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LA CRÓNICA

Ley de Turismo: El día en que los hoteleros mallorquines se plantaron y dijeron: «Basta ya»

«Nadie estaba contento» con la nueva norma turística -Tras su aprobación y teniendo que digerir la moratoria, los empresarios plantearon a su patronal que «no había hecho lo suficiente»

María Frontera, rodeada de los representantes de las asociaciones integradas en la Federación Hotelera, en la rueda de prensa del pasado viernes. | FEHM

«Putas camas elevables». Así están los ánimos. En un mes. Sin embargo, parece que desde que la capital del Reino de España acogió la presentación de la nueva Ley de Turismo balear —en un pomposo acto del Govern en el museo Reino Sofía—, el pasado 17 de enero, ha pasado un siglo. «Nadie está contento con la Ley de Turismo», externan fuentes empresariales. Tampoco lo estuvieron con la reacción inicial de la patronal hotelera una vez aprobada la norma. «Tuvimos la sensación de que no había hecho lo suficiente».

El estado de gracia entre el sector turístico y el Ejecutivo de Francina Armengol en su segunda legislatura —con el conseller Iago Negueruela de director de orquesta, pasando página a la anterior con los ecosoberanistas en Turismo—, era casi una entente cordiale que nació del ‘todos a una’ tras la quiebra de Thomas Cook en aquel aciago final del verano de 2019, y se afianzó hace ya casi dos años con la irrupción de la pandemia.

Hasta el viernes pasado. El 18 de febrero en rueda de prensa, María Frontera, presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), espetó: «No nos gusta que nos utilicen». Señalaba al Govern, con el que quieren «seguir colaborando», pero añadió, también «con todos los partidos políticos».

La culpa, la moratoria turística que «no estuvo en la mesa» de negociación, dijo Frontera. Y «un exceso de marketing» a lo largo de semanas, añaden fuentes del sector, que fueron caldeando los ánimos, más las exigencias en circularidad — «los pequeños morimos en el intento»— y las reformas ligadas al decrecimiento de plazas incluidas. Hoteleros y Govern han pasado de trabajar codo con codo para enfrentar la crisis a los reproches con micrófono por medio de los empresarios, cuando antes los dirigían solo al Ejecutivo Sánchez.

El lunes, en la rueda de prensa tras el Consell de Govern, el gallego Negueruela, apuntaba a las líderes de la FEHM, María Frontera, presidenta, y María José Aguiló, vicepresidenta ejecutiva. «Todo el mundo tiene que defender los acuerdos que alcanza y no por presiones internas intentar moverse», les replicó. «Después de un acuerdo trabajado, si salen una semana después diciendo que están en desacuerdo (...) es esa persona» la que tiene que explicarse, continúo en su valoración ante el «basta ya» de los hoteleros.

La letra pequeña del ‘Decreto Ley 3/2020 de medidas urgentes para la sostenibilidad y la circularidad del turismo de las Illes Balears’ no la conocieron los empresarios hasta el viernes 11 de febrero, una hora antes de su presentación en sociedad en el patio del Consolat, en la Mesa de Diálogo Social Ampliada, donde también estuvo presente la patronal hotelera.

«Nadie estaba contento con la Ley de Turismo», explican desde el sector. Lo dejaron claro a través de sus representantes en una asamblea más concurrida de lo habitual —la junta directiva, con todas las asociaciones, y «también los más pequeños», es decir, hasta los agroturismos—. Se celebró el miércoles 16 de febrero. Dos días después, el viernes, comparecieron para refutar la Ley Negueruela, casi en su totalidad, y externar su «cansancio por el lenguaje del Govern», relatan.

«Frontera y Aguiló dicen que no acordaron» la reducción de plazas, el Govern sostiene lo contrario

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«Estamos tranquilos», replicaban ese mismo día, el viernes 18, desde el seno del Ejecutivo Armengol. Se apuntaba a que el cambio de tono de los hoteleros se debía a que «hubo muchos problemas en la asamblea» de la Federación Hotelera. La congelación de las nuevas plazas turísticas por supuesto que «no estaba en el acuerdo» con la patronal, y «no se va mover». Es un acuerdo del Pacto, se aduce.

Tampoco se va a «tocar» la obligación de reducir un 5% las plazas turísticas de los hoteles que quieran hacer reformas, creciendo como máximo un 15 % en superficie edificada. Desde el Govern se insiste en que está «pactado» con la patronal, a cambio de fraccionar los pagos de las tasas municipales relativos a las obras. «No se puede romper». Otra cosa es que «tienen al PP dentro de casa y les presiona». Se apunta a la entrada en el debate de otro hotelero que no ha formado parte de la puesta en escena del Govern —cabe recordar que con Meliá se presentó un estudio sobre los beneficios de las camas elevables y la cadena HM se ha puesto de ejemplo por estar construyendo un hotel circular—, y que está acostumbrado a jugar en clave política desde su juventud en las filas del PP.

Frontera y Aguiló —explican desde el sector— «dicen que no acordaron» la reducción de plazas turísticas ligadas a las reformas. «Si lo llegan a pactar se las comen», y si de verdad lo hicieron «mal negociado está».

«Si de verdad lo pactaron, se las comen», porque «mal negociado está», se cuestiona en el sector

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Hay un tremendo sinsabor. «Parece que (el Govern) solo negocia con Gabriel Escarrer», mientras va agregando hoteles de la isla a la plataforma de comercialización de Meliá, se cuestiona. Y en Mallorca, como clamó Frontera el viernes pasado, «más del 55 %» de los establecimientos asociados a la FEHM «tienen menos de cien habitaciones». Esos hoteleros son los más vulnerables, y la Ley Negueruela y sus «prisas» les llevó a exigir que su patronal diera un golpe sobre la mesa. A ellos se suman los que tienen un solar con usos turísticos que ahora «se tienen que comer con patatas».

Así las cosas no es de extrañar que de boca de un comedido representante hotelero salga el exabrupto de «putas camas elevables» recordando cómo echó a andar la ley turística del Pacto.

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