Los llamados antivacunas, un colectivo que se niega a inyectarse el medicamento para evitar el desarrollo del coronavirus, lograron ayer reunir a más de 300 personas en la Plaza de España de Palma en una concentraron en la que protestaban contra la obligación de mostrar el certificado covid para poder consumir en el interior de determinados locales. Los manifestantes desplegaron varias pancartas y hubo algunos que portaban letreros en contra de la obligación de vacunarse. El más llamativo de todos lo portaba un hombre, en el que aparecía dibujada la esvástica nazi y debajo una jeringuilla partida en dos otros. Otros protestantes también llevaron carteles con la estrella de David. 

Los antivacunas, que afirman que no son negacionistas, denunciaron que esta medida sanitaria que empezó a aplicarse desde ayer, ocasiona una situación de discriminación entre los que se han inyectado este medicamento y los que se han negado a ello. «No necesitamos un pasaporte sanitario para tomarnos un café», gritó uno de los manifestantes.

Una mujer que se convirtió en la portavoz de la protesta exigió que se acepte la libertad de cada persona, respetando a todos los ciudadanos que han querido vacunarse, frente a los que se han negado. Esta portavoz denunció el «abuso político» que representa esta obligación de mostrar este documento sanitario, e incidió en que todavía no está demostrado científicamente que estas vacunas representen la solución definitiva a la pandemia sanitaria. 

Durante la manifestación se escucharon gritos llamando a la insumisión contra esta medida sanitaria, abogando por exigir a las autoridades de las islas que respeten las libertades individuales. Aunque fue una manifestación sin incidentes, sí hubo algún que otro ciudadano que increpó a los antivacunas. Un hombre, que enviudó hace poco de su mujer que murió por covid, se enfrentó a los manifestantes y la Policía tuvo que intervenir.