléfono de la Esperanza reafirma un incremento de negación activa de la vida, entre los jóvenes, que ya había sido puesto en evidencia y denunciada desde distintos ámbitos. Habrá que desgranar entonces el porqué de este fenómeno presente entre quienes en apariencia lo tienen todo, y el futuro abierto. Tampoco se pueden marginar las causas de la soledad y depresión en un ámbito mayoritariamente femenino. El teléfono, tantas veces obsesivo y esclavizante, se convierte en casos como los que nos ocupan en instrumento de amparo y puente de reconstrucción personal. Es el doble filo de la tecnología inseparable de la vida cotidiana.

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