La de Son Bunyola es una reforma cuidadosa con los elementos patrimoniales de esta possessió del siglo XVIII que tiene sus orígenes en la Alquería de la Torre, que data del siglo XIII. Es un proyecto que ya suma siete años de trabajo y que se vio afectado por el cap de fibló que devastó en 2018 la zona de Banyalbufar. En estos momentos, la obra que transforma esta finca en hotel rural, en la que también participa Currie&Brown Project Management, cumple un año y estará lista el que viene.

Los precios de este exclusivísimo hotel aún se desconocen, pero si el alquiler de una de las villas completas que están en la finca, por ejemplo la de Terra rotja (con cuatro habitaciones dobles), asciende a 30.000 euros por semana, está claro que de media una de las habitaciones en Son Bunyola no saldría por menos de mil euros la noche. Un precio muy alejado de los 100.000 euros que cuesta el alquiler de la isla Necker, propiedad de Richard Branson, situada en las Islas Vírgenes Británicas.

En el proyecto de reforma de la finca, que será una realidad en primavera de 2023, hay implicados varios profesionales de Mallorca. El arquitecto es Guillermo Reynés, del estudio GRAS, conocido por sus intervenciones en casales patrimoniales de Palma como Can Oleza, por formar parte del proyecto de Camper en El Terreno y por ser también hasta 2018 el arquitecto de la Catedral de Mallorca. “Muchos de los materiales empleados en la intervención son de la isla, por ejemplo las baldosas son de Huguet”, explica el futuro director del hotel, Vincent Padioleau, quien ya trabajó en La Residencia de Deià cuando estaba en manos de Virgin Limited Edition.

Así es la espectacular reforma de Son Bunyola, el hotel de lujo que Branson abrirá en Mallorca

Así es la espectacular reforma de Son Bunyola, el hotel de lujo que Branson abrirá en Mallorca Bernardo Arzayus

El edificio de Son Bunyola aún está envuelto de andamios. Gran parte del tejado, que es la parte que quedó más afectada por el temporal junto a la torre medieval, ya está reconstruido con “piedra mallorquina, de marès, y las vigas de madera”, señala Padioleau. En el hall del hotel, donde los operarios trabajan pasando tubos, “no se hará el registro de los clientes, se hará en la terraza seguramente, de manera más relajada, en la recepción habrá una zona de descanso para los clientes que llegan o esperan para marcharse”, indica. Después de la primera sala, se abre un patio interior, la antigua clastra de la possessió, que cuenta con arcadas laterales y dos torres, una de ellas es una torre de defensa medieval construida en el siglo XV y la otra es fruto de la reforma de 1920. “Ahora estamos con las muestras del suelo, en piedra, también es de aquí”, señala. Desde este espacio, se tiene acceso a algunas habitaciones que cuentan con terraza privada. “Al fondo hay dos pozos antiguos que se van a restaurar y mantener y justo debajo de esta clastra hay un aljibe que vamos a recuperar”, comenta. Especial atención se ha prestado al ciclo del agua. Así, el agua de consumo del hotel proviene de los propios pozos y del aljibe. Para conseguir más volumen de almacenamiento, se restauran todas las cisternas de agua existentes en la finca y se recoge, y almacena en dichas cisternas, toda el agua de lluvia que cae tanto en las cubiertas como en las terrazas, recuperando de esta forma la estrategia hidráulica original de la finca, donde se recogía toda el agua de lluvia posible.

Son Bunyola es un Bien de Interés Cultural, protegido. Por eso se mantienen todos los elementos posibles como puertas y azulejos antiguos y hasta un retablo de la antigua capilla que se está restaurando en un taller de Palma y un vitral. “El retablo se volverá a colocar donde estaba, una zona que fue capilla y que ahora formará parte del restaurante”, indica. Ante la pregunta de si es la mejor zona para colocarlo, el director comentó que los especialistas “aún están estudiando cómo ponerlo”.

Se restauran también elementos históricos como carpinterías de madera, arcos de piedra, molduras de madera y yeso, artesonados, revestimiento de mortero y cal, suelos hidráulicos, cerrajería de forja o la escalera novecentista.

Las suites de las dos torres, las joyas de la corona

El hotel, con dos alturas, contará con 28 habitaciones y tiene espacio para 56 clientes. Las joyas de la corona son las suites de las dos torres, que tendrán tres plantas formadas por la habitación, el salón y la terraza privada. Luego hay otra suite que hace esquina que cuenta con el mirador más espectacular del hotel, pues se asoma a la costa y también a la zona de los viñedos. El sótano alberga una pequeña zona de spa y las áreas de servicio.

Los trabajos de recuperación de Son Bunyola, una finca de más de 200 hectáreas, no se circunscriben únicamente a la recuperación de la possessió y la antigua tafona. También se va a rescatar la finca como explotación agrícola y sus productos se ofrecerán en los servicios del hotel, que abrirá sus puertas a principios del verano de 2023. De momento, se ha llevado a cabo una limpieza de muchos de los pinos que el cap de fibló derrumbó. Aún quedan bastantes hectáreas por sanear. “Con esta caída de los árboles hemos podido descubrir que aquí se cultivaban olivos. Nosotros los vamos a recuperar y haremos nuestra propia producción de aceite. También hemos recuperado almendros y recientemente hemos sembrado dos hectáreas de viña, de la variedad Malvasía, que era la que se cultivaba aquí hace un siglo. De hecho, hemos encontrado etiquetas antiguas del vino que se hacía aquí y nosotros produciremos nuestras propias botellas”, comenta el director del hotel.

Uno de los mayores atractivos del hotel es la gran terraza que asoma a un paisaje mediterráneo privilegiado que mezcla el azul plastidecor, el turquesa del mar, el ocre de las montañas y el verde oscuro. También es posible divisar sa Foradada. “Aquí había unas fuentes que se arreglarán y volveremos a poner, al igual que unos bancos con baldosas antiguas”, indica.

“Uno de los principios que impuso desde el primer momento Richard Branson con este proyecto de Son Bunyola fue el de proteger todo el patrimonio, todo lo antiguo que aquí había. Por eso, también se van a recuperar los diferentes topónimos de esta zona a partir de libro Son Bunyola. Un mar de noms de Tomàs Vibot. Algunas suites llevarán estos nombres”, explica Vincent Padioleau. Los dos talayots que están en la finca, ahora cubiertos de vegetación, también se limpiarán.

El hotel, en el que trabajan ahora mismo cerca de 60 personas para terminar la reforma el año que viene, también contará con dos piscinas (aprovechando un bancal histórico) y una zona para celebrar eventos privados, como bodas ,pero no podrá contar con las pistas de tenis solicitadas en el primer proyecto. “Los caminos que hay se limpiarán para que los clientes tengan acceso al mar, a la costa, pero no se van a poner servicios en la playa, se va a dejar todo natural, tampoco se va a construir ningún embarcadero para que lleguen barcos”, detalla. La antigua tafona, ahora toda apuntalada, se restaurará y se musealizará. “No habrá nada más en ella”. Se han recuperado también dos pequeños edificios aledaños al principal donde se montará una tienda y dos habitaciones más.

“Cuando Branson recompró la finca hace siete años [por 15,3 millones de euros], tenía claro que para hacer este proyecto de hotel tenía que hablar con todos los agentes implicados en la isla y con las Administraciones, todo con el objetivo de no cometer errores y mantener el patrimonio”, apunta el director. El multimillonario visitó la finca hace dos semanas. “Hacía dos años que no venía y se quedó maravillado. A partir de ahora empezará a venir más a menudo para seguir de cerca el proyecto”, cuenta Padioleau, quien desvela que está empezando a buscar un “chef mallorquín” para ponerse al frente del restaurante.

La comisión balear de Medio Ambiente dio el visto bueno al hotel del magnate de Virgin en marzo de 2020, cinco meses después de que una gran tormenta arrasara con parte del cuerpo principal del inmueble. El permiso del Govern estaba condicionado a una serie de limitaciones, hay que pensar que se trata de un inmueble con la máxima protección patrimonial, como que no se pueden hacer ampliaciones ni nuevos caminos de acceso dentro de la finca. O que tampoco se pueden hacer las reformas en los meses de nidificación de las aves que rodean la zona, esto es, entre febrero y junio.