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Profesora y abogada
Entrevista

Sofía Rotger Salas: «Con el único que no pudo Juan March fue con mi abuelo, Manuel Salas»

La catedrática de Literatura habla sobre la relación «terrorífica» que había entre los dos empresarios y recuerda que su antepasado «fue el mayor refinador de petróleo de España»

Sofía Rotger posa con su libro para esta entrevista. B. Ramon

Sofía Rotger Salas, catedrática de Literatura y licenciada en Derecho, habiendo ejercido de profesora y abogada, ha afrontado el reto durante los últimos años de profundizar en los archivos de su abuelo, Manuel Salas Sureda (1880-1942), para publicar varios libros de su vida y negocios. El primero se presenta el próximo miércoles en la Fundació Sa Nostra: Manuel Salas, el mayor refinador de petróleo de España. Su constante lucha contra ‘Melchor’, Juan March Ordinas; un título esclarecedor. Salas fue un industrial de gran prestigio que heredó muy joven los negocios fundados por su padre -Manuel Salas Palmer-, logrando expandirlos y multiplicar su fortuna. Fue político maurista, siendo concejal de Palma entre 1909 y 1913, y diputado provincial de 1919 a 1922.

¿La pugna entre Manuel Salas y Juan March es leyenda o ha podido comprobar que es una historia cierta?

Su relación fue terrorífica, no es leyenda. March hizo siempre acoso y derribo a Salas. Mi abuelo ya estaba situado en la élite cuando surgió March. Una frase que escribió fue «tengo la suerte de que March solo me quiere tapar con dinero». Y creo que se entiende todo lo que quería decir. Salas tenía una fábrica en Camas (Sevilla) y March quiso comprar los terrenos de al lado. Mi abuelo tenía el edificio de una esquina de Palau Reial, y March compró la otra esquina. Hubo solo un encuentro entre Salas y March para intentar entenderse en relación a La Isleña Marítima y se produjo en Xorrigo, pero acabó a gritos y no se volvieron a reunir nunca más. En las cartas de mi abuelo sale mucho Juan March, que él lo apodaba Melchor, porque decía que era como un Rey Mago, que todo lo conseguía con magia. Se puede decir que con el único que no pudo Juan March fue con mi abuelo, con Manuel Salas.

Esa Palma de aquella época debía estar dividida entre los hombres de Salas y los hombres de March.

Con el paso de los años esto fue así cada vez más. No he podido saber si fue cierto que a March le prohibieron entrar en el Círculo Mallorquín o solo se trata de una leyenda. Está claro que mi abuelo no quería que March entrara, pero a lo mejor March era lo suficientemente inteligente para no pedirlo. No creo que fuera un hombre dispuesto a perder batallas. Hay que fijarse que March se trasladó a Madrid, cosa que mi abuelo no quiso hacer nunca. En las cartas se desprende esto, por ejemplo el cuñado le escribe y le insiste que se vaya, que se moviera de Palma. Pero él se resistía siempre a salir. Su centro de operación fue Mallorca, era un enamorado de su tierra.

A Juan March le dedicaron una avenida en Palma, a Manuel Salas, no.

Es verdad, March sí que consiguió reconocimiento en Palma, pero también se tiene que reconocer que cuando mi abuelo murió March ya tenía un gran imperio muy por encima del suyo. Supongo que influye esa personalidad de mi abuelo de no querer agradecimientos ni cuando hacía regalos ni favores. Hizo fortuna, fue muy trabajador y muy inteligente, pero muy discreto.

Usted explica que una de las razones para escribir este libro fue que no hay nada investigado ni publicado sobre Manuel Salas Sureda ¿Cómo se explica ese silencio alrededor de uno de los grandes personajes y una de las grandes fortunas de la isla?

La verdad, no lo sé, no es que vea nada sospechoso. Yo creo que la razón es porque nadie ha tenido datos, todo lo tengo yo. Él no quería ningún reconocimiento ni homenaje. Así como a Juan March le encantaba, mi abuelo no era un hombre público. No quiso entrar en la edición de periódicos aunque se lo ofrecieron, y lo tengo en las cartas.

¿Salas construyó su imperio desde su despacho de Palma?

Él era un mallorquinarro, y nunca quiso moverse de aquí. Viajaba, pero su sede central fue Palma y su despacho de Palau Reial. Pero hojeando el libro se puede ver que casi toda la actividad del negocio de la refinería se desarrolló en Madrid y en París. La clave de su éxito fue también que tuvo magníficos directivos. Hombres de su total confianza, como por ejemplo Manuel Oromí Ramoneda en Madrid, o su cuñado Pedro Garau, ingeniero de caminos. La sociedad Compraflet tuvo su sede en San Sebastián, pero todas las juntas se celebraban en París. Mi abuelo heredó mucho de su padre, pero amplió mucho más el negocio. Su padre también viajó mucho a París. Cuando murió mi bisabuelo, mi abuelo tenía solo 18 años y afrontó el reto. Él pudo aguantar la presión de la herencia, a diferencia de mi caso, que no pude aguantar. Además tuvo a su lado siempre a su madre, Catalina Sureda Ferrà, y creo que disfrutaron mucho llevando los negocios adelante. La hermana de mi abuelo se casó en Madrid con Francisco Maura, hermano de Antonio Maura, por eso Manuel Salas accedía a las Cortes muy fácilmente.

¿El libro le ha servido para descubrir la figura de su abuelo? Es decir, ¿le ha sido de ayuda incluso a nivel personal?.

Totalmente. Empecé a escribir llorando como una magdalena. Ha sido una terapia absoluta. Decidí que la idea central que quería tratar en el libro de mi abuelo era la económica, porque a mí siempre me ha marcado de una forma muy traumática el pertenecer a una familia con tanto dinero. Yo soy la pequeña de once hermanos y a mí me tocó la legítima cuando tenía 16 años. Fue un caos. Yo viví todo eso de una forma totalmente dolorosa. Tener mucho dinero puede ser una maravilla y también puede ser una tragedia. Y el libro de mi abuelo me ha permitido contar también todos estos pensamientos míos.

¿Ha sido un proceso largo de investigación o la idea surgió hace poco?

Es que todo este proceso de dolor personal lo he llevado toda mi vida en silencio, no se lo conté a nadie nunca. Se puede decir que el libro comenzó hace mucho tiempo, yo acabé mi tesis doctoral en 1993 y fue en ese momento cuando me planteé qué hacer. Dándole vueltas al tema me propuse investigar sobre mi familia, porque la realidad es que no había nada importante publicado. Bueno, realmente, es que no hay nada de nada de Manuel Salas Sureda. Solo queda constancia de su existencia por referencias en otros libros, pero nadie se ha dedicado a estudiarlo. Algunos autores apuntan en sus trabajos que «ya va siendo hora de que salga una biografía de Manuel Salas». Entonces fui al despacho de mi padrino, Manuel Salas Garau, y le expliqué mi proyecto, y él me dijo que le venía muy bien porque acababan de vender la casa de Palau Reial y se tenía que llevar todos los archivos familiares a Xorrigo. De esta forma en aquel momento conseguí todas las carpetas con los documentos, pero todavía no empecé a leerlos ni a clasificarlos.

¿Y cuándo empieza la fase de sentarse a escribir?

El proceso de estudio ha sido largo, pero el momento de la escritura ha sido muy bonito y me ha ayudado muchísimo. Al final, realmente, ha sido un libro sobre la repercusión de la vida y los negocios de mi abuelo en mi propia vida. Siendo él un hombre tan rico yo heredé mucho, concretamente una onceava parte de una séptima parte, pero eso me dejó K.O. Después llegó la etapa de mi vida que estudié derecho y ejercí de abogada y volví a abandonar la idea del libro. Ha sido al jubilarme que he retomado el proyecto. Ahora llevo cuatro años dedicada a ello totalmente y ahora publico solo el primero de los libros. Me he pasado todo este tiempo clasificando las cartas: las de Salinera, las de Campsa… Cuando tuve todo esto ordenado fue cuando me dije que era la hora de empezar a escribir. Además, coincidió con la pandemia de covid y me pasé todos los días delante de los datos de las empresas de mi abuelo.

Entre tanta información y documentos, ¿por qué un primer libro centrado solo en los negocios de refinería de Salas?

Nunca quise hacer un libro académico. Yo soy catedrática de Literatura y en mi trabajo soy muy ortodoxa, pero el libro tenía que ser algo distinto. Quería contar una historia. Muchos de mis amigos historiadores son muy academicistas y no les ha gustado el camino que he tomado, tengo que reconocerlo. Lo que yo quería era meterme dentro de la historia y dentro del libro, hacer una cosa muy humana. Y no es que no esté lleno de datos, fruto de lo extraído de las cartas de mi abuelo, pero tenía que ser accesible para alguien más que para los técnicos. En este primer libro solo abordo su negocio más importante, el de la refinería, y me lleva a afirmar algo muy importante en base a datos, que fue el mayor refinador de petróleo de España. En la primera junta de Campsa tras la expropiación, el primer accionista individual fue Manuel Salas, lo que da una idea de su volumen de negocio. Está en el acta de la reunión de junta. Tenía más acciones que bancos como el Central o el Español de Crédito. Me reuní con el economista Gabriel Tortella, autor de libros sobre el monopolio y la industria petrolera, en Madrid y le tuve que destacar este dato porque él no lo sabía. El título del libro es la primicia, porque se tiene que saber que un mallorquín fue el mayor refinador de petróleo de España.

¿Las cartas escritas y recibidas por su abuelo permiten trazar un hilo conductor del volumen de sus empresas?

Claro. Costó mucho, pero al final seleccioné las cartas más interesantes para crear el relato de su vida. A partir de aquí inicié el camino de la redacción definitiva del libro, que ha sido cuando me he metido dentro.

¿Qué le ha sorprendido leyendo sus cartas?

Mi abuelo tenía un trastorno obsesivo compulsivo y no podía tocar nada. No tocaba nunca el dinero ni ningún objeto, ni daba la mano a nadie. Esta es la parte más triste de su vida porque dio muchos problemas a personas de su entorno. También creo que por esta razón no se movía demasiado de Mallorca. Sus negocios se desarrollaban fuera de la isla, pero él lo movía todo desde aquí. Por eso es un tesoro tan grande la colección de cartas, porque escribía sin parar sobre cualquier decisión. Yo tenía de mi abuelo la imagen de un magnífico empresario y una persona muy bondadosa, y nada de esto ha cambiado después de leer e investigar todos estos años. En el libro me quejo de los empresarios de hoy en día en comparación con aquellos tiempos. Salas era un empresario que construyó las casas de La Petrolera para sus trabajadores a cambio de nada. Un descubrimiento que he hecho en las cartas ha sido poder captar su sentido del humor a la hora de escribir. Es curioso saber que le gustaba mucho salir a navegar en su velero, pero nunca se llevaba trabajo al barco. Sabía desconectar. También desconectaba en sus fincas, le encantaba el campo. Cada tarde estaba en una finca, por la mañana resolvía en el despacho temas de sus empresas, y por la tarde iba al campo.

¿Qué documentación le queda para futuros volúmenes de su abuelo?

Me queda por publicar el tema político de mi abuelo, fue maurista y concejal de Palma. También la cuestión más personal y familiar, otro tema serían sus aficiones, como la caza, la pesca, la música, el teatro, la lectura, la gastronomía, navegar… Sus fincas: Son Sureda, es Cabàs, Alqueria d’Avall, Son Berga, Xorrigo, Son Pacs, Pocafarina, sa Cova, Solleric y Son Crespí. Otros negocios, como Salinera Española, Servicio Estación, Naviera Mallorquina, Agrícola Mallorquina, La Mutua, las Tres Fábricas, Compraflet, La Azucarera, Inversiones Inmobiliarias o la compañía de Seguros. De todo esto tengo material para seguir trabajando y publicando. Cuando alguna gente me decía que no podía dejar al margen del libro la actividad política de Salas yo les decía que no tenían ni idea de la cantidad de datos que manejaba solo de sus negocios de las refinerías.

¿Qué pasó con su imperio empresarial tras su muerte?

En eso ya no quiero saber nada, el libro acaba cuando muere mi abuelo. Se murió de pulmonía el año 1942, pero estuvo a tope trabajando hasta el último momento. Mira por dónde, nació el mismo año que Juan March, el año de la serpiente en el horóscopo chino. Tengo que decir que mi abuelo también atacaba y era agresivo, pero no en el mundo de los negocios, solo cuando se trataba de March. 

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