Alejandro tiene de 18 años y atrofia muscular. Busca contrarreloj una casa accesible para personas con movilidad reducida en Mallorca para seguir viviendo con Lola, su abuela y su ángel de la guarda. La fecha límite: el 25 de febrero, día en que ambos deben abandonar el albergue del Secar de la Real,la solución temporal prestada por los servicios sociales del Ayuntamiento de Palma.

Manuela Díaz, la ‘madre adoptiva’ de todos en el albergue, les está ayudando. «No descanso por las noches pensando en que los van a separar. Me parte el alma». dice con un hilo de voz. Porque desde siempre, asegura, uno es la sombra del otro. «Alejandro es la cabeza de Lola, y Lola es las piernas de Alejandro»

Conoce toda la historia de Alejandro y Lola en esta noticia de Diario de Mallorca.