La falta de hielo es una realidad, y Balears no se queda atrás. Las alarmas sonaron hace “dos o tres meses cuando la península empezó a demandar hielo a la isla”, explicó el socio de la distribuidora JOP, Mateo Obrador. Algo inusual, puesto que la situación suele ser al revés, que demuestra que la crisis energética y la subida incesante de precios no deja a ningún sector indiferente. 

Las empresas distribuidoras locales han decidido cerrar su círculo a clientes habituales, a quienes también han limitado sus encargos para poder abastecerlos a todos: “Si tuviéramos que vender a todo el mundo, el hielo duraría una hora”. El coste de la electricidad ha vuelto insostenible la conservación del hielo durante estos meses previos, algo que ha reducido la producción y no ha permitido satisfacer la gran demanda de este caluroso verano. Algunos distribuidores intentan hacer malabares para mantener el mismo precio, pese a que el beneficio es “cero”. La desesperación provocada por la carencia que sufren varios comerciantes les ha llevado a pedir a los repartidores que les vendan el hielo aunque sea por un precio mayor del que pagan sus clientes. 

El auto abastecimiento ha sido clave en los bares que cuentan con su propia máquina de hielo para poder sobrellevar la escasez: “Nosotros no lo hemos notado” comentó un coctelero del conocido Bar Nicolás. Sin embargo, al otro lado de la plaza del Mercat, la propietaria de Lili’s, Lili Zolatorova no puede decir lo mismo. Su barman “se las arregla” cada noche para que los clientes puedan seguir disfrutando de mojitos fríos “picando el hielo con un pequeño martillo”.

Zolatarova aseguró que los pedidos que antes “llegaban en dos horas” sufren retrasos de “hasta 48 horas” y que ciertas entregas tienen lugar a altas horas de la noche. Esto conlleva que los hosteleros busquen nuevos proveedores que puedan suplir la totalidad de las exigencias de sus comercios como es el caso del Gibson. 

Una de las neveras de un supermercado vacía.

Como en todas las crisis, la solidaridad ha estado presente. Varios restaurantes no dudan en prestarse el hielo entre ellos para poder atajar este problema, puesto que los pedidos “llegan a cuenta gotas” y generalmente se reducen a la mitad: “Cuando pides diez bolsas, te llegan dos” apuntó la trabajadora del Beewi, Sonia Caballero. Para los locales racionalizar los cubitos no es un opción por ahora, y aseguran que sin esta ayuda colectiva “no hubiéramos podido”. 

Durante la mañana del viernes, era complicado encontrar sacos de hielo en las neveras de distintos supermercados: “Estamos mal, llevamos dos días sin hielo y el último pedido tardo cinco días en llegar” aseguró un trabajador de un centro comercial de Palma. Otro establecimiento situado en Son Moix se suma a los retrasos de entrega tras cinco días sin recibir ningún encargo. 

Un problema que se achaca a los suministradores que “no están dando abasto”, afectando a los consumidores que recorren sin éxito varias tiendas para encontrar una bolsa de este demandado producto. Los jóvenes están siendo más previsores y acuden a los puntos de venta 15 días antes de las fiestas de sus pueblos para no tener que prescindir de ellos el día de la celebración

La limitación de venta, conocida durante la pandemia, ha sido la medida aplicada por muchas de estas superficies comerciales para evitar compras masivas. El cártel de esta restricción, que se colgó hace aproximadamente una semana, impide que los clientes puedan comprar más de cinco bolsas o un saco en su compra.

 En cambio, otras empresas del sector tienen más suerte y viven ajenos a esta problemática. A pesar de tener el congelador vacío a primera hora, afirman que se debe a que aún no había llegado el camión de reparto: “A nosotros nos siguen llegando las mismas bolsas que antes, nuestro proveedor no nos ha informado de ningún problema” dijo la responsable de un negocio de esta sección. 

 La demanda de hielos y la situación de escasez se ha traducido en subidas de precio en algunos establecimientos, es el caso de algunas de las gasolineras perjudicadas por esta situación: “Antes vendíamos la bolsa a 1,75 euros, ahora a 2,20”, afirmó el gerente de una estación de servicio de Son Rapinya.