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Las responsables de los dos programas asistenciales en los colegios de las islas: «Un niño diabético no tiene por qué dejar de ir a una excursión»

La pediatra Mercedes Escarrer junto a las enfermeras gestoras de casos Ovejero y Sansó son las responsables de los dos programas asistenciales en los colegios de las islas recalcan que su principal objetivo es conseguir una escolarización normalizada para los alumnos con problemas

La pediatra Mercedes Escarrer junto a las enfermeras gestoras de casos Ovejero y Sansó. | SERVEI DE SALUT

Tanto la pediatra coordinadora de los dos programas desarrollados por la conselleria de Salud, Mercedes Escarrer, como sus respectivas enfermeras gestoras de casos, Marina Ovejero (CoorEducaSalutMental) y Marilén Sansó (CoorEducaSalut), tienen bien claro cuál es su principal objetivo: conseguir una escolarización normalizada tanto para los alumnos con problemas de salud crónicos y graves como para los estudiantes con algún trastorno mental diagnosticado o que se manifieste de improviso.

«Un niño diabético no tiene que dejar de ir a una excursión porque no tenga a nadie que pueda ponerle la insulina que necesite. Ya nos encargaremos nosotras de coordinarnos con la enfermera del centro de salud más cercano de donde se vaya a hacer la salida escolar para que vaya a ponérsela», se compromete la doctora Escarrer desviviéndose por lo que es el principal fin de los programas asistenciales que coordina en los centros escolares.

Por su parte, Marilén Sansó revela el caso de un niño que al año de edad debutó con la diabetes y que en la escoleta a la que acudía no estaban dispuestos a hacerse responsables de realizar una técnica invasiva como es inyectar al menor insulina. «Una de nuestras enfermeras acudió durante varios días en las horas del desayuno y de la merienda para hacerlo y formar a los educadores para que perdieran el temor. Porque el objetivo de nuestro programa es que el alumno no pierda ni un día de clase por causa de su patología», zanja la cuestión.

Sansó revela que algunas escuelas les habrían pedido que un niño diabético que llevara una bomba difusora de insulina no acudiera a clases hasta que estuviera formado en su uso. Y abunda en que así debe ser pero que también el profesorado debe estar formado en el uso de estos aparatos para «supervisar» el manejo del menor.

Escarrer incide en que están apostando por la formación de los docentes para que sepan cómo actuar ante una situación de emergencia. Explica que al inicio del curso los centros educativos conjuntamente con los centros de salud a los que pertenecen crean una comisión de salud en la que se establece cuántos alumnos precisan de estas atenciones especiales tras lo que se pasa a formar sobre esas patologías al profesorado responsable.

«El objetivo es que sepan cómo actuar ante una emergencia y una vez que esperan la llegada de los servicios de emergencias médicas del 061», detalla la pediatra.

Marina Ovejero, enfermera gestora de los casos de niños con trastornos mentales, desvincula su actuación de los casos de acoso escolar, problemática que señala que es competencia del Institut per a la Convivència i l’Èxit Escolar (Convivexit).

Pero sí atribuye en parte el aumento de actuaciones para prevenir las ideaciones suicidas en la difusión de un protocolo elaborado conjuntamente con el Observatorio del Suicidio y el Instituto Balear para la Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia (IBSMIA).

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