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La comunidad brasileña de Mallorca, dividida ante el asalto al Congreso

Lulistas y bolsonaristas afincados en la isla están pendientes de la situación en su país: «La polarización ha llegado a un punto muy peligroso»

Valeria Lima con su marido, un militar jubilado, en el Port d’Andratx.

La comunidad brasileña de Mallorca sigue muy de cerca la situación de incertidumbre en su país tras el asalto de miles de partidarios de Bolsonaro al Congreso, la Presidencia y el Supremo de Brasil. El país latinoamericano vive horas de máxima alerta mientras las autoridades refuerzan la seguridad en todo el territorio nacional y el recién nacido Gobierno de Lula da Silva trata de recuperar la normalidad.

Los más de 4.600 brasileños afincados en Mallorca, según los últimos datos del INE, contemplan la convulsa situación con estupor y cierta preocupación. Como en todos lados, algunos defienden los resultados de las urnas, aunque también hay quien apoya a Bolsonaro y no ve legítimo el gobierno de Lula.

«Esto se veía venir desde que Lula fue condenado»

Como Valeria Lima, de 54 años y residente en Palma desde hace cerca de ocho: «Esto se veía venir desde que Lula fue condenado como criminal y uno de los mayores ladrones del mundo», sentencia. Vive en la isla con su marido, un militar de la Marina de Brasil jubilado, pero sus padres y dos de sus hermanos residen en Río de Janeiro, otra hermana en São Paulo y otra más en Brasilia: «Conozco muy bien mi país y hablo con conocimiento de causa, Lula está destrozando Brasil», lamenta.

Lima alude al sufrimiento de algunos colectivos por las políticas progresistas de Lula, como ganaderos y agricultores, que ven sus tierras «invadidas y okupadas en masa» sin remedio ni solución por parte del gobierno progresista, las personas con discapacidades, que han visto al líder cerrando escuelas para sordomudos, o la inflación disparada que sufre el país. Pero, sobre todo, asegura que el pueblo brasileño ha salido a la calle por «rabia, tristeza y decepción» con el resultado de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas, que dio una ajustadísima victoria a Lula, pero que no genera confianza entre los ciudadanos liberales.

«¿Cómo pretenden conseguir libertad con una intervención militar?»

Ana Claudia Paschoal, en cambio, cree que hay que respetar el resultado de las elecciones «porque en eso consiste la democracia»: «Creo que los bolsonaristas viven en otra realidad muy distinta a la mía. ¿Cómo pretenden conseguir libertad para el país a través de una intervención militar?», se pregunta. Natural de Brasil, recaló en Mallorca poco antes de la pandemia, después ocho años viviendo en Barcelona. En la isla se dedica al arte con varios proyectos musicales entre manos, y confiesa sentirse más cercana a los valores de Lula da Silva, a quien votó en las elecciones. «Los manifestantes no son personas pobres o en situación de necesidad. La mayoría son de clase media o media-alta, es importante tenerlo en cuenta», añade.

Ana Claudia Paschoal se dedica a la música en Mallorca.

Sin embargo, al margen de ideologías, Paschoal, que conserva a toda su familia en Belo Horizonte y los visita cada año, cree que «la polarización ha hecho mucho daño al país y ha llegado a un punto peligroso». «La violencia está a flor de piel. Hay mucha tensión y las discusiones sobre política llegan a ser agresivas», asegura la mujer de 36 años, que confía en que el Gobierno tomará medidas para frenar «las amenazas de la ultraderecha».

«Ni golpismo, ni terrorismo»

La entidad que integra a esta comunidad es Amigos de Brasil en Mallorca. Su presidenta, Sandra de Melo, prefiere no llamarlo ‘golpe de estado’: «La gente ha salido a la calle a protestar e intentar tomar el poder con sus propias manos, sin ninguna planificación», explica. Para ella, no se trate de «golpismo ni terrorismo», sino un «movimiento social» surgido a raíz de la desconfianza en las elecciones y el malestar de la mitad de los votantes.

De Melo cree que Bolsonaro tiene parte de responsabilidad sobre los disturbios, pues ha condenado de forma muy tibia y ambigua el asalto y no ha tratado de calmar a sus seguidores. En cualquier caso, la líder de la asociación respeta el descontento de los ciudadanos, pero condena enérgicamente la violencia contra el patrimonio público del país: «Conozco esos edificios desde que era una niña, trabajé para el Gobierno brasileño antes de venir a Mallorca. No veo que destrozarlos sea una solución para nada», alega de Melo.

Con todo, «la comunidad brasileña de la isla está muy dividida», según la presidenta de la entidad: «Hay que recordar que los resultados de las elecciones fueron muy ajustados. Pero el pueblo ha decidido que Lula sea el presidente, se tiene que respetar».

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