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BOULEVARD

Boulevard | El calor mató este verano en Baleares a 61 personas, 56 más de las reconocidas

La conselleria de Presidencia que impone multas millonarias en Son Vida monta una comida con UGT para 33 personas por un total de 990 euros, a treinta euros el cubierto

La paternidad de Nadal es la noticia del día en el tren del aeropuerto de Múnich a la ciudad. «Nacido en Mallorca», el país es lo de menos.

El domingo pasado conmocionamos al planeta con nuestro interrogante «Qué está matando en masa a los ancianos mallorquines», que una semana después sigue sin respuesta. La historia continúa. Mientras el verano más caluroso que vieron los siglos se saldaba con muertes en todas las comunidades españolas, Baleares insistía en que no contabilizaba ni una sola defunción por esta causa.

La primera muerte por calor se reconoció en Mallorca a finales de julio, y solo porque la víctima falleció en un espacio público. En septiembre se cocinaba un balance radiante de cinco defunciones por culpa del bochorno, frente a miles de casos estatales. Pues bien, los datos oficiales del Instituto Carlos III transmitidos por la conselleria de Sanidad establecen ahora 133 muertes «atribuibles a la temperatura» a finales de agosto. De ellas, 72 se produjeron hasta junio y corresponden al crudo invierno. Es decir, 61 fallecidos «por temperatura» corresponden a julio y agosto, muy por encima de los «cinco» reconocidos. No dejes que la realidad te estropee una temporada turística triunfal.

El protocolo de no intervención de la Policía Local de Palma ante la denuncia por ruidos de un ciudadano se inicia comunicándole que no la atenderán, a lo sumo le indicarán que no tienen efectivos. Se añade que en ningún caso pueden acceder a la casa estruendosa por motivos de privacidad. Es muy posible que se abronque al denunciante insomne por pretender una intervención de los funcionarios públicos, seguida de la pretensión de exigirle sus datos para dejarlo desnudo en manos de la mafia del ruido. A cambio, ni se interesarán por la fuente de la agresión sonora y por tanto física.

Este comportamiento se ha confirmado cientos de veces en todas las barriadas de Palma, excepto una. Si se perturba el sueño de los ilustres moradores de Son Vida, el barrio «más allá de son Rapinya» en la genial definición de mi añorado Luis María Pomar, se disparan todos los efectivos, se accede a la vivienda, se identifica a más de un centenar de congregados y se les imponen absurdas multas millonarias. Por tanto, los denunciantes palmesanos de ruidos tienen razón, salvo que no viven en la zona adecuada.

Las multas ridículas vienen impuestas por la conselleria de Presidencia. En la relación de gastos del departamento de Mercedes Garrido correspondiente al 18 de mayo, sobresale una multitudinaria «reunión-comida de trabajo» para 33 comensales. Se saldó con un coste de 990 euros recaído sobre las arcas públicas, alcanzaron el límite de los treinta euros per cápita de los códigos de buenas prácticas.

Es muy difícil encontrar un ágape comparable a la comida de los 33 en precio o congregados, que eran miembros del departamento autonómico y participantes en el Consejo Federal de Servicios Públicos de UGT. Buen provecho pero, si las «reuniones de trabajo» salen a treinta euros adicionales per cápita, lo mejor que puede hacer el Govern por nosotros es trabajar menos. No es de extrañar que tengan que imponer sanciones millonarias para sufragar sus comilonas.

En mi viaje anual a Múnich para emborracharme en la Oktoberfest, leo la noticia del día en los monitores del tren que me lleva del aeropuerto a la capital bávara. «La estrella del tenis Rafael Nadal ha sido padre», con la precisión de que el heredero «Ha nacido en Mallorca». El país es lo de menos, lo cual no ha disuadido a la también recién nacida plataforma de Jaime Mayor Oreja de colocar imágenes del tenista mallorquín en su suntuoso vídeo de presentación españolísima.

El retroceso ante Carlos Alcaraz no coloca a Nadal frente a la exageración de que «Esto se ha acabado», sino frente a la realidad de que «Hay un día en que esto se acaba». De momento, la revista Time nombró al tenista mallorquín entre las 100 personas más influyentes del planeta. Comparte la valoración con Zelenski, Xi Jinping, Zendaya o Keanu Reeves, porque nadie es perfecto. El elogio correspondió a Tom Brady, el cual admite a regañadientes que el ganador de 22 Grand Slams «eleva su estado emocional hasta un lugar donde puede estar irracionalmente concentrado en el detalle más nimio para crear una ventaja sobre su oponente, transportándose a la victoria». El tenista mallorquín es el único español en la categoría de iconos planetarios, pero Alcaraz se ha colado en la selección de los influencers del futuro de la misma revista, por ser «terroríficamente bueno y liderar una nueva generación de talento». Sic transit.

Reflexión dominical separada: «El independentismo catalán ha conseguido que nadie se lo tome en serio».

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