Juan Luis Valverde tiene el Diario de Mallorca sobre la mesa. Es un hombre de mirada despierta que esconde un gran dolor. «Tengo dos hijos y dos nietos, pero por circunstancias de la vida estamos separados. Creo que no saben dónde estoy. Una vez estuve enfermo y vino mi hija a visitarme al hospital de Inca. Soy un superviviente y hay que adaptarse a lo que viene en la vida», se resigna este usuario de la residencia de Huialfàs en sa Pobla. «No quiero molestarles, ser un estorbo, pero sí me gustaría ver a mis nietos. Pero aguantaré lo que venga», sentencia.

Juan Luis nació en Cataluña pero lleva 71 años residiendo en Mallorca. «He sido camarero toda mi vida, he visto la evolución del turismo en la isla. Empecé en Magaluf, allí venía gente con dinero al principio. Recuerdo que ganaba más en propinas que en sueldo. He trabajado muchas horas en esta vida, pero se ganaba bien. No es como ahora», asegura. "Lo importante para ser un buen camarero es la diplomacia y tener una buena educación", advierte. "Y antes sabíamos trinchar, hacer postres y otras cosas. La profesión ha cambiado mucho", conversa cómodo. "Recuerdo a una familia que atendí en un restaurante. Vinieron con la abuela. Recuerdo que la coloqué con la silla de ruedas en la mesa. La acomodé bien. Y su hijo me metió 2.000 pesetas en el bolsillo de la camisa. Yo se lo devolví, le dije que era mi trabajo. Pero insistió y volvió a darme el dinero. Yo lo acepté. Me acordaré siempre de ese gesto", cuenta.

Mari Carmen Pérez MANU MIELNIEZUK

"Vivo de los recuerdos y ya está"

Quien tampoco verá a su familia estas fiestas es Mari Carmen Pérez. Perdió a su marido hace casi dos años. «Lo he pasado muy mal. Hace 49 me vine de Granada para trabajar a un hotel, donde conocí a mi marido. Desde ese día hemos estado juntos hasta que se murió. Teníamos un bar y con la pandemia cerramos. Se puso enfermo y falleció. Y me quedé sin nada, luego el banco me quitó la casa y los Servicios Sociales me ayudaron y me han traído aquí. Estoy muy agradecida», confiesa entre lágrimas, «pero estas fiestas me apenan, me acuerdo mucho de cómo lo celebrábamos juntos en familia. ¿Qué me queda? Pues vivo de los recuerdos y ya está». Ella no lo sabe, pero es una mujer bella de ojos azules que sigue luciendo la larga trenza que fue testigo de sus días más felices. Mari Carmen tampoco verá a sus hijos. "Trabajan, mi niño está en el aeropuerto, son días de mucho follón. Ya nos veremos después", asegura.

Miquel Domingo MANU MIELNIEZUK

En Huialfàs no se da el caso de que los familiares vayan a comer o cenar con los residentes por Navidad. «A principios de febrero sí se hace una comida con sus parientes», dice el director Santi Ramis.

Pero no todo son historias tan tristes. Miquel Domingo se reencontrará con los suyos en la segunda parte de las celebraciones. «Uno de mis nietos me dijo por teléfono que tenía muchas ganas de verme. Me vienen a buscar el día 27 y estaré con mi hija hasta pasado Reyes», relata. «Podré pasear con ellos y también ver a algunos viejos amigos de Porreres». Cuando Miquel llegó a la residencia le costaba caminar, "no sé qué me pasó en las piernas pero no me respondían bien". «He mejorado bastante, pero mi hija y mi yerno trabajan y yo ya no me podía quedar solo en casa. Lo mejor era venir aquí y la verdad es que he encontrado buenos amigos. Nos echamos unas buenas risas», asevera. "En estas fiestas siempre me acuerdo mucho de mi mujer, que falleció a los 61 años. La echo de menos", reconoce.

Navidad en las residencias de Mallorca

Navidad en las residencias de Mallorca Manu Mielniezuk