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BOULEVARD

Boulevard | Toni Nadal le cantó las cuarenta a Mariano Rajoy en La Moncloa

Gabriel Alomar, nieto del arquitecto de Juan March de idéntico nombre, se incorpora a las listas del PSOE en el Consell de Mallorca con la vista puesta en la ordenación territorial

Tras asombrar al mundo con su propuesta de meter a los palmesanos en contenedores, Cort prepara su próxima solución habitacional.

Salta a la pista el nuevo discípulo de Toni Nadal. Responde por Alberto Núñez Feijóo, a ver si aprende algo. Entre el entrenador mallorquín y el PP del gallego existe la misma vinculación que entre Ramón Tamames y la Vox de Santiago Abascal. La sorpresa de la identificación no atenúa el compromiso. El creador de Rafael Nadal insiste en que no es político, pero nadie se zambulle en el océano a medias.

No se entiende muy bien que un ganador múltiple de Roland Garros se interese por compartir una Fundación política con Fátima Báñez, pero no estamos aquí para resolver los misterios insondables de la psique humana. Nos interesa más reseñar que el problema corresponde a la parte contratante de la parte contratada. Un antecesor de Feijóo llamado Mariano Rajoy puede informar al actual presidente del PP sobre el estilo directo de Toni Nadal, que habla como entrena.

Recuerden dónde leyeron antes la intensa escena vivida en una recepción en la Moncloa a Rafael Nadal, cuando todavía era noticia que ganara un Grand Slam. Al anfitrión Rajoy le faltó tiempo para quejarse de las críticas que recibía y de sus problemas de imagen. Toni Nadal no se brindó a consolarle, sino que le cantó las cuarenta y le detalló sin ambages los motivos de la impopularidad de su Gobierno. No omitió ninguna de las causas de la antipatía que generaba, y esa fue precisamente la palabra empleada. El presidente del Gobierno se limitó a darle la razón, como hace con todo el mundo. El gallego antiguo del PP no fue un alumno muy aprovechado, el nuevo gallego puede irse preparando, aunque más le vale atender si desea presidir España. A propósito, imaginen la palpable irritación del PSOE mallorquín con el fichaje por Feijóo del director de la Rafa Nadal Academy, a la que concedieron escalofriantes beneficios urbanoturísticos.

Los ultraprogresistas odian a Juan March Ordinas hasta el punto de retirarle su nombre a las Avenidas, que se han hundido desde entonces. A continuación, programan simultáneamente dos espectáculos consagrados al magnate en el Teatre Principal, con el agravante de que la excelente novela Reis del món ahora dramatizada pondera al tiburón por encima del espiritual Joan Mascaró.

La conclusión establece que Mallorca no logrará escapar jamás al campo magnético de March y, si Més supera su fase de eterna pubertad, devolverá las lápidas del nomenclátor al fundador de la Palma contemporánea. En el mismo Consell de Mallorca que alberga el Teatre March Principal, las listas socialistas de Catalina Cladera conectan con el innombrable. Entre los candidatos figura Gabriel Alomar, doctor en Geografía y nieto del ilustre arquitecto del multimillonario con el que comparte nombre. No está de paso, el profesor de Geografía que denunció a su departamento de la UIB ha sido incorporado con la vista puesta en la ordenación territorial de la isla.

Ya conocen la curiosa pretensión ecosoberanista de que los indígenas vivan en Mallorca en contenedores, para que los extranjeros puedan residir en mansiones. Ahora les anunciamos en exclusiva que, tras asombrar al mundo con su pretensión de enlatar a los palmesanos, Cort ya prepara su próxima solución habitacional. La tienda de campaña que desvelamos en exclusiva en la imagen que hoy nos ilustra sale por 2.500 euros, con una superficie cubierta de 47 metros cuadrados, cuando por esa cantidad no puedes comprarte ni un metro cuadrado de vivienda en Palma. Además, esta máquina de vivir consta de doble puerta y una ventilación de 360 grados. En efecto, dan ganas de mudarse ahora mismo, por citar el eslogan electoral de Més.

Me veo obligado a comunicarles que Antoni Serra no ha muerto, porque la vida sin gente como él parece una equivocación. De pocas personas puede decretarse con idéntica firmeza su inmunidad a la desaparición por exceso de vitalismo. El irónico cascarrabias me enseñó a discutir, nos provocaba traicionándose a sí mismo, para que ensayáramos los golpes que siempre fintaba con su maestría burlona. Era nuestro Toni Nadal, estaba de ida de todo, la ambición de secciones como ésta consistía a menudo en reproducir su estado de ánimo, su inviolable compromiso epicúreo. Nunca se/nos amargaba, y cualquiera puede escribir, pero nadie leía como él.

Reflexión dominical tenística: «¿Quién es ese señor tristón y con cara de perdedor que aparece en la foto junto a Toni Nadal?»

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