«Si el sucesor de Juli Fuster no tiene una actitud dialogante tendremos un otoño caliente», advirtió ayer el presidente del Sindicato Médico en Balears (Simebal), Miguel Lázaro, tras la salida de Juli Fuster, el ya ex director del IB-Salut.

Lázaro afirmó que «la dimisión es un ejemplo para la clase política de este país», aunque recordó que Simebal «tiene temas pendientes de negociar» con el IB-Salut, por lo que reclamaron que el próximo director tenga una actitud abierta al diálogo.

Las reacciones a la polémica de Fuster no se hicieron esperar. Por ser socios del propio Govern, la de Més fue de las que más llamó la atención; toda la formación se mostró «satisfecha» por cómo se resolvió la crisis, según trasladó el coordinador de la organización, Lluís Apesteguia.

El ecosoberanista trasladó a la presidenta del Ejecutivo balear, Francina Armengol, la «necesidad» de que Fuster saliera de la Administración autonómica para «mantener la buena imagen y la credibilidad».

Por su parte, el portavoz del PP en el Parlament balear, Antoni Costa, consideró que la dimisión del director general «era la única salida posible» después de haber trascendido la condena del TSJIB, puesto que Fuster «vulneró el Código Ético del Govern». «Ahora esperamos la comparecencia urgente de la consellera de Salud, Patricia Gómez, en la Cámara autonómica para que dé todas las explicaciones sobre este caso», dijo Costa.

Por otro lado, la coordinadora de Ciudadanos en Balears, Patricia Guasp, denunció el «nepotismo» y «enchufismo» del Govern de Armengol. La formación naranja pidió al Parlament que constate que la crisis de Fuster ha supuesto un «perjuicio» para la imagen del Ejecutivo y que «afecta a la percepción social de los ciudadanos en materia de transparencia y buen gobierno».

El portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Alejandro López, en cambio, valoró positivamente que el Govern «siempre» actúe de forma «ética y contundente» ante este tipo de situaciones.