La cranca mediterránea (Maja squinado) podría haber vuelto a la reserva marina de sa Dragonera después de estar «prácticamente extinguida». El Govern informó ayer que pescadores del puerto de Andratx capturaron y volvieron a liberar este fin de semana en aguas del parque natural dos ejemplares de esta centolla autóctona, lo que constituye un «hecho muy relevante», según la dirección general de Pesca y Medio Marino, ya que «hacía años que no se veía en este lugar ningún ejemplar de esta especie endémica del Mediterráneo que, en Baleares, estaba prácticamente extinguida». Debido a la importancia del hallazgo, tanto los puntos donde fueron capturados los dos ejemplares como el lugar de su liberación «se mantienen en secreto», según subraya el Govern.

La dirección general de Pesca calificó ayer de «indicio de optimismo» las capturas de los dos ejemplares de cranca mediterránea en Sa Dragonera. No es para menos, ya que hasta la fecha «solo se tenía constancia de una población pequeña en la isla de Formentera que se mantenía y que, año tras año, en la primavera se acerca a reproducirse a la reserva marina dels Freus de Eivissa y Formentera», además de algunos ejemplares alrededor de la isla de Cabrera.

La cranca mediterránea es uno de los dos tipos de centollas que viven en las costas del Estado español, que morfológicamente guardan algunas similitudes aunque se trata de especies diferentes. La centolla presente en Baleares también es propia de Catalunya, Francia e Italia y es endémica del área mediterránea. La otra especie, cuyo nombre científico es Maja brachydactyla, es común en el Atlántico y es más abundante. Suele comercializarse en los mercados de pescado de Baleares.

La centolla mediterránea es un crustáceo decápodo de grandes dimensiones, propia de fondos rocosos de plataforma.

Antes era abundante

Según explica el Govern, «hasta la primera mitad del siglo XX fue una especie extraordinariamente abundante» cuyo consumo gastronómico «estaba mal visto» a pesar de su «exquisitez». Por este motivo, los pescadores destruían los ejemplares que caían en las redes.

Sin embargo, a partir de los años 60 su presencia era mucho más rara debido a la mecanización de la pesca profesional y la aparición de las redes de nilón. En los años 80, la venta de esta cranca en las lonjas desapareció, por lo que el Govern, a propuesta del sector pesquero, prohibió a principios del siglo XXI su captura y comercialización. Se llevaron a cabo proyectos de repoblación y cría en cautividad que «no obtuvieron los resultados esperados».