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La Mallorca de los hoteleros vende sus establecimientos en masa a grupos extranjeros

Baleares acaparó la mitad de las compraventas de hoteles vacacionales en 2022, y fue la comunidad con una mayor inversión hotelera, siempre desde el exterior, por un monto total de 900 millones de euros

El Blau Portopetro, ahora Ikos, está siendo sometido a una gran reforma. DM

Baleares aporta la cuna de dinastías hoteleras de la talla de Escarrer, Barceló, Fluxá, Matutes o Riu. Mientras estas cadenas prosiguen a buen ritmo con su expansión internacional, se da la paradoja de que los activos locales son adquiridos con avidez por compañías extranjeras. En 2022, la cifra total de hoteles vendidos en el archipiélago rondó los 900 millones de euros, según el Informe de Inversión Hotelera elaborado por la asesora inmobiliaria Christie&Co.

Uno de cada cuatro euros de inversión en el mercado turístico en España durante 2022 correspondió a Baleares, que solo cubre un uno por ciento del territorio estatal. Con Canarias en retroceso, la suma de Eivissa y Mallorca superó incluso al recalentado mercado madrileño. La superioridad sin distinciones de establecimientos, ronda la hegemonía al examinar la venta de hoteles vacacionales. El archipiélago bordea la mitad de operaciones llevadas a cabo en este capítulo, con el mazazo adicional de que duplica el peso de las compraventas registradas el año anterior. La planta hotelera local es más sensible a los compradores que en ningún otro momento de su historia. De nuevo, con la ironía de que los gigantes extranjeros se instalan en las localizaciones más apetecibles.

Por tradición, el segmento vacacional se caracteriza por un valor económico más discreto. No ha ocurrido así con las casi cuatro mil habitaciones que cambiaron de manos en Baleares a lo largo de 2022. Frente a un precio medio español de 170.000 euros, las transacciones en Mallorca rondan los 190.000 por unidad , y en el caso de Eivissa se disparan hasta 290.000. Las islas se están desprendiendo de sus posesiones más cotizadas.

Las operaciones individuales permiten apreciar la posición sobresaliente de Baleares en el mercado hotelero. Eivissa y Mallorca comparten el cambio de manos de cinco hoteles y más de un millar de habitaciones de Alua, con la gigantesca Hyatt egresada de Capdepera en el papel de comprador. La cadena norteamericana ha desarrollado una auténtica obsesión por gestionar establecimientos mallorquines.

La preeminencia ibicenca se centra en la venta de los dos centenares de habitaciones del 7Pines Resort, al oeste de la isla. La adquisición corresponde a Engel&Völkers por 130 millones de euros. La gestión se ha encomendado asimismo a Hyatt.

Entre las operaciones de calado de inminente inauguración, la más inesperada consiste en el cambio de manos de Blau Portopetro, que cuenta con el valor sentimental suplementario de haber sido la sede original en todo el mundo del Club Méditerranée. En décadas precedentes hubiera resultado inverosímil que un hotelero griego pusiera una pica en Mallorca, pero Andreas Andreadis ha incorporado el enclave meridional mallorquín al porfolio de Ikos, que también ha comprado un establecimiento en la Costa del Sol y que presume de un producto de lujo a precios moderados. Formentor, Punta Negra o Galatzó son otros parajes valiosos de reciente expropiación.

El exhaustivo informe de Christie&Co omite, por salirse de su calendario, una de las operaciones recientes más significativas. Con el cambio de año, la familia Hidalgo se ha desprendido de la joya de su corona hotelera. En su liberación de activos, ha vendido el BeLive Palace de Muro, el único cinco estrellas de su treintena de establecimientos, a una alianza propulsada por el fondo estadounidense Bain Capital. El trasvase incluye un establecimiento canario, hasta sumar un total de 83 millones de euros. El desenlace marca la frustración de las negociaciones con Matutes, que figuraba entre los candidatos más destacados para protagonizar así una entrada en Mallorca desde la cima, pero que no satisfacía las expectativas económicas de los dueños de Globalia.

Las perspectivas para el ejercicio en curso apuntan a que se ahonde en la inversión o despojamiento de hoteles mallorquines a manos de potentes grupos extranjeros y de fondos buitre. Los productos más apetecibles se sitúan en el rango alto de la oferta, entre cuatro o cinco estrellas. De mantenerse la tónica actual, 2023 se coronará como el año en que una habitación de hotel en Mallorca se cotizará por primera vez por encima de los 200.000 euros. Por el precio de esos recintos de medio centenar de metros se puede adquirir una casa entera con jardín en numerosas comunidades españolas. Se confirma así que la especulación hotelera corre paralela a la inmobiliaria.

Ahora mismo, Meliá negocia con ADIA, el fondo soberano de Abu Dhabi donde reside Juan Carlos I, la venta de la mitad de siete hoteles de Magaluf. De prosperar, sería una de las grandes operaciones del año, y no fue desmentida por Gabriel Escarrer en una entrevista con este diario. Desde antiguo se ha comentado la contradicción de que los denominados hoteleros mallorquines solo dispongan en su isla natal del veinte por ciento a lo sumo de su negocio. Esta situación puede desembocar en una Mallorca pujante turísticamente pero controlada definitivamente por firmas extranjeras.

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