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Lletra menuda: Inclemencias de una bonificación sin vuelo estable

Las compensaciones para corregir las altas tarifas del inevitable transporte aéreo que afectan a los residentes en Balears no son equiparables a las exigencias de la seguridad aérea. En este ámbito, las subvenciones públicas planean de forma continua sobre la ambigüedad y la inconsistencia, es la niebla de la confusión interesada y buscada tras la cual no hay forma de ver el cielo limpio de la transparencia y el servicio público consecuente con la realidad geográfica y las necesidades de movilidad. O el simple derecho a ir de un sitio a otro. Con las políticas que se aplican, no hay vuelo estable entre los nubarrones de la desigualdad.

Son Sant Joan ha rozado en 2022 los niveles prepandémicos de tráfico aéreo. Los pasajeros de origen insular también han soportado la misma volatilidad, generalmente al alza, en los precios del billete. Ya se ha dado el caso de una compañía, Vueling, sancionada por dificultar el acceso a la bonificación. No hablaremos de huelgas, como la de Ryanair, que no sirve de instrumento de avance en el entendimiento de trabajadores y empresa, pero sí de que el Gobierno ha debido ampliar la partida de bonificación al billete aéreo prevista para el último ejercicio y que la del próximo permanece en el aire por confusión.

Prevalece la mentalidad centralista de que Balears es un sitio al que se va de vacaciones y por tanto se debe pagar el capricho. Nunca sabes si la bonificación es una corrección justa o un negocio complementario de las aerolíneas.

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