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BOULEVARD

Las banderas en las aulas no han ganado el Mundial de Qatar

Los adoctrinadores de las generaciones futuras para la ultraderecha deberían inocularles la ancestral sabiduría mallorquina de no colocar todos los huevos en la misma cesta

Gran acierto de Jaime Martínez, al proclamar que votar al PP en Palma equivale a votar a Cursach, mismo proyecto y objetivos.

Pagar camas a los hoteleros debe ser una broma, así que nos ahorraremos el comentario. Lamentamos comunicarles que las banderas en las aulas palmesanas no han contribuido a ganar el Mundial de Qatar, incluso pueden haber sido contraproducentes para coronar la gesta hispanoespañolista. Por algún extraño motivo, los padres de alumnos entusiasmados con el lucimiento de la enseña nacional en clase, cuando estaba triunfando en el torneo, no han mostrado la misma disposición a que la rojigualda fuera sustituida por la enseña marroquí. La permuta demostraría deportividad, dado el resultado del enfrentamiento con el país vecino. También se podría colgar en la pared una foto de Luis Enrique cabeza abajo, por haber traicionado a sus fieles. De hecho, el seleccionador fracasado recibe ahora los insultos que la caverna madrileña reservaba a la profesora mallorquina.

Ha fracasado la coalición de la cruz y la espada. Para salvar el negocio, los colegios religiosos con fondos públicos presumen hoy de que su primera devoción es la bandera. Por el humor de Dios, envenenar a los jóvenes consiste en hacerles creer que las banderas marcan goles. Después de este fracaso de la ultraderecha en el Mundial de Qatar, los adolescentes han aprendido dos verdades peligrosas:

1) Ni la ideología de extrema derecha es infalible, la mayoría de batallas políticas se pierden.

2) Quien te vende pureza política, te miente.

3) Los futbolistas no son españoles, son millonarios.

En los cerebros juveniles anidará a partir de ahora el germen del escepticismo, que en su peor variante puede llevarles a cuestionarse el mapamundi religioso. No hay ningún problema en que las generaciones futuras sean íntegramente de extrema derecha, pero sus adoctrinadores también deberían preocuparse de inocularles la ancestral sabiduría mallorquina de no colocar todos los huevos en la misma cesta. Y de no dar voces.

Gran acierto del candidato Jaime Martínez, al proclamar que votar al PP en Palma equivale a votar a Cursach, de acuerdo con el discurso expuesto con su torpeza característica por el esposo de Marga Prohens. Seguro que los votantes populares honrados agradecerán la identificación de procedimientos y objetivos. De paso, el candidato recuperará el voto de los jerarcas judiciales que defienden al magnate y que habían emigrado a Vox.

A propósito, siempre había pensado que el trabajo llevado a cabo por Penalva&Subirán, a quienes no conozco, era una vulgaridad. Ahora bien, la calaña de la jauría, incluidos sus colegas judiciales que ya los han condenado, me obligará a pensar que realizaron un trabajo de relevancia histórica. Les piden tantos años de cárcel como a Maria Ressa. Sí, la Premio Nobel de la Paz por oponerse a la mafia filipina. Aplicamos el célebre argumento de Valtònyc, nos desagrada, pero sus enemigos son peores que él. En cuanto a quedarse solos, ya nos pasó con Jaume Matas y fuimos tan felices gracias a la compañía de ustedes.

El PP de Cort también debe recuperar a José María Rodríguez, que sigue siendo el arquetipo de su política municipal. Ahora mismo, pasea por Blanquerna enfundado en su habitual jersei rosa. Lo reconocen en un tenderete de Testigos de Jehová, y saluda afectuosamente a los congregados. A continuación se introduce en un herbolario, hay que cuidarse.

Regreso a la redacción y me encuentro con un correo electrónico urgente, bajo el encabezamiento apremiante de «¿Has viajado hace poco? ¡Es posible que te hayas cruzado con las chinches!». La amenaza generalizada quintaesencia el nuevo periodismo. Los acantilados de la isla italiana de Ischia se han derrumbado sobre las aguas, causando una matanza. La situación coincide con la mallorquina, por ejemplo con las mansiones de Andratx caídas a pico sobre el mar. ¿Qué decisión tomará nuestra querida Natulareza en Mallorca? Lo explica a la perfección una nativa del enclave transalpino. «En los tiempos de nuestros abuelos y bisabuelos, éramos una isla de campesinos que daban la espalda al mar y se cuidaban de la montaña. Con el desarrollo del turismo, ocurre a la inversa, la vida económica de la isla ha cambiado y su naturaleza también». La melodía suena familiar.

Reflexión dominical indefinida: «Cada vez que me habla de él, tengo que precisarle, ‘¿te refieres a tu perro o a tu novio?’».

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