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Historiadora e investigadora
Entrevista

Maria Eugènia Jaume: «Los presos republicanos construyeron carreteras muy utilizadas por el turismo»

«Me dio rabia que vandalizaran las señales que las identifican, pero ya me lo esperaba» - «Nuestra generación no habrá acabado de investigar toda la Guerra Civil en Mallorca»

Maria Eugènia Jaume. B. Ramon

Maria Eugènia Jaume ha centrado su investigación en los campos de concentración en Mallorca durante y después de la Guerra Civil, y en los trabajos forzosos de los ocho mil prisioneros del franquismo que construyeron hasta160 kilómetros de carreteras en la isla, hoy todavía transitadas. En 2019 publicó 'Esclaus Oblidats. Els camps de concentració a Mallorca (1936-1942)' y este año espera presentar su tesis. 

¿Había un vacío de conocimiento en este ámbito cuando empezó a investigar?

No del todo porque en 1991 David Ginard, tutor de mi tesis, publicó un artículo en el que hacía referencia a bastantes campos de concentración. También aparecen en la colección de libros de la Guerra Civil en Mallorca pueblo a pueblo, de Documenta balear, en la que cada autor incluye capítulos dedicados a los campos de concentración que había en sus municipios. Había un abanico de conocimiento disperso y faltaba conectarlo. Cuando empecé a investigar mi idea era dar una coherencia a la red concentracionaria que se estableció en Mallorca. Ahora con la tesis identifico todos los campos que hubo en Balears. 

¿Cuántos campos de concentración hubo en Mallorca y cómo eran las condiciones de vida allí dentro?

He podido contabilizar 26 campos. Algunos eran muy grandes y estuvieron operativos mucho tiempo como Son Catlar, que abrió en 1937 y en 1942 seguía en funcionamiento. Otros eran pequeños, como la Casa des Carabiner, en Cala Bona, o la Caseta des Moix, en Sa Coma, que estaban subordinados a otro más grande. Las condiciones de vida dependían, en primer lugar, de la buena o mala voluntad de los guardias. En el campo de Cap Pinar les requisaban toda la correspondencia que les llegaba de fuera. Pero el extremismo absoluto se vivió en Son Morey, en Artà. Estuvo abierto durante un año y medio y hubo maltratos, palizas, desnutrición, humedad... También dependía del año. Los prisioneros hablaban mejor de los campos abiertos durante los años de la guerra que de los que abrieron a partir de 1939. Si en aquellos años España pasaba hambre, hay que imaginar la que se pasaba en aquellos campos. 

¿Quiénes eran aquellos prisioneros?

Primero ingresaron los llamados los prisioneros gobernativos, que habían sido apresados durante los primeros dos o tres meses de la guerra por su ideología política o actividad sindical. Las prisiones de Palma estaban masificadas, así que abrieron campos de concentración y de paso obtuvieron mano de obra forzosa. A partir de 1939 llegan oleadas de prisioneros de la península encuadrados en los batallones de trabajadores. Eran prisioneros de guerra apresados durante el conflicto bélico que eran enviados a campos para hacer trabajos forzosos. Y desde 1940 llega un tercer grupo, los batallones disciplinarios de soldados trabajadores. Eran prisioneros a los que no se les había validado el servicio militar porque lo habían hecho durante la Segunda República. O que habían vuelto después de haber estado exiliados un breve periodo de tiempo. 

¿Hubo ejecuciones además de trabajos forzosos?

Que sepamos solo hubo un preso fue ejecutado. Era una isla en la que había muy mala comunicación con la península y en ese contexto optaron por aprovechar la mano de obra forzosa que tenían. Y estos prisioneros hicieron carreteras, obras de fortificación, puentes, aeródromos y una línea de tren. Les interesaba más tenerlos en unas relativas buenas condiciones que fusilarlos. 

¿Cuándo cerró el último campo?

Según la documentación, el último cerró el 11 de diciembre de 1942. 

¿Se cerraron porque eran incómodos para el franquismo?

No hemos llegado a una conclusión clara. Hacía falta mano de obra para reconstruir el país y mover la economía, pero para ello la mano de obra forzosa no servía. En diciembre de 1942 disolvieron los batallones disciplinarios de soldados trabajadores y mucha gente quedó libre. Pero la información que tenemos sobre la disolución de los batallones disciplinarios y los campos es muy difusa. No tenemos la certeza de por qué cerraron. De hecho, dejaron muchas obras sin acabar. 

Usted ha elaborado el censo de carreteras construidas por aquellos presos para el proyecto de señalización que han llevado a cabo el Govern y el Consell. ¿En qué condiciones trabajaron? ¿Hay que hablar de esclavos?

Yo hablo de semiesclavitud porque sobre el papel cobraban por cada día de trabajo. Aunque hablando con Gabriel Riera [último superviviente de un campo de concentración en Mallorca] te decía que él nunca vio dinero. Les alimentaban y les daban cobijo, y sus condiciones de trabajo eran muy duras. Sus herramientas eran pico, pala, un capazo y un pequeño martillo con el que picaban la piedra. Construyeron 160 kilómetros de carreteras, muchas en la costa, y años después muy utilizadas para el turismo.

Horas después de presentarlas al público, las señales fueron vandalizadas con pintadas. ¿Cómo se sintió cuando lo supo?

Me dio rabia, aunque me lo esperaba. De hecho, había apostado con un exprofesor si durarían al menos 24 horas. Es atentar contra su propia historia, que no es ni blanca ni negra, es la que tenemos. Y a lo mejor quienes hicieron las pintadas ahora se benefician de esas carreteras que construyeron aquellos prisioneros.

Maria Eugènia Jaume. B. Ramon

¿La investigación de la Guerra Civil y la represión franquista en Mallorca vive un auge?

Sí, ahora mismo hay mucho interés. Hace dos años la UIB hizo un postgrado de Memoria Democrática y Políticas de Transición, y muchos de los nuevos historiadores salen de ahí. Por otro lado, los archivos se han abierto y la gente tiene un mayor acceso a ellos. Y las editoriales se están interesando mucho por el tema. 

Ahora que ya no quedan supervivientes de aquella época, ¿están hablando los hijos y los nietos?

He querido tener contacto con ellos para mi trabajo. Es muy importante porque te explican su historia como testimonios de segunda generación, pero a veces no quieren hablar. Todavía hoy. En algunos casos también se llevan una sorpresa cuando sale el nombre de un familiar porque no sabían nada. Y salen nombre de debajo de las piedras.

¿Qué queda por explicar de la Guerra Civil y la represión en Mallorca?

Mucho. Es verdad que la represión está muy explotada, pero hay temas culturales y sociales que no se han tocado sobre la manera de vivir de la población civil. También nos falta saber más sobre las biografías de los represaliados. El único fusilado en un campo de concentración de Mallorca fue Dionisio Pastor Valsero, pero de él sé cuatro cosas. Nuestra generación no habrá acabado de investigarlo todo. 

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