El sector náutico reclama diálogo y más recursos para posicionarse como motor de la protección del mar. Existe un contexto favorable y hay medios pero el reto es captarlos. 

Expertos de la náutica expusieron esta reflexión durante el debate Cap a una nàutica implicada, organizado el pasado miércoles por Fundación Marilles y el Club Diario de Mallorca. 

Durante este encuentro, relevantes profesionales del sector analizaron los retos y las soluciones para conseguir la mejora del litoral balear.  

Este evento se enmarca dentro del ciclo La Mar a debat. Compromisos per a la protecció de la mar balear, una serie de coloquios sobre las soluciones y propuestas que diferentes sectores, implicados en la salud del mar, pueden aportar para su protección. 

Este segundo debate del ciclo contó con la participación de Aniol Esteban, director de la Fundación Marilles; Gabriel Dols, presidente de FanMed; Ferran Muniesa, director del Club Náutico Arenal; Daniela Weber, presidenta de la Asociación de Brokers Náuticos de Balear y Juan Vicente Rosselló, gerente de Ports de las Illes Balears. 

La coordinadora del Club Diario de Mallorca, María Jesús Riera, inauguró el acto dando paso a Aniol Esteban, que abrió el debate, moderado por Sandra Espeja, de Fundación Marilles, con una ponencia en la que explicó los desafíos y las principales propuestas para que el sector náutico se convierta en protagonista de la conservación del mar balear. 

«Para conseguir que el mar del archipiélago sea un referente mundial en conservación hay que centrar el debate en las soluciones y no tanto en los problemas», aseguró Esteban antes de dar paso a su exposición sobre los tres retos principales de la náutica para ser un referente en sostenibilidad y cuidado medioambiental. El primer reto consiste en la buena convivencia con el litoral en un contexto de alta densidad de embarcaciones en las zonas de fondeo. El experto recomendó establecer límites ya que «si se erosionan los hábitats marinos, resulta negativo tanto para el sector náutico como para la sociedad en general».

El segundo corresponde a la reducción del impacto generado por los fondeos sobre hábitats vulnerables, la contaminación de las aguas y el ruido de los motores de las motos de agua. 

El tercer reto es conseguir que el sector náutico sea proactivo en conservación y regeneración con la aplicación de medidas como facilitar la recolección de datos, apoyar la creación de áreas marinas protegidas y unas aguas portuarias cristalinas. 

La náutica es un sector en continuo crecimiento en las islas con el correspondiente riesgo de un aumento de la masificación. Esteban aportó datos que lo confirman. Según el ‘Informe Mar Balear’, existen más de 24.000 amarres con una flota de unas 35.000 embarcaciones con más del 10% de incremento durante el verano. 

Propuestas de conservación

Frente a esta situación, el experto detalló algunas propuestas para mejorar en sostenibilidad. Entre ellas destacó la recolección de datos; la ordenación del litoral con un Plan Insular de Costas; la creación de campos de boyas para fondeos y un cinturón azul de balizamiento; el aumento de la inversión en vigilancia y control; la aplicación de límites al uso de motos acuáticas; la descarbonización; la protección de hábitats vulnerables; la creación de escuelas del mar en todos los clubs náuticos y el aumento de la financiación para conservar el mar. 

La conclusión de Esteban fue clara: «El sector náutico quiere conservar el mar y puede generar recursos para conseguirlo». 

La intervención del director de la Fundación Marilles dio paso a un debate en el que los participantes describieron la situación del sector náutico y expusieron posibles soluciones a los problemas. 

El primer bloque de análisis se centró en la saturación y las opciones para evitarla. En este sentido Gabriel Dols aseguró que en el mar existe también un problema de gentrificación como el que sufren las ciudades: «No tenemos que salir los que somos de aquí».

En este sentido, Ferran Muniesa, en representación del Club Náutico Arenal, manifestó que los clubes náuticos son «los primeros protectores del mar». En cambio, reclamó la colaboración público-privada para reducir la saturación. «La Administración ha regulado el sector sin los conocimientos adecuados», precisó. 

Los brokers náuticos de Balears con los grandes yates como protagonistas, estuvieron representados por Daniela Weber. «El sector de los grandes yates está demonizado en la sociedad aunque destinan recursos para la preservación medioambiental y la gestión de residuos», recalcó al tiempo que recordó que las islas son un punto estratégico del Mediterráneo porque ofrecen el mejor servicio a las grandes embarcaciones. «Durante la pandemia ha crecido la venta de yates porque la gente se siente más segura en el mar», indicó Weber.  

Lamentó que la Administración pública carece de «medios y recursos para controlar la saturación y los vertidos». Sostuvo que hay medidas para la sostenibilidad medioambiental como las embarcaciones eléctricas pero faltan ayudas. También criticó que tampoco existen sistemas de reciclado de embarcaciones. Reclamó una mayor inversión y dotar a la Administración de más medios para controlar la saturación. 

El gerente de Ports de Balears, Juan Vicente Rosselló, quiso recordar que los problemas del mar «no los generan los navegantes de las islas sino los turistas náuticos que no conocen la costa balear». Consideró que para solucionarlos hay que definir un objetivo claro «y no ir a salto de mata»

El segundo bloque del debate reflexionó sobre la manera de llegar al vertido cero en el mar y el papel de los cinturones azules de balizamiento para los bañistas. 

Por su parte, Dols abogó por la aplicación de un «balizamiento inteligente»: «El problema surge cuando se usa para que las embarcaciones no fondeen». 

El papel de los clubes náuticos en la descontaminación del mar con la recolección sistemática de datos fue defendido por Ferran Muniesa: «Hemos estudiado los vertidos de microplásticos en la bahía de Palma durante este verano para evitarlos». Del mismo modo, destacó la importancia de la Escuela de Vela para el fomento de la protección marítima. 

Boyas de bajo impacto 

El tercer bloque de reflexión se centró sobre la presencia de campos de boyas de bajo impacto medioambiental situados donde se produce una mayor presión de las embarcaciones. El gerente de Ports de Balears indicó que son una alternativa positiva. «La Administración y los navegantes buscan la protección porque el mar es nuestra casa. Este tipo de boyas ayudan a dar un servicio a los navegantes al tiempo que controlamos que no se fondee en zonas protegidas de pradera de posidonia», puso en valor Rosselló. 

En la actualidad existen siete campos de boyas de bajo impacto medioambiental y está prevista la instalación de cinco más, tal como comentó Rosselló. 

Entretanto, Rosselló aportó ideas sobre la manera de hacer que se cumpla la legislación. «Disponemos de muchas normas y pocos recursos para aplicarlas. Deberíamos contar con una Policía Náutica para ayudar a cumplir la normativa y sancionar», aseguró el gerente de Ports. «No hay que prohibir sino convencer», añadió. 

Los ponentes aprovecharon para plantear conclusiones sobre las soluciones adecuadas con el fin de conseguir la sostenibilidad del medio marino. Gabriel Dols abogó por el diálogo entre el sector náutico y la Administración antes de aplicar las medidas. Acerca de la limitación del número de fondeos lamentó que de los más de veinte campos de boyas de bajo impacto ambiental previstos en la legislación, solo se hayan instalado nueve. 

Ferran Muniesa recordó que pocos impuestos se destinan a la protección del mar y destacó el papel de los clubes náuticos en este ámbito. «El Club de s’Arenal ha puesto en marcha un plan para la mejora de las aguas gracias a diversas ayudas europeas», recordó. 

Daniela Weber defendió la despolitización de este debate sobre la sostenibilidad marina. Propuso la aplicación de los cánones que pagan en otros países para navegar y reinvertir lo recaudado en reducir la contaminación. Al final del evento, los asistentes tuvieron la posibilidad de participar en una encuesta sobre sus propuestas para avanzar hacia un hábitat marino mejor conservado.