Diario de Mallorca

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Investigador y profesor de Historia Contemporánea de la UIB
Entrevista

David Ginard: «Matilde Landa ocupó una posición de liderazgo entre las presas de Palma»

«La cárcel de la calle de Can Sales tenía fama de ser especialmente dura» - «Convertirla al catolicismo habría sido una derrota para sus compañeras»

David Ginard posa con su nuevo libro sobre Matilde Landa. Pere Joan Oliver

En 2005 David Ginard abordó la vida de Matilde Landa en un primer libro. Pero en los años siguientes, en el transcurso de sus trabajos de investigación centrados en la Guerra Civil en Mallorca, el historiador accedió a «fuentes muy potentes» que arrojan luz sobre la vida y la muerte de este símbolo de la represión franquista y que han merecido la publicación de Matilde Landa. El compromiso y la tragedia (1904-1942). Esta destacada militante del Partido Comunista y uno de los nombres propios de la represión franquista en Mallorca pasó los dos últimos años de su vida en la cárcel de la calle de Can Sales, donde murió porque no pudieron doblegarla. Presentará el libro el 7 de marzo a las 19:00 horas en la biblioteca de Cort.

Ginard es un historiador de referencia en la investigación y la recuperación de la memoria de Aurora Picornell.

Llama la atención que Matilde Landa acabara militando en el Partido Comunista siendo de una familia acomodada.

No era tan insólito. En los años 30 miembros de la pequeña burguesía se sintieron muy influidos por el mito soviético e incluso viajaron allí. Además el Partido Comunista tenía en aquellos años una gran capacidad para incorporar mujeres. Habitualmente primero colaborando en entidades del ámbito del partido como el Socorro Rojo Internacional o en Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. Matilde Landa militó en ambas antes de ingresar en el partido.

Lo hace en mayo de 1936, pocos meses antes del golpe de Estado contra la República. ¿Por qué da ese paso?

Llevaba tiempo en contacto con Tina Modotti y Vittorio Vidali, que en ese momento eran los factótums del Socorro Rojo. También se relacionaba con Dolores Ibarruri, a la que conocía de antes de la guerra. No tenía ningún cargo oficial en el partido, pero se había ganado la confianza de muchas figuras importantes del comunismo. En mayo de 1936 eran una fuerza en expansión.

¿Qué hizo durante la guerra?

En una primera fase se hizo cargo de la gestión de los hospitales de guerra de toda la zona republicana, una labor abrumadora porque hablamos de más de doscientos centros. En una segunda fase, en noviembre de 1936, se traslada a Valencia junto el aparato administrativo republicano y se centra en la ayuda a los refugiados. En ese contexto organizó la evacuación de quienes huían de la represión franquista en Málaga en ‘La Desbandá’, y aquello le dio una gran proyección. En la fase final de la guerra actuó en la delegación de información popular. La República redactó un programa de trece puntos para organizar la resistencia y defender la democracia. Necesitaban divulgarlo dentro y fuera de España, y Landa organizó la propaganda en la parte rural de la España republicana enviando material y celebrando conferencias.

Permaneció en España hasta el final de la guerra pese a que todo estaba perdido. ¿Por qué no se exilió con otros republicanos? 

Cuando en enero de 1939 cae Barcelona hay muchos que cruzan la frontera, pero ella regresa a Madrid para poner en marcha allí una delegación de información popular. La línea del Partido Comunista y de Juan Negrín [presidente de la República] era la de mantener la resistencia hasta el final. Tenemos cartas suyas de enero y febrero de 1939 en la que expresa su entusiasmo, y en marzo le da tiempo de sacar una revista. En un momento en el que la derrota republicana era evidente la nombran responsable del Partido Comunista en Madrid. La capturaron el 4 de abril de 1939 y en ese momento era de facto la figura más importante del Partido Comunista que quedaba en España. 

La capturan en abril de 1939 y la internan en la temida cárcel de mujeres de Ventas.

Primero la encarcelaron seis meses en la dirección general de Seguridad, en una celda sin luz, y en septiembre de 1939 la envían a Ventas. Era una cárcel saturada, donde se hacinaban miles de mujeres en condiciones terribles. Pero se gana un gran prestigio porque decide organizar la oficina de penadas. Se sentaba detrás de una mesa y ayudaba a las condenadas a muerte a que hicieran un escrito pidiendo la conmutación de la pena capital por otra más benévola.

Ella misma logró que las autoridades franquistas conmutaran su pena a muerte por una de 30 años de cárcel.

La condenan a muerte en diciembre de 1939, pero hubo gestiones para que se la conmutaran. La benefició haber estado de joven en la Institución Libre de Enseñanza, una entidad bastante plural de la que formaba gente que estaba en el bando franquista. Así que la condenan a 30 años y en agosto de 1940 la trasladan a Palma, a la cárcel de la calle de Can Sales. Había cinco cárceles centrales de mujeres en todo el Estado, y una de ellas estaba en Palma.

¿Cómo eran las condiciones de vida para las presas?

La cárcel de la calle de Can Sales tenía fama de ser especialmente dura en cuanto al régimen de alimentación y condiciones. Estaba gestionada por monjas y adoptaron una actitud muy rigurosa. Por ejemplo, Matilde Landa no estaba bautizada y la presionan para convertirla al catolicismo. Hay que pensar que era una mujer muy popular, poco después de llegar a Palma ya ocupó una posición de liderazgo entre las presas. Y el hecho de convertir al catolicismo a una figura de su importancia significaba una derrota para las presas y un triunfo para el franquismo.

Y la llevan a una situación límite.

Le dicen que si no se bautiza, reducirán la ración de comida a los niños que estaban en la cárcel con sus madres. Es un momento culminante después de recibir muchas presiones sin conseguir que se bautice. En 1942 los responsables de la prisión dan por perdida la posibilidad de convertirla y le anuncian que la trasladarán a una prisión para incorregibles en Tenerife. La someten a un chantaje insoportable hasta que en septiembre se precipita al suelo desde la galería de la prisión.

¿Quedó claro que fue un suicidio o hubo dudas sobre su muerte?

Aida, su hermana, corroboró que la tesis del suicidio era correcta. Pero hubo culpables, porque la empujaron a hacerlo. Se sabe que cuando agonizaba aprovecharon para bautizarla. Hoy permanece enterrada en el cementerio de Palma.

¿Era feminista?

Las comunistas y socialistas de los años 30 no utilizaban la palabra feminismo, que vinculaban al feminismo liberal-burgués. Pero el significado de las palabras va cambiando y a partir de los años 50 ya empiezan a autodenominarse como feministas. Aurora Picornell estaba muy enfocada en el tema de los derechos de la mujer, sobre todo en el trabajo, pero a Matilde Landa no se le conocen escritos sobre el tema de la mujer porque se centró en otros ámbitos. 

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