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BOULEVARD

Aurora Picornell testifica en el juicio del ‘caso Cursach’

El hotel Formentor se acogió a la ampliación de un quince por ciento de su volumen autorizada por el Decreto Covid del Govern, un chalet en la península se vende por 18 millones de euros

Aurora Picornell.

Catalina Cladera inició su discurso de conmemoración del año Aurora Picornell celebrando en el Consell de Mallorca a una militante «republicana, feminista, laica». La dilatada enumeración no dejó un hueco para el imprescindible «comunista», volvía a demostrarse que el PSOE odia más al PC que al PP, por mucho que ahora patrimonialice el hallazgo de los restos de la asesinada.

Ocultar la ideología de Picornell no parece la mejor manera de homenajearla. Y cabe suponer que no solo se pretende enterrarla de nuevo, sino impregnarse de su espíritu. De lo contrario, sospecharemos que la izquierda no festeja el hallazgo de los restos de la joven asesinada, sino la confirmación de su fallecimiento. Si lo he entendido bien, la sastra del Molinar se distinguía por llevar la contraria. ¿Dónde estaría hoy? Elemental, querido Watson, de testigo de la acusación en el caso Cursach.

Al observar a policías locales con el coraje de denunciar todavía el trato de favor o la humillante anulación de multas, a riesgo de ser apedreados por los policías, fiscales y jueces que han actuado a instancias de Cursach, es imposible no pensar en Aurora Picornell. Están cavando su fosa profesional, y ni un solo mallorquín va a auxiliarles, pero mantienen heroicamente sus versiones.

A Aurora Picornell la matan por no comportarse a la mallorquina, y esa ley sigue vigente. Renace en los foros y con los uniformes más inesperados, ante un golpe de Estado posmoderno en Mallorca. También se rehabilitará a los testigos, igual que a la sastra comunista, así que pasen ochenta años. La historia llega incluso más tarde que la justicia.

Recuerde dónde vio primero la fotografía con polvo y estruendo incorporados que sellaba la demolición definitiva del hotel Formentor, antes reforma. Así trata Mallorca a sus símbolos, imaginen a los ciudadanos corrientes. Los dueños mexicanoandorranos del establecimiento se acogieron a la ampliación de un quince por ciento de su volumen, autorizada por el Decreto Covid de medidas urgentes del Govern en mayo de 2020.

El filántropo Alphonse de Rothschild, primer dueño de las llaves con las que Cort se dejó engañar, era un especialista en cerámica morisca mallorquina, esta pieza salida del renombrado taller de Inca formaba parte de su colección. La donó al museo de arte medieval de Cluny.

El crecimiento del Formentor se llevará a cabo hacia el subsuelo, como todo en esta singular operación. Los usuarios habituales de la Administración tienen derecho a asombrarse de la celeridad con la que el ayuntamiento promotor de Pollença, el Consell anticomunista de Mallorca y la conselleria de Turismo atienden a todas las peticiones de la empresa. Desde Villa Cortina de Formentor, con los mismos protagonistas políticos, no se veía una complacencia semejante. Si quieren entenderlo, ahora mismo se vende un chalet en la península por 18 millones de euros.

El ridículo del ayuntamiento de Palma con las falsas Llaves del Reino sintetiza el mandato. El debate entre reproducción y falsificación es muy sencillo, la confesión previa de la autoría, aquí omitida. Un seguidor de Google puede comprobar que las llaves se presentaron como un irrefutable hito histórico, con clínica de tronío incluida. El estudio posterior debía certificar, no verificar. Si la copia está reconocida como tal se llama reproducción, la célebre frase «por su interés reproducimos» del querido Damián Caubet. Cuando no se reseña de entrada la recreación, hay falsificación, publicar un texto ajeno sin reseñar su autoría.

Nadie engañó a Cort, fue Cort quien quiso engañar a los palmesanos con Llaves de pacotilla. En la imagen que hoy nos ilustra, se apunta a una posible salida del embrollo. Cuanto más leo sobre el filántropo Alphonse de Rothschild, más me recuerda al mecenas Bartolomé March Servera. El financiero francés, y primer dueño de las Llaves con las que Cort se dejó engañar, también era un especialista en cerámica morisca mallorquina. La vasija salida del afamado taller de Inca, que superaba en fama a Málaga o Manises, es sólo un ejemplo de las miles de piezas islámicas de la colección del banquero. La donó al museo de arte medieval de Cluny. A partir de aquí, es fácil imaginar su fascinación por las Llaves mallorquinas, pero esta investigación excede a nuestras competencias.

Reflexión dominical historicista: «El descubrimiento de los restos de Aurora Picornell demuestra que el pasado es impredecible».

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