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Mallorquines tras las palabras de Josep Borrell sobre el gas: «No podemos bajar la calefacción después de dos años con las ventanas abiertas»

La polémica del Alto Representante de la Unión Europea enciende también a los ciudadanos por el sacrificio que se les pide

Los mallorquines, tras las palabras de Josep Borrell sobre el gas: «No podemos bajar la calefacción después de dos años con las ventanas abiertas»

«No podemos bajar la calefacción después de dos años con las ventanas abiertas»

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«No podemos bajar la calefacción después de dos años con las ventanas abiertas» Irene R. Aguado

“La primera cosa que tenemos que hacer es cortar el cordón umbilical que une a nuestra economía con la rusa». Las palabras de Josep Borrell, el Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, han incendiado las redes sociales y los medios de comunicación por sugerir a los ciudadanos continentales que bajen la calefacción para disminuir la dependencia de quien ataca a Ucrania.

En Mallorca, la polémica también está servida. Mientras que algunos vecinos se indignan con el sacrificio que se les pide, otros creen que es correcto colaborar entre todos para hacer frente a la grave situación energética que se cierne sobre Europa.

«Es evidente que no hay que depender del gas ruso, pero se nota que no es Borrell ni los eurodiputados quienes se tendrán que preocupar por bajar la calefacción en sus casas», exclama indignada Sofía Serrano desde su puesto en el Mercat de l’Olivar. La comerciante considera que está «fuera de lugar» sugerir este sacrificio «después de dos años con las ventanas abiertas», y más todavía cuando los ciudadanos «ya han tenido que reducir mucho su consumo por lo caro que está todo».

Juan Vides, en cambio, ve la postura del Alto Representante con otros ojos: «Me parece bien que podamos hacer algo para no depender de los recursos de Rusia», asegura. «Es una decisión personal, pero yo sí lo voy a hacer. Es nuestra manera de fastidiarles», aclara el joven.

En cualquier caso, hay quien recuerda que la delicada situación viene de lejos: «Hace tiempo que mi padre está muy pendiente de reducir el consumo, pero no desde lo de Rusia, sino desde más atrás, cuando empezó a subir el precio de la luz y el gas», comenta Carmen Bestard, que pese al sacrificio que supone, estaría dispuesta a prescindir de según qué recursos para apoyar a Europa en el conflicto.

En Palma, los más escépticos son los mayores. Miran de reojo la polémica, pero prefieren guardarse para sí mismos su opinión, recelosos ante un discurso que empezó escamando el hemiciclo continental y terminó por provocar las reacciones de toda clase de autoridades políticas y representantes de la sociedad civil.

Muchos de los jóvenes, en cambio, se lanzan a ser más reivindicativos, incluso poniéndose en el papel de los ciudadanos más desfavorecidos, como Miriam López: «Yo en casa no tengo calefacción, a mí me da igual. Pero las personas mayores no tienen por qué pasar frío. Todos los días vemos desastres en las noticias y no siempre tienen que ser ellos los perjudicados», alega.

Ana Úbeda, por su parte, lo tiene claro: «Si realmente Borrell ha dicho eso, es absurdo. Se nos da una responsabilidad que no tenemos. Además, la última baza la tienen ellos, porque son quienes gestionan a quién comprar el gas».

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