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Una hotelera mallorquina con genes suizos

Universal Beach, cadena familiar precursora del turismo isleño, celebra su 75 aniversario

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Una hotelera mallorquina con genes suizos

«Mi abuelo vino de viaje de novios en los años cincuenta —relata Yannik Erhart—. Para llegar a Mallorca voló desde Basilea a Londres, de allí a Barcelona y por fin llegó en un avión del ejército». Vio el paraíso que era la isla y pensó que había valido la pena.

El suizo Alfred Erhart (Basilea, 1918-1998) fue un pionero del turismo que vino a celebrar su enamoramiento y cayó rendido ante los encantos de la isla, y su potencial. Empezaba el boom turístico en aquella España gris de la dictadura franquista que quería salir del aislamiento con el filón del turismo internacional. Ya tenía un pie en la industria en su país. Mientras, se iba expandiendo el turismo de masas. En los sesenta puso una pica, en lugar de en Flandes, en Sant Elm. Abrió el primer hotel en 1963, el Aquamarin. Fue el germen de Universal Hotels, que este año celebra su 75 aniversario y renombra a la cadena, ahora es Universal Beach: la mayoría de sus quince establecimientos miran al mar desde primera línea de playa. «Se conocen nuestros hoteles, como el Marqués, en la Colònia de Sant Jordi, pero no nuestra marca», continúa Yannik, consejero delegado y tercera generación de una saga que comparte asiento con «los Miralles, los Ramis...» en las reuniones de la Agrupación de Cadenas de Balears, de la que forma parte desde hace tres años.

«En Basilea había aviones que dejaron los ingleses después de la II Guerra Mundial. Mi abuelo compró uno y empezó a transportar mercancías y organizar viajes de largo recorrido». Fue «de los primeros que se dio cuenta de las ganas que había de viajar». Fundó el turoperador Universal Flugreisen AG en 1947 y la primera compañía aérea chárter de Suiza, Viking, en 1955. Los suizos que venían a Mallorca ya no tenían que pasar por aquel intrincado periplo para desembarcar en el paraíso que era la isla en los albores de la industria turística.

Cuatro horas a Canyamel

En los sesenta, en pleno desarrollo, «había pocos hoteles». Los turistas suizos que llegaban en los vuelos que organizaba Alfred Erhart se quejaban de la calidad de los alojamientos. «Buscó inversores suizos para construir hoteles y también se asoció con viajeros que a cambio tenían derecho a alojarse durante sus vacaciones».

En 1964 Universal abrió el Laguna, en Canyamel, al año siguiente el Bikini, en Cala Millor. Dos décadas después, en 1985, la cadena ya había construido ocho hoteles y adquirió dos más, repasa Yannik, quien está al frente de la compañía desde 2020, tras la jubilación de sus dos directores generales, Carlos González y Stephen Kennewell. «Mi abuelo buscaba las zonas más apartadas y con las mejores playas. De Palma a Sant Elm se tardaba en llegar cuatro horas. Era toda una aventura», cuenta el hotelero, que creció veraneando en Canyamel.

En los primeros años el negocio principal de los Erhart se centraba en la turoperación, a través de su mayorista, Universal Mallorca Ferien (así se llama en la actualidad). Su sede está en Vaduz, en Liechtenstein. Desde ese pequeño país, ubicado entre Suiza y Austria, el padre de Yannik, Philippe C. Erhart, hijo del fundador, dirige la empresa desde 1995. Es la matriz de la hotelera.

Es el mayor turoperador suizo para viajes a Mallorca. Dejó de tener aviones en propiedad para pasar a contratar vuelos chárter con otras aerolíneas. «Venían diez aviones semanales». Y a partir de 2000 se abrió a otras nacionalidades de viajeros. «Otra razón por la que no éramos muy conocidos era nuestra especialización en el turismo suizo».

El abuelo de Yannik llevó las riendas de la compañía viajando entre la isla y su sede central, su padre, también. Sin embargo, el representante de la tercera generación decidió hace diez años fijar su residencia en Mallorca. Aquí han nacido sus tres hijos. Su esposa, Mirtha Erhart— «somos como los británicos, al casarse la mujer asume el apellido del marido», explica sonriente—, está a cargo del receptivo (traslados, guías, etc.). Desde este año también es la cónsul honoraria suiza en Palma.

El empresario, economista de profesión, empezó a trabajar en la compañía como comercial, tras adquirir experiencia lejos de la empresa familiar, en la mayorista suiza Kouni. Los tiempos cambian: «Ya no se podían llenar los hoteles; había mucha competencia». En 2011 intensificaron la diversificación a otros mercados, además de dar el paso a la digitalización en la comercialización y apostar por el canal de venta directa. Antes se habían abierto también a los principales turoperadores y fueron renovando la planta hotelera. Bajo el liderazgo de Yannik ha culminado la modernización de la cadena.

Cada año, apunta el hotelero, llegan a Mallorca 400.000 suizos, unos 25.000 se alojan en los hoteles Universal Beach. Su mercado principal es el alemán (50%). El helvético representa un 25% y el resto se reparte entre británicos, nórdicos y franceses.

Los primeros turistas que llegaron de mano de los Erhart a la isla también disfrutaban del turismo de naturaleza. «Mi abuelo empezó con las rutas de senderismo, iban en burro a La Trapa», rememora el empresario. Ahora es su tía Annita la que las organiza. «Vivimos de Mallorca, tenemos que cuidarla», dice Yannik. Universal Beach patrocina el proyecto de regeneración de bosques submarinos de la ONG MedGardens en la costa de Sant Elm, entre otras iniciativas sostenibles.

Por delante de la ley turística

Después del arduo verano de 2020 y el pasado, con una ocupación del 75%, esta temporada tiene «muy buenas perspectivas», a pesar de la guerra de Ucrania y su impacto en el coste de los suministros, más la huelga de transportes, que pillaron a la hotelera con dos reformas en marcha. Hasta «es difícil calcular los menús con tanto cambio de precio», apostilla el empresario. «Hay que incentivar la modernización, pero no con la pérdida de plazas», opina sobre la nueva ley turística. «Habría que castigar a los que no reforman, hay muchas plazas en mal estado», considera. «Las cadenas vamos un paso por delante». Sin ir más lejos , por la apuesta por los productos locales. «Ya superamos el 3%. A los clientes les gusta, no veo necesidad de que nos obliguen; es un tema político y ahora hay que hacer más papeleo con los proveedores». Por la reducción de plazas con la fórmula del 2x1 «llamé a María (Frontera, presidenta de los hoteleros). Cuesta entenderlo», reconoce.

Esta historia del turismo mallorquín que empezó en tonalidad aguamarina sigue su camino sin prisas. La última adquisición de la hotelera fue los apartamentos Laguna Garden, en Canyamel, en 2019. «Somos propietarios, no un fondo, no buscamos crecer por crecer. Nos gustaría estar en Platja de Palma, hace años que buscamos un hotel». Debe encajar con aquellas «sensaciones mediterráneas con calidad suiza» a las que aludía el eslogan del fundador, «como los relojes», bromea su nieto, y «si está en primera línea, mucho mejor». Mirando al mar.

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Una hotelera mallorquina con genes suizos

Una hotelera mallorquina con genes suizos | De organizar vuelos a construir hoteles

Universal Beach Hotels, con 700 empleados, suma 15 hoteles (4.000 camas) repartidos entre Sant Elm, Peguera, Magaluf, Colònia de Sant Jordi, s’Illot, Cala Millor, Canyamel y Platja de Muro, donde se alojan 100.000 huéspedes al año.

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