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A la caza de trabajadores en el turismo: «Hay una guerra para contratar»

Falta personal para completar las plantillas de restaurantes, hoteles y empresas de socorrismo ante un verano de récord - Escasean los profesionales, sobre todo los cualificados, por el precio de los alquileres y un cambio de ciclo por la pandemia

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A la caza de trabajadores en el turismo: «Hay una guerra para contratar» Guillem Bosch

La temporada que promete récords de turistas sufre por la falta de trabajadores. Esta anomalía no se explica únicamente por el disparatado precio de los alquileres, disuasorios para la mayoría de profesionales llegados de la península. Empresarios del sector también se refieren a la escasez de personal cualificado y a un cambio de ciclo que empezó con la pandemia.

Por primera vez la oferta supera a la demanda y la problemática se extiende por toda la isla, aunque hay zonas que la sufren con mayor intensidad. Y ocurre precisamente en un momento de subida de salarios en la hostelería gracias a la mejora del convenio colectivo.

«Queríamos abrir este mes pero no tengo cocinero ni ayudante de cocina. Me ha llamado gente de la península que quería venir a trabajar preguntándome si les podía facilitar un alojamiento. Pero yo ofrezco trabajo, no casa», explica Miquel Garau, propietario del restaurante Cas Padrí, en Capdepera. «En febrero empezamos a poner anuncios, pero hay una guerra por contratar. Llevo muchos años en esto y nunca había visto algo así», señala.

La escasez de trabajadores es especialmente acuciante en la zona de Llevant, donde hay poca disponibilidad de arrendamientos. Garau afirma que los salarios de camarero en Mallorca oscilan entre los 1.700 y los 1.800 euros — «más que en el la península, donde no pasan de 1.300»—, pero asume que no es suficiente dadas las circunstancias: «Entiendo que no vengan si se tienen que dejar la mitad del sueldo en un alquiler». Y, además, tienen que tener una cualificación. «Podría ofrecer más salario, ¿pero a quién? No hay gente mínimamente cualificada y lo que no puedo hacer es enseñar a alguien de cero», destaca.

Asiente Mirco Feldi, propietario de La Fragua, en la misma localidad. «Este año me ha costado mucho cerrar la plantilla. Creo que vivimos un cambio de ciclo, y también generacional. Muchos chicos no quieren saber nada de la hostelería y no hay un relevo porque aunque los suelos han mejorado mucho sigue siendo un trabajo que exige muchas horas», señala este empresario italiano.

A unos pocos kilómetros, en Cala Millor, Pep Barrientos también ve una transformación. «Me olí que esto iba a pasar y en marzo empezamos con 25 personas, una cifra propia de temporada alta. Fue un mes lluvioso, con viento, y nosotros vivimos de la terraza, así que no salieron los números. Pero preveía una temporada con mucha gente y problemas para contratar. Y efectivamente la Semana Santa fue de récord, con cifras que no habíamos visto nunca», afirma el propietario de sa Caleta. «Esto ya no funciona como antes. Si hubiese querido abrir en mayo me sería imposible contratar», añade.

Desde hace tiempo Barrientos hace de intermediario para conseguir pisos a sus trabajadores. «Muchas veces te piden ayuda con un piso, y como que aquí me conocen me los alquilan. Pero ahora ni así, no hay absolutamente nada. Una solución sería hacer un cambio de uso de plazas hoteleras obsoletas y de locales comerciales y convertirlos en viviendas residenciales», propone.

La mayoría de los empresarios consultados coinciden en señalar que hay una dura competencia entre hoteles y restaurantes para contratar personal, especialmente profesionales cualificados para las cocinas. «Sóller ha incrementado el número de hoteles y restaurantes, y ahora hay más demanda de empleos que oferta. Hay una competencia por los trabajadores. Pero hay otros factores que influyen. Antes las plantillas eran más estables, fijos-discontinuos que llevaban muchos años en las empresas. Pero la gente joven es más cambiante y hoy se comprometen contigo y otro día con otro. Hay mucha más movilidad», explica Luis Rullán, presidente de la Asociación Hotelera de Sóller y director del Hotel Los Geranios y el Hotel El Guía.

Este empresario coincide con otros del sector en que la pandemia ha cambiado el marco de las relaciones laborales en la isla. «Algunos trabajadores de temporada se fueron y ya no han vuelto. Otros han cambiado de sector. El problema no es de salarios porque el nuevo convenio preveía una importante subida en cuatro años. Y por supuesto es muy complicado encontrar alquileres para dos o tres meses a precios tan elevados», señala Rullán. «Tenemos un problema porque vivimos del turismo y no hay personal. Hay que encontrar una solución», zanja Rullán.

Los hoteles Paradiso Garden y Garonda, en Platja de Palma, ambos de la cadena Mac Hotels, tratan de esquivar el obstáculo de los alquileres reservando una serie de apartamentos para sus trabajadores. «Tenemos unos pisos para el personal de uno y otro hotel y en este sentido hemos encontrado una solución», afirma Toni Ramon, director del Paradiso Garden. «En la isla hay profesionales cualificados, pero no bastan para cubrir las necesidades de personal. Ha habido aperturas de otras compañías y nosotros somos una empresa en expansión, así que la demanda de trabajadores se ha multiplicado», señala.

«Ya en enero hicimos jornadas de captación de talento con estudiantes de la UIB, y con el SOIB celebramos una jornada de puertas abiertas. Ahora tenemos la plantilla necesaria, pero nos ha costado. Y es cierto que para puestos clave en la cocina nos cuesta encontrar perfiles cualificados y con experiencia. Hemos abierto la oferta a nivel nacional incluyendo vivienda para que puedan venir de fuera», subraya Ramon.

Tampoco hay suficientes socorristas, una figura obligatoria por ley en todas las piscinas de los hoteles. «La situación es te verano es catastrófica», resume Conchi Miguel, directora de Aquatas. Esta empresa selecciona y contrata a socorristas para dar servicio a cerca de 70 hoteles de la isla, además de puertos deportivos, balnerarios y spas. Y todavía no han podido completar una plantilla de 90 personas en Mallorca. «No todo el mundo puede ser socorrista, se necesita una titulación. Aquí no hay suficientes y hay que buscar en la península, con el problema de los alquileres. Nos hemos tenido que mover para conseguir alojamiento para seis o siete socorristas, pero no hay más», indica.

Esta empresaria también habla del pulso entre empresas para contratar personal. «Va a haber un baile de trabajadores: hoy estoy de socorrista y mañana de camarero. Hay una movilidad que nunca hemos visto porque hay mucha competencia entre las empresas por contratar. Sobre todo en el caso de los que empiezan su vida laboral. La realidad es que estamos todos faltos de personal, yo me muevo por muchos hoteles y todos me preguntan si sé de un camarero o un cocinero», asume.

La problemática incluye Magaluf, donde varios establecimientos buscan trabajadores para completar sus plantillas. Pero no todos han tenido ese problema. Francisco Marín, director del hotel Playa Golf, en Platja de Palma, es una excepción. «Tengo el mismo jefe de recepción, cocina, bar y mantenimiento desde hace años. Y no me consta que los trabajadores tengan problemas con los alquileres. Estamos rodeados de núcleos como es Pil.larí y barrios de Palma bien comunicados con transporte público. Entiendo que el tema de la vivienda es complicado, pero aquí entre tres o cuatro personas pueden pagar un alquiler. En nuestro caso todos tienen domicilio en el entorno de Platja de Palma. De todos modos hay problemas desde antes de la pandemia, cuando la demanda ya era superior a la oferta», subraya.

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