El 24 de agosto de 1971 explotó un artefacto en un avión jordano en Madrid y la actriz Emma Cohen fue elegida Lady Europa, noticias secundarias en la portada de Diario de Mallorca del día siguiente. El gran titular y la imagen los protagonizaron los Basso. Lillian y Gary volaron desde Nueva York a Palma, vía Madrid, en su viaje de luna de miel y fueron recibidos como celebridades por ser los pasajeros cuatro millones. Su estancia en la isla estuvo acompañada de una riada de agasajos a veces abrumadores para una pareja de recién casados que buscaba privacidad. Cincuenta y un años después, con uno de retraso por mor de la pandemia, han vuelto a Mallorca a celebrar sus bodas de oro para rememorar aquel viaje de una semana que recuerdan como si fuera ayer. Se hicieron una promesa «si Dios quiere» y si llegaban «sanos, intentaríamos volver para nuestro quincuagésimo aniversario de boda».

Gary, de 78 años y Lillian, de 73, aterrizaron el miércoles en Son Sant Joan, en el vuelo directo de United Airlines procedente del aeropuerto Newark/Nueva York «deseando ver todos los cambios que se han producido» en la isla. Fue posible inmortalizar ese momento nostálgico para el matrimonio gracias a las redes sociales y a la insistencia de Giana, uno de los tres hijos de la pareja. Alentó a su madre a contactar a los periódicos que cubrieron la noticia. Lillian escribió en julio al Facebook de este diario dando cuenta de aquel hito y de su propósito. «Salimos en la televisión y en los periódicos y decir que fue una de las mejores experiencias de nuestra vida es quedarse corto. Estamos muy emocionados de volver». Lillian habla con pasión de aquella «historia» que ha repetido miles de veces «para asombro de todos» y que siempre perfilaba en talleres de escritura. El viaje fue memorable en una Mallorca que reproducía todos los tópicos de la España turística que vendía la dictadura y el joven matrimonio fue tratado a cuerpo de rey, con flores y champán allí donde acudían, y siempre con trato preferencial, para envidia del resto de turistas que les acompañaban en los tours. La isla que se encuentran los Basso rebosa turistas, pero ahora vende su singularidad, lejos de la corrida de toros o el espectáculo de flamenco de los que disfrutaron entonces.

El joven matrimonio asistió a una corrida y un matador les brindó un toro. DM

Hasta agosto pasado Son San Joan ya rozó los 20 millones de pasajeros, lejos de los cuatro millones hasta la misma fecha de 1971 (ahora esa cifra corresponden solo a los registrados el mes pasado). Aquel año Baleares no llegaba a los 3 millones de turistas anuales. Cómo ha cambiado Mallorca.

En un espectáculo flamenco, también fueron los protagonistas, les subieron al escenario. DM

Repasando la hemeroteca, sorprende la hilarante crónica de la época, obra del histórico periodista Jacinto Planas i Sanmartí. «El turista 4.000.000 —en cifras la cosa resulta mucho más espectacular— ya está en Mallorca (...). Y como casi siempre, el turista o el pasajero no fue ‘él’, sino que fue ‘la’. Una señora o señorita siempre es mucho más vistoso que un caballero», decía aludiendo a «Mr. Gary Basso, agente de bolsa neoyorkino de ascendencia italiana (...) y su joven esposa, Lillian, con la que acaba de contraer matrimonio».

La pareja, en luna de miel, desciende del avión de Iberia, procedente de Madrid. DM

Aludía el periodista a la «tertulia de informadores» que esperaban en «el vestíbulo de honor del aeropuerto» (...). Hubo su anécdota y todo» con uno de los periodistas «llegados de Madrid, que eran —pues no faltaba más— los que llevaban la voz cantante. Una señora o señorita fotógrafo explicaba que los polvos de revelar españoles no son de gran calidad y que ella se los gasta franceses (…). El agua de Mallorca, por lo visto, tiene mucha cal y la joven se la trae de Madrid. Cosas veredes. Uno creía que el agua madrileña era la más indicada para el cocido y las abluciones y héteme aquí que para salir unos años más joven en una foto el agua mallorquina no sirve. ¡Hasta dónde llega la polución!», remataba Planas i Sanmartí para volver a centrarse en los protagonistas, que llegaron a bordo del DC-9 Ciudad de Sevilla de Iberia y fueron recibidos por «varios activos miembros» del Fomento de Turismo de Mallorca, «un welcome repetido en toda regla con las congratulations de ritual por la suerte». Explicaron al matrimonio que «como les ocurre a los invitados de honor todo está pagado».

Una joven Lillian, con 22 años, sentada en el jardín del Castillo Hotel Son Vida, en 1971.

«Los señores Basso, a preguntas de Martínez Campos para la ‘te, uve, e’ —continuaba— dijeron, por lo bajines, que su máxima aspiración era quedar tranquilos. El viaje y sus circunstancias reclamaban este derecho y al poco rato se disolvió la reunión». Lillian y Gary no salían de su asombro cuando pusieron los pies en la escalerilla del avión.

¿Por qué eligieron Mallorca en lugar de ir a México o Hawái? Tras su compromiso, en abril de 1970, Lillian daba clases y le asignaron una de español. «Ojeaba artículos sobre España y me encontré con un artículo sobre Son Vida. Aquella imagen del hotel castillo me dejó intrigada». Se lo enseñó a «su futuro marido, se quedó prendado». Planificaron el viaje «con tres paradas: Mallorca, Madrid y Lisboa». Era la primera vez que la joven Lillian volaba. «Cuando aterrizamos me alegré de estar en tierra firme. De repente, al bajar del avión, la gente empezó a acercarse a nosotros para hacernos fotos, grabarnos y hacernos preguntas».

Gary y Lillian Basso, felices de haber podido regresar, como habían planeado cuando eran unos recién casados. B.RAMON

En la sala VIP del aeropuerto les presentaron a Antonio Pomar, vocal del Fomento del Turismo. Él se encargó de hacer sus sueños realidad. Como no habían logrado reservar el hotel Son Vida — se hospedaron en el Bermudas, en Magaluf— , pidieron visitarlo. Allí disfrutaron de una comida inolvidable «por un filet-mignon presentado en forma de castillo» y hasta les abrieron una tienda, que por la hora estaba cerrada, para que compraran un carrete.

«La noche antes de irnos nos llamó el señor Pomar —dice Lillian— para explicarnos que no habían logrado reembolsarnos el viaje con la agencia» americana. Nos regalaron un par de candelabros de plata grabados con nuestros nombres por un importe equivalente al viaje».

El día de su marcha de la isla, la pareja fue obsequiada con un par de candelabros equivalente al valor de su viaje. DM

«La gente de Mallorca fue maravillosa», confiesa mirando con complicidad a su marido. Han cumplido su deseo y esta vez sí lograron hospedarse en el Son Vida. Hoy se van de Mallorca rumbo a Italia para continuar su segunda luna de miel.