Victoria Ramis empezó a fumar con 14 años, en los baños del colegio. Y desde entonces hasta los 68 años el tabaco ha estado presente cada día de su vida. No se acababa los ‘pitis’ hasta el final, pero los encendía casi con compulsión, y al final del día se había bajado hasta dos cajetillas. Su familia ya había desistido de decirle nada: sabían que no lo dejaría hasta que lo decidiera ella.

Y un día del año pasado lo decidió. Se levantó y dijo: «Ya no quiero fumar más». Y se fue al centro de salud, porque sabía que allí ofrecían ayuda. Rehusó el tratamiento en grupo, pero conectó con la enfermera, se cayeron bien, y acordaron que le iría marcando retos y que cada quince días se verían para ver cómo se sentía. «Me daba ánimos, refuerzo positivo con lo que iba logrando y también consejos», explica Victoria. La primera quincena el reto fue bajar de 40 a 20 cigarrillos diarios. Y más o menos bien. Después tocó bajar de quince a diez.

Ahí, por una desgracia familiar, se trastocó la evolución y Victoria volvió al centro de salud con la verdad por delante: «Este fin de semana me lo he fumado todo». Parecía que tocaba ir hacia atrás, pero después de ese desliz ya no fumó más.

Eso sí, para los momentos más desesperados recurre a la recomendación de una amiga farmacéutica: los cigarros sin combustión como apoyo en casos de urgencia (una nueva apuesta de la industria del tabaco, que ve peligrar su negocio al haber más conciencia y trata de hallar alternativas comerciales, que quizás no sean inocuas 100% pero sí menos nocivas). «Lo uso poco, le doy dos caladas y ya, me sirve para no fumar, después de 54 años estoy contenta de haberlo dejado, nadie se lo esperaba... pero hay días que me fumaría hasta el palo de la escoba», dice entre risas.

Victoria lo consiguió sola (con el apoyo de la enfermera), pero en 2022 casi un centenar de personas dejan de fumar en Mallorca gracias a las sesiones grupales de los centros de salud. El año pasado se formaron un total de 25 grupos y los centros de salud convocaron a un total de 385 personas para participar: 221 dijeron que sí. De estos, acabaron 130 (un 60%) y de los que lo hicieron, 91 consiguieron dejar el hábito.

La pandemia suspendiWó la actividad de los grupos, aunque según explica Noelia Martín Otero, subdirectora de Enfermería de Atención Primaria, desde los centros de salud los profesionales sanitarios hicieron una intensa labor por teléfono para seguir acompañando a los interesados en dejar de fumar, motivándolos y apoyándolos en su decisión. En 2022 se recuperó la actividad y las sesiones y se volvieron a las cifras de grupos de antes de 2019.

Noelia Martín recuerda que desde los centros de salud se ayuda a dejar de fumar de diferentes maneras: desde la intervención mínima que es el «consejo sanitario» (informar brevemente sobre los beneficios de dejar de fumar y de los riesgos de seguir haciéndolo y hacer una propuesta de cambio, sin culpabilizar, algo que facilita que entre un 1 y un 3% deje el tabaco a los seis meses); a la intervención breve de tres sesiones o la avanzada de seis (individual o grupal y que puede combinar la terapia cognitiva-conductual y el apoyo psicológico con el tratamiento farmacológico).

Entre las informaciones que desde Atención Primaria insisten en transmitir es que todos los profesionales deben implicarse en combatir el tabaquismo, que es una enfermedad y que es evitable.