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Catedrático de biología en le Universidad de les Illes Balears
Entrevista

Jaume Flexas: «En términos de calorías y a nivel mundial, no producimos todo lo que necesitamos»

Nacido en Palma en 1973, el científico de la UIB es uno de los más citados mundialmente por lo que a su especialidad se refiere, la fisiología de las plantas

El biólogo especializado en Fisiología Vegetal, Jaume Flexas. P. ESTELRICH I MASSUTÍ

Usted trabaja en fisiología de plantas. ¿A qué se refiere ese concepto?

Fisiología o mejor, ecofisiología, es el estudio de cómo se comportan las plantas en relación a las variaciones del medio ambiente. Y últimamente me muevo en cómo cambian las plantas en situaciones extremas, cómo se adaptan sobre todo a climas extremos. Empecé con la viña y ahora he diversificado más mi campo, pues al aumentar el número de habitantes de la tierra de forma exponencial, es necesario obtener plantas que puedan alimentarnos de forma más eficiente, pero al mismo tiempo tenemos la situación del cambio climático. Con todo ello, debemos conseguir que las plantas produzcan más, comparadas con sus predecesoras.

¿Y cómo se consigue?

Pues mirando y estudiando qué tienen las especies de plantas que viven en condiciones extremas en la Antártida o en un desierto y mirar si eso se puede aplicar a las demás. Lo más difícil no es tanto conseguir crear las condiciones en el laboratorio como obtener las plantas en sí. Así que debemos ir al lugar, explorarlas in situ, elegir unas cuantas y esas sí, traerlas al laboratorio.

Las plantas ¿toleran mejor los climas extremos que los animales?

Depende. La realidad es que en los extremos hay más especies animales que plantas, contando los invertebrados, naturalmente. Pero cuidado, pues si eliminas las plantas, la mayoría de animales desaparecen. Lo que hace, pues la flora, es hacer de guardería de la fauna.

Cuando hablamos de manipulación genética en una planta ¿de qué estamos hablando?

Pasa igual con lo de decir bio a cualquier cosa, lo de la manipulación también tiene sus matices ya que cualquier cosa que comemos está manipulada genéticamente. Todo. No comemos nada que no esté manipulado genéticamente, a no ser que vayamos por el campo y cojamos una planta salvaje del bosque. Pero todo lo que compramos en un supermercado está manipulado. La cuestión es saber cómo ha sido esta manipulación.

O sea, que las naranjas que he comprado esta mañana ¿están manipuladas?

Seguro. El payés, a lo largo de los diez mil años de historia de la agricultura, ha ido cruzando naranjas más dulces con otras más resistentes y con otras más grandes. Y así se llega a las que vende actualmente. Y sin ir al laboratorio. Ahora bien, con las nuevas tecnologías y con la información sobre el ADN que hemos ido acumulando en los últimos años, ya podemos modificar en el laboratorio. ¿Es mejor una cosa o la otra? Pues no podemos decirlo, ya que en el laboratorio seguramente puedes llegar a manipulaciones mejores y más seguras que en el campo. La legislación europea, que es antigua pues ya tiene casi treinta años, a mi modo de ver y en el de muchos científicos, es errónea, ya que se basa más en el cómo que en el qué, dando a entender que en el laboratorio la selección es menos «natural».

¿Cómo podemos resolver o minimizar el efecto de las plagas de un cultivo?

Le pondré un ejemplo: En el caso de la viña, se estudia cómo pueden influir en el resultado de la cosecha el haber sembrado otras plantas en el mismo campo o incluso no labrando de forma tan exhaustiva como lo hacíamos antes, pues con esas «malas hierbas» puede que se generen elementos beneficiosos como minerales o bacterias que hacen más bien que mal.

¿Cómo ve el hecho de que podamos tener cualquier verdura o fruta en cualquier época del año?

Para empezar debemos decir que nosotros mismos ya hemos tergiversado el orden natural, pues hemos distorsionado la cadena atrófica en la que cada ser vivo alimenta y se alimenta de otros seres vivos y cuanto más arriba esté una especie, menos unidades existen de ella. Pues nosotros, que somos los que nos alimentamos de todos los demás, estamos en la cima de la pirámide en número. Visto de esa manera, la especie humana es una anomalía. Y a partir de aquí todo lo que hagamos será anómalo. La pregunta es: ¿dejamos que muchos mueran de hambre o creamos invernaderos para conseguir producciones fuera de temporada?

¿Usted compra tomates en invierno?

Sí. Pero ojo, puede que, si bien son fuera de temporada aquí, provienen de países en los que sí lo son. No todo es de invernadero. Ahora bien, eso tiene un coste ecológico motivado por el transporte. Por eso casi es preferible tener invernaderos aquí que transportar los tomates de Chile. Y le diré una certeza: En términos de calorías y a nivel mundial, no producimos todo lo que necesitamos.

Usted en algunos artículos ha hablado del estrés de las plantas.

Cierto. Y es que están estresadísimas (sonríe). Mucho más que nosotros, entendiendo estrés como cualquier factor externo que afecta el funcionamiento normal. Cuando vienen una nevada o un calor sofocante, la planta no puede cambiar de sitio y buscar sombra o calor, así que están sometidas a mucho estrés ambiental.

¿Y lo demuestran?

A simple vista es difícil verlo. Pero lo podemos medir y vemos que en ocasiones bajan las tasas de fotosíntesis, por ejemplo. Y es a causa de ese estrés.

¿Y ponerles música?

Aquí existe un camino para recorrer e investigar. Los estímulos sonoros son los que menos se conocen; los ambientales, los lumínicos, los del tacto, se han estudiado. Se han hecho experimentos mediante los cuales se ha comprobado que, según qué frecuencias de sonidos, hacen que las raíces crezcan en la dirección del emisor. Pero eso está todavía en una fase muy elemental. Para sacar conclusiones faltan muchos más resultados.

¿Debo acariciar el limonero del corral?

No. Él procesará la caricia como una agresión.

¿Cómo se llega a ser uno de los científicos más reconocidos del mundo en una materia concreta? como es su caso.

(Sonríe). Con muchas ganas de trabajar y, sobre todo, con mucha casualidad.

¿Casualidad o causalidad?

Con los recursos de que disponemos para investigar aquí, es casualidad. Veo de qué disponen compañeros míos de otros países y lo nuestro es voluntarismo. Aquí no se apuesta por la ciencia. Un investigador aquí es un aventurero. Y eso acaba cansando.

¿Qué puertas le abre estar en el top ten?

Algunas, entre las cuales están las que no quiero abrir. Pero lo que sí te da es visibilidad a nivel mundial, que hace que mucha más gente quiera trabajar y colaborar contigo. Pero como los recursos son pobres, entonces esas puertas quedan solamente entreabiertas.

¿Le han ofrecido cheques en blanco?

Los que puedan haberme ofrecido provienen de los países árabes. Mire un ejemplo reciente: A unos compañeros míos les han ofrecido, de entrada, un sueldo triple del nuestro, un millón de euros para equipamiento y otro para contratar a personal, que será todo lo que habré conseguido en equipamiento y personal durante toda mi vida profesional; y suplicando.

¿Investigar es, en cierta manera, rasgar en el pasado?

Investigar y rasgar son casi sinónimos, aunque no solamente en el pasado, también se puede investigar rasgando en el presente e incluso adelantarnos al futuro. Pero siempre como base empírica se toman los datos recopilados en el pasado o en el presente. Todo lo que un científico puede decir sobre el futuro está basado en lo que sabe del pasado.

En investigación ¿podemos hacer nuestra la frase de «Cada maestrillo tiene su librillo»?

Realmente existen tantos modelos como investigadores hay.

Y en el tema sobre qué investigar ¿existen las modas?

En cierta manera sí, pues por un tema social puede interesar que se investigue tal o cual cosa, lo que pasa es que muchas veces, no siempre, esos intereses vienen impuestos por necesidades. La ciencia, la investigación, cuesta mucho dinero y en nuestro entorno mayoritariamente público, así que es necesario que tenga una dirección definida. Por otra parte, puede ser, como ha ocurrido en alguna ocasión, que alguien muy conocido en un campo tenga la ocurrencia de investigar tal cosa, en este caso el efecto moda puede funcionar ya que «si lo investiga este, será que es interesante».

¿Cómo ha influido la situación pandémica que vivimos a la hora de reconocer el trabajo de los investigadores?

En parte, el gran público ha descubierto que la ciencia, la investigación, son del todo necesarias. Pero también ha habido una parte de la población que piensa que en nuestro trabajo falta seriedad. Y de eso tenemos la culpa los equipos, pues muchas veces hemos dado informaciones y hemos salido a la palestra para decir algo que después se ha tenido que rectificar. Así que, en más de una ocasión los científicos hemos dado la sensación de ser contradictorios. No podemos hablar de una mayoría, pero esa pequeña porción de científicos que, sin que nadie les pidiera, han dado consejos y han manifestado opiniones ha ayudado a que algunos piensen en la falta de seriedad y rigor.

Pero se ha mostrado que en ciencia no hay lugar para el dogmatismo.

Cierto, no podemos olvidar que en ciencia funciona el efecto de prueba/error. Si algo no funciona, se cambia, cosa que no pasa en otros ámbitos. Ahora bien, no tengo claro que toda la población lo haya visto así. Algunos piensan que se cambia de opinión porque no se tiene un camino trazado y que en el fondo es un no saber hacia dónde ir.

Usted ha sido miembro de equipos evaluadores de propuestas de investigación como AEI (Agencia Evaluadora de Investigación), antes ANEP (Agencia Nacional de Evaluación y Perspectiva). ¿Cómo funcionan esos entes evaluadores?

Sí, se trata de evaluar dónde van los recursos en investigación. Esas agencias son mayoritariamente públicas, con alguna excepción. ¿Cómo funcionan?, pues tienen dos partes diferenciadas, en un lado está la parte política, la que indica qué evaluar y con qué recursos, y luego está la otra, la de los expertos que analizan los proyectos, que analizan y evalúan las peticiones.

Y en la parte política, ¿podemos hablar de objetividad?

Por lo que a mi experiencia se refiere, sí. La injerencia política a la hora de decidir a quién, es muy poca o nula, al menos en el caso del gobierno español. Puedo decir, porque lo he vivido yo mismo, que aquí el rigor es máximo, mucho más que en otras latitudes, ya que aquí para decidir si un proyecto será o no sufragado con fondos públicos se confrontan opiniones de al menos dos expertos en la materia además de una comisión ministerial formada por unas decenas de personas. Para que un proyecto vaya adelante debe pasar esos filtros y en más de un noventa por ciento de veces que he formado parte ha habido unanimidad. Y eso no se da en todos los países ni aquí en todas las decisiones que se toman desde la administración. Ojalá el rigor que existe a la hora de evaluar un proyecto científico se diera en todos los campos de la política.

Y en todo esto ¿dónde situamos a las farmacéuticas?

Las farmacéuticas mayoritariamente son privadas y hay que pensar que al mismo tiempo que financian la investigación, se benefician de ella. En el estado, la poca investigación privada se da en el campo de los medicamentos y la biomedicina; fuera de este mundo apenas se investiga con fondos privados.

Bio. ¿No abusamos de ese concepto?

Bio, eco, son partículas que muchas veces utilizamos mal. De todas maneras, esa moda de que todo sea bio indica una cierta concienciación de la gente a la hora de cuidar el medio ambiente y cuidar de la salud. Pero en realidad no todo es tan bio ni tan eco como parece o se indica, aquí también funciona el engaño.

Y son sinónimos esos conceptos, eco y bio?

Deberíamos redefinirlos a ambos. Y no siempre han ido de la mano. Antes de que se hablara tanto de productos bio ya existían los movimientos ecologistas y a veces han entrado en conflicto con esa moda bio actual. Una cosa es una ciencia, la ecología y otra un movimiento social y económico. Hemos llegado a la situación que hoy decir bio es casi no decir nada.

Volvamos a la investigación. ¿Cómo influye el observador en el resultado del experimento? ¿Podemos pasar al macromundo el principio de incertidumbre de Heisenbrg?

Casi siempre sí, pues es casi imposible observar nada sin manipularlo. En astronomía quizás no, pero en otros ámbitos, la mayor parte de la investigación es manipulativa y por tanto de alguna manera modifica el experimento, pues en mayor o menor grado, interfiere en él.

¿Y cómo se minimiza esa inferencia?

A través de los controles, de realizar el experimento de diferentes maneras y evaluando los resultados. Por ejemplo, si evaluamos el interés de una vacuna, la inyectamos a un grupo de personas mientras que a otro similar ponemos un placebo. Así, con esa manipulación doble se puede minimizar la intervención del laboratorio. Yo mismo lo vivo cada día, pues estudio comportamientos de plantas en un invernadero, que no es un hábitat natural. A través de los controles que vamos aplicando podemos relativizar y comparar.

¿Qué le parece si para terminar ponemos el tema Autumn leaves?

Pues mire, me parece muy apropiado pues aprovecharé por explicar que según sea la situación geográfica de una planta, en otoño el color de sus hojas antes de caer puede variar y, en según qué latitudes ser amarillo y en otras rojo. Y no es casual, es fruto del hábitat y del estrés del que hablábamos antes.

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