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BOULEVARD

Boulevard | El cóctel de los Reyes en Marivent salió a cien euros per cápita

La recepción a la alta sociedad mallorquina salió por 38 mil euros para 400 personas, la Fiesta Nacional del Palacio de Oriente a 43 mil para 2.500 invitados, a 17 euros por asistente

El escudo del portal derecho de la fachada de Cort lleva tres años almacenado y a la espera de ser recolocado, tal vez la proximidad de las elecciones recomendaría la devolución a su posición sobre la puerta, con todas las garantías que exige un Bien de Interés Cultural. Guillem Bosch

Miles de votantes mallorquines me paran por la calle, para pedirme perdón por votar a sus partidos de toda la vida. Abundan las razones para desentenderse de todas las formaciones en liza, así que apuntaremos más arriba, a la corona o hasta la coronilla. Debemos y atribuimos a la tenacidad de Newtral el levantamiento del velo de uno de los secretos mejor guardados, cuánto cuesta el pícnic que los Reyes montan cada verano para la alta sociedad mallorquina.

(En el periodismo clásico, estaría obligado a detallar la cantidad en el párrafo anterior, en el periodismo de mentiras que nos ocupa, hay que embozar el dato para ganar clics). El cóctel servido por Santi Taura Catering el pasado cuatro de agosto en Marivent costó 38.115 euros, según el contrato hecho público por la Casa del Rey. Dado que se alimentó a cuatrocientos comensales, o trescientos según ¡Hola!, el coste de la cuchipanda salió a cien euros per cápita. O más.

El excelente trabajo de Newtral nos permite confirmar que la recepción de Marivent fue la más cara del año, concedida por la Casa Real y pagada por los demás. La Fiesta Nacional del Palacio de Oriente obligó a desembolsar 43 mil euros para 2.500 comensales, a 17 euros por asistente. Esto solo demuestra que en Madrid les dan rancho de peor calidad, en la relación de seis a uno en precios.

Con el descubrimiento de los cien euros públicos per cápita, nos transformamos de envidiosos en anfitriones del festín. Donde pone «Los Reyes invitan», debería rectificarse «Los mallorquines invitan». La cifra puede parecer considerable para un cóctel al que ni siquiera asiste Froilán, pero solo demuestra la predilección por Mallorca de los Jefes de Estado.

En todo caso, el precio que abonamos obliga a seleccionar con tiento a los invitados. O a hacerles pagar, alguno daría más de doscientos euros por la distinción. Y antes de que se nos tilde de resentidos, la Casa sabe que fui invitado en repetidas ocasiones a la Fiesta Nacional en el Palacio Real madrileño, aunque siempre tuve que excusarme por coincidir con citas inaplazables con mi inflexible pedicuro.

El padre de la informática es Norbert Wiener, casado con una alemana de impecable pedigrí nazi. En los años cincuenta, el genio escribía que «lo ideal es que la humanidad pase su vida en estrechas cajas de acero. Su caja será su castillo», un juego entrañable con el lema británico «su casa es su castillo». Quién iba a decirnos que Més materializaría la utopía digital, con sus contenedores exclusivos para palmesanos. Pero cuando Cort apunta con el dedo a las latas para sus conciudadanos, el tonto mira hacia Son Vida, donde los ecosoberanistas quieren desprenderse de los solares municipales con argumentos malolientes. Alguien se embolsará estupendas cantidades con dichas operaciones, ¿por qué no puede haber vivienda de protección oficial o contenedores en el barrio «más allá de Son Rapinya», como decía su ilustre vecino Luis María Pomar? Hemos defendido cerradamente a Neus Truyol en la descacharrante querella de los vertidos, pero no entendemos sus criterios urbanísticos, también a favor de los multimillonarios suecos y de los buitres inmobiliarios en La Soledat. (Deje de sermonear, y concrete un poco).

Concretemos. El escudo del portal derecho de la fachada de Cort lleva tres años almacenado y a la espera de ser recolocado. Tal vez la proximidad de las elecciones recomendaría la devolución del símbolo a su posición preeminente sobre la puerta, con las garantías que exige un Bien de Interés Cultural. Visto el descuido lacerante en la propia sede consistorial, imaginen cómo trata Cort a las barriadas. El único monumento que ilumina el Ayuntamiento es sa Feixina, siempre cumpliendo órdenes.

Amancio Amaro me hizo feliz, no pido ni digo más.

Reflexión dominical preelectoral: «El votante progresista se plantea si es más duro votar a la izquierda o soportar un triunfo de la derecha».

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