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Universitarios mallorquines en Granada: "Si vienes de clase trabajadora, ya no puedes permitirte estudiar en Madrid o Barcelona"

La inflación y la gentrificación de ciudades como Madrid y Barcelona empuja a cada vez más estudiantes de la isla a cursar una carrera en Granada por los precios asequibles de la universidad, la vivienda, la restauración y el ocio

Cuatro estudiantes mallorquinas en su piso en Granada. De izquierda a derecha: Berta Ruiz, Clara Mulet, Elena Vollmer y Andreva Tubert. A.T.

«Granada está llena de mallorquines», exclama la estudiante palmesana Rita Amela (22 años), que también trabaja en La Taberna del Nico en el centro de la ciudad andaluza para costearse sus gastos. «Muchos isleños vienen al bar», cuenta a través de la línea telefónica. «Estoy haciendo cuarto de Historia aquí, pero antes cursé primero de Trabajo Social en la UIB, pero la carrera no me gustó», relata. 

Rita Amela, en la calle Pedro Antonio de Alarcón, donde salen los universitarios en Granada.

Rita Amela, en la calle Pedro Antonio de Alarcón, donde salen los universitarios en Granada. R.A.

«Después de la covid ha venido muchísimo estudiante y de Mallorca una barbaridad», constata. Joan Fernández (22 años), otro mallorquín que estudia Filosofía en Granada, piensa que tal y como están los precios ahora, «es normal que se busquen opciones más baratas que Madrid o Barcelona», que siempre han sido los dos grandes polos de atracción para los estudiantes de la isla. Joan vive en una casa compartida. «Lo más común es que la gente pague en Granada entre 150 y 200 euros por una habitación en un piso compartido», señala. Nada que ver con Palma o las capitales madrileña y catalana. «En mi caso vivo en una casa en El Albaicín. Somos cuatro que compartimos y pago 250 euros. Pero es que es una casa, con un piso arriba, con una terraza. Está muy bien», asegura. Joan opina que si formas parte de la clase trabajadora, difícilmente ahora puedas costearte los precios desorbitados de Madrid o Barcelona. «Estas dos ciudades están quedando cada vez más de manera exclusiva para los alumnos que provienen de familias de clases medias altas o altas», advierte. «Podríamos estar hablando de una segregación por clase social, una desigualdad que se está acentuando con la actual crisis», abunda.

Joan Fernández, en el barrio de El Albaicín. J.F.

Rita paga por el piso céntrico en el que vive 180 euros. «Compartimos cinco. Y antes pagaba 140 euros, el alquiler también ha ido subiendo aquí», lamenta. Tener vivienda asequible «y pisos que están muy bien» es un elemento motivador para ir a estudiar a Granada, pero también la propia universidad en sí, con buena oferta educativa «y las matrículas son de las más baratas de España también. Aquí pagas sólo el primer año si vas aprobando. Es la ayuda que se conoce como bonificación del 99% de la Junta de Andalucía. Es decir, si apruebas las asignaturas en segundo, tercero y cuarto no pagas. En cualquier otra universidad sí o sí pagas cada año unos 1.200 o 1.300 euros», asegura. Hay que recordar que Govern balear bonifica este año el 100% de las primeras matrículas en la UIB para familias con rentas bajas. «Además, si has estudiado toda la carrera en la universidad de Granada, el máster te sale gratis», añade Rita.

Andreva Tubert, también de Palma, tiene 24 años. Es graduada en Ciencias Políticas por la Universidad de Granada y está cursando un máster en Problemas Sociales. Dirección y Gestión de Programas Sociales. «Me quedé en Granada porque los precios de los másteres en Madrid estaban entre los 3.000 y los 4.000 euros». Los dos primeros años los hizo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. «Es una ciudad muy grande, con un ritmo… Decidí parar un año y regresé a Mallorca, pero tenía claro que quería terminar la carrera. Quería irme a una ciudad más pequeña, decidí Granada y acerté», reconoce Andreva, que comparte piso con otras tres mallorquinas en la ciudad que está a los pies de Sierra Nevada. 

Para Tubert, vivir en Mallorca, Barcelona o Madrid tiene un coste económico muy elevado. «Pese a que estés trabajando y tengas encima una beca de estudios no llegas. Con mil euros allí no bastan. Y si cobras mil es porque estás trabajando en jornada completa, algo muy difícil de compatibilizar con una carrera», comenta. «Te ahoga mucho esa situación. Por eso yo opté por mayor calidad de vida, por una ciudad más pequeña y barata como Granada», explica. «Ahora pago menos de 300 euros por el piso y no es un piso Ikea como lo llamo yo, que con el paso del tiempo todos los muebles tambalean. Es un piso bien acondicionado», asegura. «Además es una ciudad preciosa y con un ocio y una vida cultural que puede competir con una gran ciudad. Tiene mucha vida social debido precisamente a los estudiantes que hay y el comercio local resiste muy bien», apunta. A Andreva le gustaría regresar a la isla. «Me encantaría reinstalarme en Mallorca y trabajar allí, pero se hace cada vez más complicado: la vivienda, la vida social, el coche que siempre acabas necesitando, el ocio es carísimo. Ya iré viendo».

Valeria Porras con su novio en una excursión por Granada. V.P.

Salir por Granada es también mucho más barato. «Por siete euros ya has cenado: te has tomado tres cañas con sus tres tapas. En Palma eso es impensable», explica la palmesana Valeria Porras (23 años), quien cursa un máster en Asesoría Jurídica de Empresa. La estudiante mallorquina de Relaciones Laborales Cristina Díaz (21 años) destaca el comedor universitario: «Por 3,50 euros te comes un menú de tres platos y postre y con el carné universitario tienes muchas ventajas».

Como aspectos negativos, los estudiantes señalan la escasez de trabajo que hay para quedarse después de la carrera y los bajos sueldos.

Cristina Díaz en La Alhambra. C.D.

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