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«Laia siempre me decía: ‘Yo no soy tu rey, yo soy tu reina’»

Dorotea Cela explica el camino emprendido hace dos veranos por su hijo de tres años cuando verbalizó por primera vez que era una niña

Laia, con su hermano Lluís, en el poliderportivo de sa Pobla. | MANU MIELNIEZUK

Cuando con solo tres años Joan les dijo a sus padres que era una niña, no les cogió por sorpresa. Había emitido algunas señales previas y que lo expresara con palabras fue una especie de confirmación. Aquello fue hace dos años y este agosto tiene una cita muy importante en el registro civil, donde quedará registrado oficialmente el nombre que desde hace tiempo utilizan su familia, amigos y vecinos: Laia.

«Hace dos veranos nos dijo que era una niña. Y a partir de ahí entendimos muchas situaciones ocurridas antes de que lo verbalizara de manera tan explícita», explica Dorotea Cela, madre de Laia, en sa Pobla, donde residen.

Pese a ser algo más o menos esperado, aquella revelación provocó un impacto emocional en la familia. «Aunque imaginaba que llegaría este momento, mi reacción fue de sensación de pérdida. ¿Dejaré de tener a mi hijo Joan? ¿Desaparecerá para siempre? Lloré mucho, tenía miedo, angustia y sensación de desamparo. Pero poco a poco me di cuenta de que lo que ella necesitaba era que estuviéramos a su lado y respetar sus espacios para que pudiera expresarse», subraya.

Un vestido

La propia Laia, que ahora tiene cinco años, echa mano de una memoria excepcional para evocar aquella etapa de cambio. «Cuando cumplí tres años me regalaron un disfraz de Elsa de Frozen y siempre me lo ponía», rememora.

En casa había juguetes de todo tipo. Lluís, su hermano mayor, «fue adquiriendo estereotipos sociales y reafirmando su identidad de niño». En cambio Laia —que entonces todavía se llamaba Joan— se identificaba más con princesas, sirenas y personajes femeninos de las películas infantiles.

«Cuando me dijo que quería ir disfrazada al colegio con un vestido, le dije que le compraría uno si es lo que quería. Eso fue a principios de marzo de 2020, justo antes del confinamiento», indica Cela.

Estaban la preferencia por los juguetes de niña y los vestidos. Sin embargo, el momento «crucial», tal como lo describe su madre, es cuando Laia les dijo que quería dejarse crecer el cabello. «Nos contó que cuando fuese una niña llevaría el pelo largo. Verbalizaba mucho que en el futuro quería ser una niña. E ir con un vestido al colegio, pero no como un disfraz. Ese sí fue un momento difícil. Nosotros sabíamos que no hacía daño a nadie, era más bien miedo a qué dirían sus compañeros o los vecinos», recuerda Cela.

Llegó el confinamiento, el cierre de las aulas y el vestido se quedó dentro de un armario. Hasta que poco a poco regresó la vieja normalidad y la vida en la calle. «Entonces nos recordó que tenía un vestido. Y nos dimos cuenta de que no había sido una cosa de niños, un hecho puntual. Persistía en su idea de ir al colegio con un vestido», cuenta Cela.

Dorotea Cela, la madre de Laia, explica el proceso que ha seguido su hija hasta hoy. | M. MIELNIEZUK

El momento del nombre

Y en la familia se lo tomaron muy en serio. «Siempre me decía: ‘Mamá yo no soy tu rey, yo soy tu reina». O ‘yo no soy guapo, soy guapa’. Tenía una gran capacidad de hablar muy claro de ella misma, siempre ha sido emocionalmente muy madura. Tenemos la tendencia a pensar que lo que dicen los niños es infantil, pero en su caso yo daba mucha credibilidad a todo lo que nos decía», valora la madre de Laia.

«Hace poco le pregunté cómo había llegado a la conclusión de que era una niña. Y me contestó que porque su cerebro se lo había dicho. Así de natural ha sido siempre», añade.

Pese a su corta edad, tenía muchas cosas claras. También, que no podía seguir llamándose Joan. «Fantaseó con varios nombres, como llamarse sirenita o Ladybug [un personaje de una película infantil]. Cogí un diccionario de nombres y le gustó uno de los primeros que aparecía, Ada, pero le costaba recordarlo. Así que un día le propuse Laia y le encantó», afirma Cela.

En agosto tendrá que reafirmar ante un juez que ese es su nombre, el que aparecerá en su DNI. Será un paso importante, aunque todavía figurará como género masculino. «Nosotros lo hemos vivido de manera muy abierta, y también hemos cambiado el lenguaje. Ya no decimos que ha elegido ser una niña, porque eso no se elige. Estamos aprendiendo. Porque luego vendrá la adolescencia, será una persona adulta, y eso nos obligará a superar otras barreras», anticipa su madre.

A día de hoy Cela no piensa en que un día Laia pueda plantearse cambiar de sexo. «No tiene ningún problema con su cuerpo. Puede ser una niña con un pene, que para ella es como sus manos o su pelo. Su cuerpo no es un impedimento, le ha venido dado, y me gustaría que creciera pensando eso. El cuerpo no determina la identidad, es todo construido. Puede ser quien es con independencia de su cuerpo. ¿Por qué no puede ser una niña aunque tenga un pene? A mí me gustaría que fuese así, aunque en el futuro lo decidirá ella», explica esta madre.

Critica los mensajes «tránsfobos» que surgen de una parte del feminismo: «Laia no es una moda, representa la realidad de las personas no binarias, enfrentémonos juntas al patriarcado y al machismo y escuchémonos». Y, pese a las dificultades que puedan surgir, ve el futuro de su hija con optimismo.

«Al principio sí me preocupaban los años de la adolescencia. En dos noches imaginé el millón de problemas a los que se tendría que enfrentar, pero al ver que ella lo hace todo tan fácil y natural me tranquilicé. Seguro que vendrán complicaciones porque la sociedad pone difícil ser uno mismo, y no solo para las personas trans. Ahora es una necesidad tener un DNI que diga que Laia es Laia, y después vendrán otras necesidades que iremos afrontando», concluye.

Chrysallis asesora y acompaña a 45 menores trans de las islas

La asociación Chrysallis, de ámbito estatal, asesora y acompaña a las familias de 45 menores trans de Balears, a las que orienta sobre todos los recursos a su disposición. «Al principio las familias tienen muchas dudas. Se les da asesoramiento técnico sobre qué trámites tienen que realizar. Les metemos en un grupo de WhatsApp donde están todas las familias de Balears, y se les asigna una familia que esté cerca de su zona y con un hije de la misma edad para que puedan ayudarle», explica Inés Machado, secretaria de Chrysallis en el archipiélago.

«Al principio las familias pasan por una fase de pérdida, para muchas es como hacer un duelo. Aunque cada vez más las familias están educando en el no binarismo, en el respeto y en escuchar a los menores», subraya Machado. 

Celebra que Mallorca dispone de suficientes recursos para atender a las familias con menores trans. «En los centros educativos hay protocolos y alguno de los docentes tienen formación en diversidad afectivosexual. Si no es así, se ponen en contacto con asociaciones como Convivexit y empiezan a formarse», manifiesta Machado, que sin embargo lamenta que el resto Menorca, Eivissa y Formentera no dispongan del mismo nivel de apoyos que Mallorca. 

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