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Guerra en Ucrania

«Quise hundir el yate en Port Adriano para apoyar a mi país»

El ucraniano Taras Ostapchuk, ex trabajador en el Lady Anastasia, partió ayer hacia Polonia para llegar hasta su tierra natal: «Por mi patria haré lo que haga falta, estoy decidido a luchar»

El ucraniano Taras Ostapchuk. DM

Lo primero que hizo Taras Ostapchuk tras quedar en libertad con cargos por intentar hundir el yate Lady Anastasia, propiedad de un millonario ruso dueño de fábricas de armamento, fue comprarse un billete de avión a Polonia para tratar de llegar a su tierra natal, Ucrania: «Por mi patria haré lo que haga falta», asegura.

El marinero se siente ahora un «hombre libre», sin ningún compromiso más que el que tiene con su país, que está firmemente decidido a cumplir. Después de vengarse de su jefe y quedarse sin trabajo, viajó ayer al mediodía a Varsovia. Se las arreglará para encontrar cualquier medio de transporte que le acerque hasta la frontera con Ucrania, y allí prestará todo su apoyo: «Estoy decidido a luchar», afirmó ayer en palabras a este diario justo antes de embarcar en el avión, reproduciendo lo que ya dijo en su declaración en el juzgado.

Hace cinco meses que el yate Lady Anastasia, para el que Ostapchuk empezó a trabajar siete años atrás, atracó en Port Adriano. Durante este tiempo, desde el hotel en el que se alojaba, la televisión le mostraba a diario la escalada de tensión entre Rusia y Ucrania, un proceso que ha vivido con dolor y miedo por la integridad física de su familia.

El ucraniano Taras Ostapchuk.

El ucraniano Taras Ostapchuk. DM

El sábado por la mañana, decidió intentar hundir la nave en la que trabajaba, que pertenece Alexander Mijeev, el director general de una gran empresa armamentística rusa: «Lo hice para apoyar a mi país», explica. «De todas formas, no tenía una buena relación con mi jefe, para nada», apunta el ex oficial de máquinas, que señala que siempre ha habido diferencias entre Mijeev y él.

Sin embargo, con el ataque militar que está sufriedo su tierra natal, su trabajo se ha convertido en la menor de sus preocupaciones. «Toda mi familia está en Ucrania», comenta afligido. «Por suerte, de momento ellos están en un sitio seguro», manifiesta el marinero. Una localización que prefiere no desvelar, y que con el avance de la guerra podría llegar a correr peligro.

Antes de que esto ocurra, el ucraniano promete que empuñará «las armas que hagan falta» para combatir contra los invasores: «Tengo que ir a luchar, es mi deber». Al llegar a su ciudad, Kiev, después de un largo viaje desde Mallorca, se pondrá al servicio de las autoridades militares para ayudar donde sea más necesario.

Dice Ostapchuk que la guerra no le asusta. No más, al menos, que quedarse en Mallorca viendo cómo destruyen su tierra a través de la televisión, una opción que ni se planteó al ver la grave situación. «Por mí no tengo miedo, tenemos que ganar esta batalla», zanjó justo antes de emprender el viaje que le llevará hasta el epicentro de la tragedia europea más peligrosa de los últimos años.

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